30 enero, 2006

OSCAR Y GOYA: PAREJA DE HECHO

Creo que muchos esperáis hoy que comente los Goya. Pues os coláis. Nanai. No vi la gala así que solo podría hablar por lo leído en los periódicos pero si los pongo por las nubes dirán que es corporativismo, y si hago crítica, que comento desde la envidia. Así que no me vais a pillar. Sin embargo quiero que habléis vosotros. Enviad vuestros comentarios, tanto los que estuvisteis allí como los que lo visteis por la tele, o los que no lo visteis... y de esta forma pulsamos (como se dice ahora) el ambiente que se respira para con el cine español. Tendremos así la opinión de todos los que nos juntamos por aquí: desde académicos ganadores de Goyas (¡que los hay eh!) hasta gente de la calle (como yo).

Solo apuntaré una cosa desde la objetividad a la vista de las noticias y las fotos: me congratulo de que cada día los Goya se parezcan cada día más a los Oscars...

Las razones saltan a la vista:

1. La triunfadora, "La vida secreta de las palabras", es de habla inglesa.

2. Dicha película está interpretada por actores norteamericanos.

3. El actor principal ganador, Oscar Jaenada, ha conseguido el premio interpretando una biografía como ocurre habitualmente en los Oscars de Hollywood. Se apunta además a la moda biopic de un cantante: el año pasado Jamie Foxx ganó el oscar haciendo de Ray Charles y este año se perfila Joaquin Phoenix como el rockero Johnny Cash.

4. La actriz principal ganadora, Candela Peña, consigue el Goya por un personaje marginal como ocurre tradicionalmente en Los Angeles donde prostitutas, tullidos, alcohólicos, etc. siempre llevan las de ganar.

5. La película más nominada (10), Obaba, al final se queda prácticamente en blanco: un solo Goya. De este tipo de cosas saben mucho Spielberg y Scorsese. Ahora también Moncho Armendáriz.

6. La película que arrasa en taquilla es ninguneada por los académicos así que Santiago Segura solo acudió para entregar una estatuilla. A George Lucas le pasa lo mismo.

7. La alfombra de entrada es roja, con publicidad de Mahou eso sí, pero roja.

8. La gala es cada día más larga y tediosa. Este año el director del evento, Fernando Méndez Leite, reconocido enemigo del cine norteamericano y especialmente de las peliculas "oscarizables", construyó una ceremonia al estilo yanqui. Bien con la restificación. Cada vez copiamos mejor.

9. Los actores mayores con una larga trayectoria a sus espaldas y nominados, Manuel Aleixandre en nuestro caso, no obtienen el galardón y han de aplaudir al ganador (mucho más joven) con la mejor de sus sonrisas. Paul Newman es más guapo, eso sí.

10. Antonio Banderas entregó un premio. Le faltó Penélope Cruz al lado para que el remake fuera completo, pero se descartó ya que si nuestra querida actriz hubiera gritado ¡¡¡Pedrooo!!! al abrir el sobre, el ridículo habría sido espantoso ya que el manchego no estaba en la sala...

11. El presidente (en nuestro caso presidenta) habla de la buena salud de la que goza el cine patrio. En América es cierto. Aquí, efectivamente, es patrio. Aspecto a mejorar.

12. Woody Allen gana el premio y no acude a recogerlo. El neoyorquino es constante, allí y aquí...

13. Bush no va a la gala. Zapatero tampoco.


Y hasta ahí he apuntado similitudes más evidentes. ¿Alguien encuentra alguna más...?

P.D. No es que esté vago y por eso no haya escrito uno mis “artículos de fondo” es que estoy jodido, mucho, porque mi amigo Enrique Villén no se llevó el Goya a la mejor interpretación de reparto... y se lo merecía.

25 enero, 2006

IMBECILIDAD MÓRBIDA

Un hombre que pesaba más de doscientos kilos se cayó en su casa. Se rompió la cadera y fueron los bomberos los que tuvieron que sacarle de su casa en una grúa. Murió a las pocas horas en el hospital. En México, un hombre de quinientos cincuenta kilos no puede moverse de su cama y ha de vestirse con sábanas. Desconozco las razones por la que un hombre puede llegar a tal estado y pesar lo que un toro de lidia pero hay algo en su contemplación que produce fascinación. Desde niños ya lo llevamos marcado. ¿En qué clase no había un compañero al que se le apodaba el Gordo? Ya lo sabían bien los antiguos cuando exhibían a este tipo de personas en los circos. Hoy el circo nos lo lleva la televisión a casa para que podamos regocijarnos en la intimidad y que no sintamos culpa.

En cualquier caso, dicho caso médico, se convierte en centro de muchas tertulias y todo enteradillo que no hay oído hablar en su vida de nutrición se apresta a dar rápidamente su opinión sobre el tema. Frente a los comentarios de los que opinan que todo comienza con la dejadez de la persona, y la caída por la pendiente de la glotonería sin límite, hay otros marisabidillos que le ponen nombre a la desgracia: obesidad mórbida. Aplican sin pudor el termino mórbido como sinónimo de enfermedad. La distinción entre obesidad y obesidad mórbida es en el número de kilos... Así hay el gordos y el enfermos. El gordo quiere serlo, el mórbido es un enfermo. Y así, las instituciones públicas, deberían hacerse cargo del problema. No voy a decir yo aquí que esas pobres personas no sean enfermos, no. No soy médico y por lo tanto no soy capaz de hacer semejante diagnóstico. Lo que me comienza a sorprenderme es que ahora cualquier problema personal deriva rápidamente en enfermedad: que usted roba compulsivamente, cleptómano, que usted juega compulsivamente, ludópata, que se droga, toxicómano... Todo son enfermedades, como bacilos caídos del cielo, y seguramente tienen razón porque muchas enfermedades comienzan en el cerebro... pero nadie habla de la imbecilidad como una epidemia.

Imbecilidad que se extiende por todos los sectores sociales y que suele tener su altavoz en los medios de comunicación. Hoy se expone sin pudor a los imbéciles. Pero, ojo, no quiero yo insultar a nadie. Según el diccionario de la RAE, imbécil es “el escaso de razón” y no voy a dar nombres pero la “escasez de razón” de muchos de los personajes que pululan por nuestras televisiones y radios es apabullante. Algunos incluso presumen de título, lo que nos lleva a pensar que si un imbécil es capaz de obtenerlo... ¿qué clase de imbécil es capaz de dárselo? No voy a hacer escarnio aquí de ellos, no... solo quiero hacer notar que también son enfermos ya que ellos no tienen culpa alguna de su dolencia pero alguna institución debería hacerse cargo de estas personas, como se hace con el cleptómano o el yonki y no exhibirlos por ahí para escarnio público. Son imbéciles mórbidos. Enfermos también. Ellos no tienen la culpa de ser así pero necesitan ayuda, no risas ni, en gran parte de los casos, la admiración de la gente.

Cuando me topo con alguno mientras zapeo, cambio rápidamente de canal. Aún no se sabe si la imbecilidad mórbida es contagiosa así que no quiero arriesgarme. Sin embargo ayer vi a uno de ellos, rápidamente me atrapó el morbo, y me quedé. Confieso que me dejó admirado. Pegado al televisor. Sentí más fascinación incluso que con el mejicano de media tonelada de carne.

El Loco de la Colina le estaba entrevistando aunque mejor sería decir que le sonsacaba. A cada pregunta, podía escuchar crujir cada una de las neuronas del chico. Cuando le espetó que cosas le hacían feliz dijo: “Tres. La primera, esta, la segunda, esta otra, y la tercera... no sé, no me acuerdo...” Mítico. El diagnóstico, la falta de razón, quedó patente cuando habló sobre su padre, megafamoso y también cantante como él, e hizo todo un canto al amor que profesaba hacia su progenitor. “Le quiero mucho, mucho... Aunque solo le he visto tres veces en los últimos diez años...” Impresionante. Pero no se quedó ahí, aclaró para los que dudan de sus sentimientos que “eso sí, las tres veces solamente cinco minutos cada vez, en aeropuertos... Aunque no te creas, nos ha dado tiempo a hablar de todo...” Yo me pregunté: ¿Qué será para este chico “todo”? Y, mirándole un segundo, me respondí al instante: Si, efectivamente, les ha dado tiempo ha hablar de todo...

Sin comentarios. El diagnóstico se hizo entonces todavía más evidente que en aquel hombre que sufría obesidad mórbida de que estaba ante un auténtico imbécil mórbido... Que listo Quintero, traer hasta su barraca de “Montruos” al más freak de todos... Y nosotros allí, contemplándolo, fascinados sin poder cambiar de canal ante aquel despliegue de idiocia sin igual...

Después nos contó que ha vendido millones de discos, que tiene varias mansiones, una novia superbuena y un jet privado. Con solo treinta años. Y supe entonces que si él me viera a mi por televisión contar lo que he conseguido con casi cuarenta, seguramente pensaría que el imbécil mórbido soy yo. Lo peor del caso es que yo empecé a planteármelo también y no he podido dormir esta noche... Maldito Quintero...

23 enero, 2006

VIVIR DENTRO DE UNA NOVELA DE C.F.

Curiosamente al hilo del último post, releo algunas páginas de un libro titulado Starship Troopers (Tropas del espacio). Fue escrito por Robert A. Heinlein y publicado en 1959. Con ella ganó el premio Hugo. Para los que no estéis familiarizados con el mundo de la Ciencia Ficción, os diré que es el galardón más prestigioso que puede obtener una novela de este género. A España llegó tan solo unos años más tarde... en 1986. Fue publicada por Orbis dentro de su colección Biblioteca de Ciencia Ficción. Sin embargo es posible que Starship Troopers os suene ya que se hizo una adaptación cinematográfica dirigida por Paul Verhoeven en el año 1997. Lo increíble es que pese a estar escrito hace casi cincuenta años pueda tener una vigencia tan actual...

La trama de la novela es simple. En el año 3310 las personas tienen que ganarse su condición de ciudadanos, y con ello su derecho al voto, en virtud de los méritos obtenidos en el servicio militar. En esos días, la Tierra libra una batalla contra el planeta Klendathu, habitado por insectos gigantes, que bombardean regularmente nuestro planeta con meteoritos descomunales. La historia narra las aventuras de un grupo de jóvenes desde su formación en la academia militar hasta sus hazañas en el campo de batalla contra los bichos de este distante planeta. Hasta ahí nada del otro mundo, nunca mejor dicho.

Sin embargo, Heinlein utiliza la trama para poner en solfa los pilares básicos de nuestra sociedad, nuestro sistema político y de valores, de nuestras democracias actuales, de nuestra occidental forma de ver las cosas y autocomplacernos. Como una especie de Julio Verne moderno visiona hacia donde puede llevarnos nuestra actual forma de vida. Muchos han visto en esta novela solamente militarismo, autoritarismo, fascismo... Personalmente creo que esas acusaciones parten de quedarse, estúpidamente, en la superficie de la trama ya por las esas razones podríamos acusar de lo mismo a Orwell por su novela 1984. Quizá estos críticos se olvidan de que muchas veces la ciencia ficción utiliza la recreación de mundos futuros para criticar más abiertamente el mundo presente...

No os quiero liar más. Os dejo con un gran pasaje de Starship Troopers que me trajo a colación el post del viernes. Ya comentaremos más adelante. He extraido los pasajes que me parecían más interesantes para hacerlo más digerible.

Para poneros en situación os diré que nuestros protagonistas están en un aula de la academia militar. El profesor Dubois imparte la asignatura Historia y Filosofía moral. Discute con una de sus alumnas acerca de cómo era la sociedad de finales del siglo XX...

“ - La gente respetable casi no se atrevía a pasar por los parques públicos de noche. Hacerlo era arriesgarse a ser atacado por manadas de niños, como lobos, armados con cadenas, cuchillos, armas de fuego hechas en casa, porras; se corría el riesgo de, como mínimo, ser apalizados, atracado con toda seguridad y probablemente sufrir lesiones irreparables, o incluso la muerte (...)

- Señor Dubois, ¿no tenían policía? ¿O tribunales?

- Tenían mucha más policía de la que tenemos nosotros. Y más tribunales. Y todos desbordados por el trabajo (...) El método, comprobado por el tiempo, de infundir la virtud social y el respeto por la ley en la mente de los jóvenes no parecía atraer a los miembros de una clase pre científica y pseudo profesional que se autodenominaban “asistentes sociales” o a veces “psicólogos infantiles” (...) La equivocación trágica de lo que hacía esa gente bienintencionada, en comparación con lo que creían que estaban haciendo, tiene unas raíces muy profundas. No tenían ninguna teoría científica de la moral. Tenían una teoría de la moral anticuada e intentaban vivir según ella pero su teoría era errónea: la mitad era ver las cosas como querían verlas, y la otra mitad, era charlatanería racionalizada. Ellos daban por sentado que el hombre tiene un instinto moral.

- Yo pensaba... ¡Pero lo tiene! ¡Yo lo tengo!

- - No jovencita, usted tiene una conciencia cultivada, una que ha sido cuidadosamente educada. El hombre no tiene ningún instinto moral. No nace con un sentido de la moralidad. Nosotros adquirimos un sentido de la moralidad, cuando lo hacemos, a través de la educación, la experiencia y el esfuerzo de la mente. Aquellos desafortunados criminales juveniles nacieron sin ningún sentido de la moralidad, como usted y como yo, y no tenían ninguna posibilidad de adquirirlo, ya que sus experiencias no se lo permitían (...) La base de la moralidad es el deber, un concepto que tiene la misma relación con el grupo como el interés personal con el individuo. La sociedad en la que vivian les hablaba continuamente de sus derechos. (...) Delincuente quiere decir que no cumple sus deberes. Pero el deber es una virtud adulta; de hecho un joven deviene adulto cuando, y solo cuando, adquiere un conocimiento del deber y lo abraza como algo más preciado que el amor a sí mismo con el que nació. Por cada criminal juvenil siempre hay uno o más delincuentes adultos, gente madura que o bien desconocen sus deberes o bien, conociéndolos, no les hacen caso... (...)

Y ese era el punto débil que destruyó lo que en muchos otros aspectos era una cultura admirable. Los jóvenes vándalos que corrían por las calles eran solo el síntoma de una enfermedad mayor; sus ciudadanos (todos los habitantes eran considerados como tales) glorificaban su mitología de “derechos”.. y perdieron de vista sus deberes. Ninguna nación organizada así puede sobrevivir...”


Fuerte ¿eh? Justo de lo que hablábamos el otro día con respecto a lo que vivimos estos días... Y pensar que alguien lo escribió hace ya casi medio siglo.

La realidad siempre supera a la ficción. Y, como vemos, también a la ciencia ficción...

P.D. Hoy han salido más imágenes como las de ayer... De otros chavales y aún más brutales... Hoy ya no he sentido indignación. Simplemente, he sentido miedo.

20 enero, 2006

¡¡¡SONRIE WILLY!!!

Hace días escuché con horror la historia de un niño africano cuyas manos estaban destrozadas por el fuego. Su padre le había obligado a ponerlas sobre las llamas, y mantenerlas allí, como castigo de un robo perpetrado por el chaval. El robo era menor. El castigo muy mayor. Lo que asombraba del relato es que el chico lo consideraba justo. No era consciente de la barbaridad de la pena impuesta. Los medios de comunicación se hacían eco y ponían el acento sobre la barbarie del progenitor. Yo no me asombré. Hace tiempo que creo que el hombre como raza única, sin distinción de color, aún no ha bajado del árbol.

Nuestra civilización acusaba a ese monstruo mentor de que eso no era civilización. Nosotros, democracias consolidadas occidentales, hemos aprendido que el dolor (físico o mental) del reo, no lava el honor de ninguna falta cometida...

Pero creo firmemente que tan malo es el castigo excesivo como el no castigo. Peor diría yo. El chico de la historia, paradójicamente, tiene una moral recta. Sabe que ha hecho mal. Y que hacer algo mal trae consigo un castigo. Lo que no le han enseñado, es que la pena siempre ha de ser proporcional al delito y destinada a la restitución del mal causado (como se nota que estudié derecho, ¿eh?). Sin embargo, no deberíamos señalar a nadie con el dedo en un ejercicio de complacencia ante lo que somos y no son “esos bárbaros del sur...” Nosotros, tan civilizados, estamos educando a los niños en la no responsabilidad de sus actos... y eso es aún más grave. Son incapaces de pensar en que sus actos tienen consecuencias para los demás. En que su felicidad solo vale si no hace infelices a sus semejantes...

Más monstruosa que la historia del chico “extranjero” de las manos abrasadas me parece la noticia de que un par de descerebrados “nacionales” de 19 años se dedicaban a apalear a transeúntes por la calle al grito de ¡Sonríe Willy! No había excusa, no había motivo, solo la humillación pública de sus semejantes. Acercarse a la víctima y abofetearle, golpearle sin más, mientras el otro grababa con su teléfono móvil. Parece ser que esto es una moda recurrente entre algunos mamones. Lo peor es que, según parece, son la Segunda División. A la Primera pertenecen esos psicópatas que hace poco quemaron viva a una indigente en un cajero automático.

No estoy hablando de moralidad. Ni de valores. No estoy hablando de religión. Ni siquiera de civilización. Al final todos estos términos varían dependiendo de la zona del planeta en el que tengas la dicha o la desdicha de nacer... Pero creo firmemente en una máxima que es aplicable desde Wall Street a las selvas amazónicas: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.

¿Qué coño está haciendo mal nuestra “avanzada sociedad” para que este tipo de descerebrados crezcan como setas y se reproduzcan como un virus de Internet? ¿Cuánto ha de estar podrido un cerebro no ya para cometer dichas barbaridades en caliente, sino para entretenerse luego viendo en frío las imágenes de la degradación y humillación de un ser humano? ¿A qué clase de “persona” le puede parecer esto divertido?

Visto lo visto no creo que estemos en condiciones de dale lecciones a nadie y menos al padre del chico de las manos abrasadas. Al progenitor monstruo hay que cambiarle la moralidad, a nuestros vástagos monstruos hay que hacerles crecer la conciencia... Lo tenemos mucho peor.

No se cual es la solución. O sí, pero no es aplicable... Como hombre amante de la ciencia ficción mi solución pasa por imitar lo que vi en un capítulo de aquella serie maravillosa que se llamaba Cuentos Asombrosos. En uno de los episodios, dirigido por Spielberg, presentaba a un individuo desagradablemente racista con cualquiera. Odiaba a los negros, a los judíos, a cualquiera que no fuera como él. Mediante una de esas paradojas y giros deliciosos de la trama, el personaje era trasladado a la América sureña y su pesadilla comenzaba cuando era visto por sus semejantes como un negro recogedor de algodón. Era perseguido por el Ku Kux Klan y era sometido a todo tipo de humillaciones. De ahí saltaba a la Alemania del 33 y el mal sueño se repetía ahora convertido en un judío... Cuando despertaba se había convertido en otra persona...

Como juez condenaría a la misma pena a los dos chavalitos del Sonríe Willy... Así, a golpe de mazo, mágicamente, se verían trasladados a la celda de una de nuestras hacinadas cárceles. Cuando abrieran los ojos se verían rodeados por un grupo de muchachotes fornidos. Quizá al verse contra la pared y oír una voz que les susurrara al oído, Sonríe Willy, pensaran que lo que hacían con sus semejantes no era divertido... Eso sí. A ellos no les grabarían...

18 enero, 2006

SI DAVID NIVEN LEVANTARA LA CABEZA...

Leo con desolación que han robado una escultura de Henry Moore de su propia fundación en la ciudad de Hadham, al norte de Londres. Gran pérdida para el mundo del arte...

La figurilla en cuestión es de bronce y está valorada en cuatro coma cinco millones de euros.

Sorprendente...

Sorprendente porque la "figurilla" en cuestión pesa treinta y ocho toneladas (¡¡¡Treinta y ocho mil kilos!!!) Vamos, que no entró el tío por la puerta y, burlando las cámaras de seguridad, se la metió bajo el abrigo (como si se de un fuet del Mercadona se tratara) y salió del museo por debajo del arco de seguridad sin que éste sonara... ¡¡¡Nooo!!! Los ladrones utilizaron una grúa de gran tamaño para llevarse la pieza en cuestión... Que falta de todo.

Se está perdiendo la profesionalidad incluso en este negocio. Amigos de lo ajeno bestias ha habido siempre, sin embargo los ladrones de arte eran otra cosa: el David Niven de La Pantera rosa, el Pierce Brosnan del Secreto de Thomas Crown, el Cary Grant de Atrapa a un ladrón o la Catherine Zeta Jones de La Trampa, el profesional de la mangucia artística tenía que estudiar el terreno, vestirse de negro y convertirse en acróbata la noche de autos. Lo importante no era llevarse el trofeo en cuestión. Lo importante es que ni un solo guardia advirtiera siquiera que una mosca cruzaba la sala del tesoro... Después se entregaba la mercancía al coleccionista en un paraíso fiscal desconocido y a vivir tranquilamente en Montecarlo o en una isla perdida del Pacífico. Sí señor. Eso era arte.

Hoy en día cualquier gañán va un día al museo, advierte que los guardias pertenecen al sindicato de la ONCE y vuelve a la mañana siguiente con un toro mecánico. ¿Dónde ha quedado aquella frase mítica de... Sincronicemos nuestros relojes? ¿Dónde aquellos rayos láser de color rojo con sensores de movimiento en el suelo? ¿Dónde aquel romanticismo del ladrón de guante blanco que sabía más de arte que el propio director del museo...?

Yo siempre quise ser ladrón de obras de arte. Planear minuciosamente el robo del siglo. Convertirme en un tipo culto, aristocrático, burlón y con doble vida. Currarme ese porte atlético que se requería para el ejercicio de la profesión y así de paso entusiasmar a las féminas. Deslizarme en mitad de la noche por paredes imposibles y sortear trampas de todo tipo habiendo estudiado durante semanas las cámara acorazadas en que se han convertido las salas de un museo... Robar casi por deporte, ya que habitualmente el tipo era rico, y el fruto de mi trabajo nocturno colgarlo en el salón de mi mansión para el disfrute solamente de mis ojos. Hoy leo que todo eso es una quimera...

Nuestra civilización se hunde.

Antes el ladrón de arte tenía que ser primero artista. Ahora basta sólo con que sea mozo de almacén...

16 enero, 2006

EL DEDO Y LA LUNA



Aviso: no soy racista. Ya sé que mucha gente dice esta frase antes de continuar con un “pero...” para después exponer su argumento que teme que pueda ser tomado por xenófobo. En mi caso no es así. Yo no soy racista, desconfío por igual de todos los seres de la raza humana sea cual sea el color de su piel. Es la ventaja de ser un sociópata convencido.

Ayer se produjo en un campo de fútbol un hecho que ha sido tachado de racista hoy por todos los medios de comunicación. Últimamente les preocupa mucho a todos, árbitros incluidos, los insultos xenófobos en los campos de fútbol. Que la gente grita ¡mono, mono! a un jugador... el colegiado lo refleja en el acta y el club pertinente es multado. Me parece muy bien. Creo firmemente que el precio de una entrada no te da derecho a insultar impunemente a un ser humano en su lugar de trabajo aunque cobre lo suficiente para vivir tres vidas. Insisto. Bien por la sanción. Pero lo que no logro entender es la lógica que castiga el llamar negro a un jugador y pasa por alto que todo un estadio tilde de nenaza (maricón, vamos) a otro con el pelo largo y rubio (guapo incluso) y que de esto no se diga nada. Vamos, que xenofobia sí pero homofobia no. Debe ser que la hipersensibilidad en estos casos la tienen las asociaciones de inmigrantes africanos pero no las comunidades gays y lesbianas que, supongo yo, no les gusta nada el fútbol porque nunca nadie ha hecho una manifestación al respecto... Famoso fue durante mi adolescencia el grito aquel de Michel, Michel, maricón (con musiquilla incluida) que todo el mundo recuerda con chanza. Una chanza que desaparece cuando esos mismos energúmenos (porque son los mismos, ¿eh?) se dedican a gritar ruidos imitativos de un gorila en celo cuando corre la banda un jugador de piel negra.

Pues bien: paso a relatar la anécdota. Ayer, durante la disputa de un partido de fútbol, se produce la típica tángana (pelea en el argot deportivo) entre un montón de jugadores. Durante el rifi rafe uno de ellos escupe a otro. El hecho de por sí es una guarrada pero en televisión, con la moviola para adelante y para atrás, el hecho se convierte en vomitivo. Podemos contar incluso el número de microbios que lleva dicho esputo. En el mogollón reinante, el árbitro no ve nada y el jugador se salva de la expulsión. Todos a los vestuarios. Fin. Más tarde cuando el entrenador del equipo rival es preguntado sobre el hecho, éste dice que los que escupen son los que no han bajado del árbol... Y aquí es donde se monta. Para entender todo mejor, pondré nombres. El jugador que escupe es Samuel Etoo (camerunés del FC Barcelona) y el entrenador autor del comentario es Javier Clemente (baracaldés del Athletic de Bilbao).

Se monta porque todo el mundo dice que el comentario es abiertamente racista. Escuchándole por la radio, éste alega que no sabía que el "escupitador" era Samuel, pero que para él todo aquel que arroja saliva a un semejante aún no ha bajado del árbol.

Vaya por delante que el protagonista comentador no es santo de mi devoción pero, lejos de mis inquinas personales, creo que da en el clavo. La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero que decía el clásico. Frase que viene que ni pintada en este caso y que yo trasmutaría en este caso como “Guarro es el que escupe, así escupa Agamenón o su porquero”. Un cerdo es un cerdo sea cual sea el color de su piel. De York o de la dehesa extremeña. El cerdo no se define según su lugar de procedencia sino según sus acciones. Racismo habría sido llamarle cerdo antes del partido. Racismo es presuponer que tiene que escupir por el hecho de tener un determinado color de piel. Y racismo, por supuesto, es disculpar las acciones de una persona por el hecho de tener un determinado color de piel. ¿Acaso se le disculparía si el que escupe es de Cuenca? (Por favor, que no se indignen los de Cuenca, dije esta noble villa castellana como podría decir Vallecas, Madagascar o Plutón)

¿Que no debía haber mentado el árbol? Vale. No es políticamente correcto. Debería haber dicho que los que escupen no han ido a la escuela... pero tampoco le vayamos a pedir retruécanos a un personaje que es famoso por sus exabruptos. La noticia hoy, no es el hecho deleznable de que un compañero escupa a otro. La noticia no es que el hecho finalice impune y que todo el mundo lo considere como normal algo que es una guarrada y una falta de respeto. La noticia es el árbol de Clemente...

Napoleón dijo que cuando un dedo señala a la luna, solo los imbéciles miran al dedo... Pues eso. Hoy todos mirando al dedo escandalizados y, mientras tanto, la luna girando tan tranquila.

13 enero, 2006

EL REY Y EL MENDIGO


Hace exactamente una semana viví una de las situaciones más surrealistas de mi vida. Probablemente pocos puedan presumir haberse encontrado con algo parecido a lo que os voy a contar, no porque no pueda sucederles sino porque la combinación de una serie de factores la convirtió en un suceso difícil de repetir...

Mis deberes paternos me obligaban a llevar a mi hija mayor al cine en las consabidas fechas navideñas. Como ya cuenta siete años, decidí que ya se había acabado el tiempo de los Disneys azucarados, animaciones diversas copiotas y azucaradas, o los Harry Potters y sucedáneos... Además, a uno le empiezan a dar arrebatos moralizantes para con su vástagos y pensé que ya era hora de que viera una película “de verdad”. El King Kong de Peter Jackson se había estrenado hacía poco y convine que le hacía falta una ración de cine clásico puesto al día. Cine de mayores.

Como soy de natural quisquilloso sobre el lugar en el patio de butacas en una proyección, acudí a Internet para comprar las entradas. El cine en cuestión tiene página web y allí uno puede reservar los asientos que más le convengan. Si este fuera un país puesto al día como Dios manda (o como el dios laico de turno debiera mandar) uno podría hacerlo sin problemas y sin un coste mayor que el de un posible esguince del dedo que maneja el ratón. Pero no... La multinacional dueña de las salas te carga un euro (¡¡¡un euro!!!) por hacer tu compra por la red. Diréis que no es nada, pero en una entrada que cuesta cuatro ochenta representa un tanto por ciento desde mi punto de vista demasiado elevado. En la Edad Media se quemaba a la gente por menos (¡ay como hemos perdido las buenas costumbres para con los usureros!) Tengo que pagar por hacer yo el trabajo, dar mi tarjeta de crédito y quitarle a corto plazo el puesto de trabajo a una taquillera... Además el coste de ese euro se lo lleva la Caixa... entidad que luego es capaz de perdonar mil millones a cualquier ministro que pasa por allí. Ahora digan que soy xenófobo y racista. Sí, lo soy tremendamente con los bancos.

Bueno, Barbero, no te desvíes y al tajo. Total que no compro las entradas... Pero lo que me extraña es que la sala en cuestión tiene reservadas ya las tres cuartas partes del aforo de la primera sesión... Coño. Eso sí que me pareció raro: ¿a primerísima hora de la mañana y ya han vendido casi todas las entradas? ¿Tan buena es la peli? ¿O es que todo dios se levantó esta mañana y se lanzado sobre su ordenador para reservar sus butacas para ver un remake sobre un mono gigante a las cuatro de la tarde? Rarro, rarro, rarro que diría el recientemente desaparecido Papuchi...

Así que allí me tenéis a las tres y media de la tarde haciendo cola, como la hacía mi padre hace cuarenta años, y al llegar a la ventanilla la taquillera me confirma que solo quedan cuatro filas vacías. Compro, como antaño, las mejor situadas y entramos en la sala en cuestión...

Vacía. Nadie. Pero nadie de nadie. Si esto fuera una comedia, diría que sonaba el viento y que se cruzó por delante de nosotros uno de esos arbustos secos que aparecen en las pelis del oeste cuando el prota llega al pueblo desierto...

Nos sentamos. A los diez minutos aparece una pareja. Se sienta justo a nuestro lado... ¿El resto del cine? Vacío. La película está a punto de empezar, solo quedan cinco minutos y la situación es ya de por sí surrealista: cuatro únicos espectadores reunidos (como si tuviéramos frío) en mitad de la sala.

De repente, en mitad del silencio, se escucha a lo lejos un murmullo de voces subiendo por las escaleras de los multicines. En el liquido de nuestros vasos se forman unos círculos concéntricos, cadenciosos, señal inequívoca de que algo muy grande se acerca a nosotros como ocurría en Parque Jurásico. Y... sin previo aviso, se abre la puerta de la sala y ésta comienza a verse inundada por una multitud de... ¡¡¡mendigos!!! Sí, sí, mendigos. Los reconocí de inmediato, no por su atuendo (ya que llevaban sus mejores galas, si es que se puede decir esta crueldad de alguien que vive habitualmente en la calle) sino porque muchas de sus caras me eran familiares de verlas por el barrio: la chica que duerme en el cajero del Santander, el andaluz que toca una destartalada guitarra española a las puertas del Opencor, el payaso cincuentón de cara pintada cuyo cartel reza que acaba de salir de la cárcel, el chico de una sola pierna que pide indefectiblemente una moneda de cincuenta céntimos...

Unos cuantos monitores, como si de una clase de primaria se tratara, se ocupa del grupo organizándolos y repartiéndolos según un criterio que sólo ellos manejan. Me sorprendió ver parejas entre ellos. Quiero decir parejas de novios, amigos, amantes o lo que la miseria permita. No se que pasó, pero de repente la sala había adquirido un ambiente festivo, como de colegio.

Mi primer pensamiento fue pensar que me parecía un dispendio y una crueldad. Dispendio porque con el dinero de esas entradas se les podría haber dado de comer un par de días y crueldad porque después de esa tarde muchos de ellos volverían a dormir al raso...

Las luces se apagaron y comenzó la película. No haré una crítica de ella porque gracias a Dios no soy crítico. Para ser crítico hay que nacer... nacer raro, claro. Es como ser árbitro. Pero hace falta ser muy raro en esta vida para amando algo decidir no dedicarte a hacerlo y sí juzgar a los que lo hacen. Es como enamorarte de una chica y tomar la decisión de no conquistarla sino opinar sobre la forma que hace el amor todas las noches con un tío... Bueno, como digo el Guerra (el torero): “Hay gente pa tó”.

De King Kong diré simplemente que me fascinó. Eso sí, cualquier defensor del menor me habría denunciado sin recato. No es una película para niños. Mi hija pasó miedo, bastante. Se asustó, bastante. Se tapó los ojos, bastante. Pero también rió, mucho. Se emocionó, mucho. Y lloró, mucho. Así que este que suscribe lo consideró un buen aprendizaje para lo que le espera en la vida: miedo, risas y llantos. ¿Qué más se puede pedir por menos de cinco euros?

En cuanto a nuestros mendigos, oí comentarios, oí gritos de susto, oí besos...

Comprendí entonces que me había equivocado. Ningún plato de comida, ninguna cama caliente que les hubieran proporcionado esos ángeles de la guarda modernos, en lugar de la entrada de cine, habría obrado la transformación que se había producido esa tarde. Cualquier animal necesita comer y necesita un techo, pero aquella sala les había devuelvo la consideración de personas. Personas que parece que olvidamos que son cuando les vemos tirados por ahí cuando la miseria parece haberles despojado de todo...

Y es que sin sueños, sin amor, sin llanto, sin cada una de las aristas que nos hace humanos solo somos eso... mendigos.

11 enero, 2006

Primera colaboración

Lo prometido es deuda. Este blog reflejará en este nuevo año no solo mis opiniones sino todo aquello que creo que pueda interesar a los que nos reunimos por aquí. Y esta es la primera aportación. Mi amigo Ramiro, me envió hace unos días (por correo ordinario y de toda la vida) un artículo que yo quería escribir hace tiempo. Es políticamente incorrectísimo. Si lo hubiera hecho yo, probablemente sería un facha, nazi, clasista... Pero este señor de Cartagena, académico él, lo expresa tan bien y tiene las cosas tan claras que lo único que puedo hacer es levantarme y aplaudir...

Habla sobre la educación y el conocimiento como la base inexcusable de un necesario nivel social... Pero mejor que lo diga él mismo.

Por cierto, para los que deseeis seguir disfrutando de su pluma en internet (y por aquello de la autoria) os diré que está extraído de la pagina web: www. heraldo.xlsemanal.com


Homesplante la hueva emporá’ por Arturo Pérez Reverte

Hace unas semanas, en la tele, un deportista al que entrevistaban se hizo repetir tres veces la pregunta, y al final confesó que no podía responderla porque no entendía una palabra. Que no se aclaraba con el farfullo del periodista. Creo recordar que la pregunta era: “¿Homesplante la hueva emporá?”, formulada con cerradísimo acento andaluz. Al cabo de un rato, y tras darle muchas vueltas al asunto, llegué a la conclusión de que lo que el periodista había querido preguntar era “¿Cómo te planteas la nueva temporada?" Y oigan. Nada tengo contra los acentos. Lo juro. Ni contra el panocho de Mursia, ni contra el gallegu, ni contra el valensianet de Valensia, ni contra ningún otro. Todo es parte de la rica pluralidad, etcétera, de las tierras de España; y a mí también me sale el cartagenero cuando estoy con mis paisanos o cuando me cabreo y miento el copón de Bullas. Pero no se trata de acentos. Lo que me dejó incómodo fue el toque chusma de la cuestión. Para entendernos: hace sólo unos años, al periodista del homesplante la emporá, en su televisión, en su radio, en su periódico o en donde fuera, no le habrían dejado abrir la boca. Por cateto.

Y ahora dirá alguien, en plan buen rollito, que también los catetos tienen derecho a ser periodistas y preguntar cosas. Pues lo siento. Niet. Ni de coña. Los catetos, lo que tienen que hacer es dedicarse a otra cosa, o hacer los esfuerzos adecuados para dejar de ser catetos. Y los jefes de los catetos –y las catetas– que andan sueltos por ahí, preguntándoles por las huevas de la emporá a los futbolistas y a los premios Nobel de Literatura, lo que son es unos irresponsables y unos pichaflojas, incapaces de poner las cosas en su sitio y darle dignidad al medio que les paga el jornal.

Hemos llegado a un punto en el que todo vale, donde tener unas tragaderas como la puerta de Alcalá se toma por patente de salud democrática, talante y besos en la boca; mientras que poner las cosas en su sitio, exigir que los estudiantes estudien, que quienes escriben no cometan faltas de ortografía, que los que hablan en público controlen los más elementales principios de la retórica, o por lo menos de la sintaxis, se toma por indicio alarmante de que un fascista totalitario y carca asoma la oreja.

Es devastador el daño que hacen, en ese registro, dos elementos recientemente incorporados en masa a la vida pública: el periodista iletrado y el político analfabeto. Ambos flojean precisamente donde más sólidas debían ser sus vitaminas, y no me refiero sólo al lenguaje infame con que nos vejan a diario; sino también a lo que éste contiene. Un periodista utiliza el idioma como herramienta principal en su trabajo de informar y crear opinión, y un político es alguien que, aparte una presumible formación ética y una cultura –pero de eso no vamos ni a hablar, porque a fin de cuentas estamos en España–, necesita un conocimiento elemental de los recursos de la lengua en la que se expresa cuando habla en público o se dirige a sus ilustres compañeros –o cómplices, o lo que sean– de negocio. Y lo terrible es que la funesta combinación de ambos personajes, periodista iletrado y político cenutrio, es la que marca ahora el tono de la vida pública española.

Nunca hubo tal acumulación de disparates, de bajunería expresiva, de servilismo a lo socialmente correcto, de desconocimiento de las más elementales reglas de la comunicación oral o escrita. La ignorancia, la desorientación y la gilipollez son absolutas: bulling por acoso escolar, mobbing por acoso laboral, género por sexo, fue disparado por le dispararon o fue tiroteado, severas heridas por graves heridas, apostar en vez de proponerse, decidir, querer, intentar, pretender, desear o procurar. Y así, hasta la náusea. Cualquier murga nueva, cualquier coletilla, cualquier traducción pedestre del guiri, cualquier tontería o lugar común, hace fortuna con rapidez pasmosa y se propaga en boca y tecla de quienes, paradójicamente, más deberían cuidar el asunto. Todo eso, claro, acentos y farfullos aparte.

Y así, algunos desoladores productos de la nueva generación de periodistas hijos de la Logse, la desaparición de la antigua, venerable y utilísima figura del corrector de estilo en los medios informativos, y la ordinariez de la ciénaga donde a menudo se nutre la vida política española, nos tienen a merced de tanta mala bestia que nos bombardea con su zafiedad y su incultura, contaminándonos. Y nadie se atreve a exigir lo razonable: que lean y se eduquen, que cambien de oficio o que cierren la boca.

10 enero, 2006

IVA (Y VUELVEN)

Lo reflejo en este blog porque a mayoria de los medios de comunicación parece que se les ha olvidado contárnoslo: "El BOE publicó ayer la rebaja del IVA de la TV de pago." Se pasa del 16 al 7 por ciento de IVA.

Me encanta el eufemismo de "la televisión de pago" teniendo en cuenta que solo hay una. Por si alguien lo no sabe aún, se trata (sí) de Digital Plus, la tele de pago del grupo PRISA (que cuenta con otras dos: Cuatro y Localia). Eso hará que se reduzca el precio de la cuota y que, según ellos, se aumente el número de abonados.

Parece que nuestros gobernantes están interesadisimos en que nos abonemos como sea y que consumamos cuanta más televisión mejor... Se reduce el precio del IVA de la televisión del amiguete pero, manda huevos, los pañales siguen manteniendo ese 16% pese a las numerosas propuestas de padres desesperados. Claro que, donde va a parar, el fútbol o las pelis son un artículo de primera necesidad y no así los pañales que son un auténtico lujo que queremos permitirnos los que tenemos infantes. No podemos pasar sin los goles de Etoo, pero nuestros hijos si pueden pasar sin cagar... Ahora que me llamen facha o fascista que es lo típico... pero no... solo soy un padre que se deja una pasta en pañales (y que por eso no se puede abonar a Digital Plus).

Por supuesto, ayer subieron un 4'8 las acciones de Sogecable (propietaria de dicho canal) y así el señor propietario del holding se hace un poco más rico y poderoso… pero, no nos engañemos, todo es para que seamos un poco más libres, para tener más televisiones en nuestro mando a distancia y que seamos más felices.

Y burla, burlando… otra para el señor Polanco.

Luego dirán que el presidente del gobierno es ZP...

Ojalá.

09 enero, 2006

RESOLUCIONES Y DESPROPÓSITOS

Comienza un nuevo año. Los latinos hacemos propósitos. Los ingleses “new years resolutions”. Propósito suena a intento. Resolution a resolución, que es como más inquisitorial y obliga más. Yo éste, sin que sirva de precedente, las haré en inglés porque como dice Yoda: “hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes...”.

Si fuera famoso esto seria un comunicado oficial a los medios pero como no me conoce nadie incluido yo mismo, lo escribo aquí en éste mi blog que, contrariamente a lo que nunca supuse, empieza a leer más a la gente que nunca imaginé. Pretendía ser un “Diario de rodaje” para cuando comenzara ese “rodaje” pero como ahora mismo no puedo precisar cuando llegará ese día, se ha convertido en una especie de Pepito Grillo que me ayuda a seguir dándole vueltas a mi cabeza y no rendirme. Se parece más a un Diario de Guerra que otra cosa. Claro que, como dice Cameron (James no Diaz) “hacer una peli no es como ir a la guerra... Es la guerra.” Así que ya voy entrenando... Prometo seguir cuando esté “bajo el fuego” esté donde esté y a la hora que sea. Prometido queda.

Por último, desde aquí gracias a todos los que me apoyáis con vuestra lectura, vuestros comentarios o vuestras llamadas. Esta ha sido mi primera “new year resolution”: dar las gracias a los que están en estos “malos momentos” porque este año pienso devolveros lo que os debo con un montón de “buenos momentos”.

Ya sé que no esperabais algo así tan melindroso en este blog tan irónico siempre... Pero que se le va a hacer, es año nuevo. Pero nuevo de verdad. Así que ahí van mis “resoluciones”.


1. Seré un optimista existencial. Buscaré el lado bueno de todo, incluido el del coche que me va a atropellar un día de estos que cruzo sin mirar mientras voy pensando en mis cosas.

2. Me cabrearé mucho menos. (Sea el motivo que sea...)

3. Pensaré dos veces las cosas antes de decirlas. Y cuatro antes de escribirlas...

4. Seré más ordenado... empezando por mi cabeza. Aunque dada la situación social y política que me rodea dificil lo veo. (Vaya, aquí tengo que empezar a aplicar la primera resolución...)

5. Pondré en orden mis cuentas. Esto es particularmente importante porque siempre lo hago en tiempos de crisis, como es éste, y lo olvido en cuanto tengo pasta...

6. Escribiré un nuevo guión. (Aunque no lo me vayan a pagar, solo por recuperar el gusto de escribir lo que me dé la gana)

7. Rodaré esa maldita peli. (Porque se la debo a una persona).

8. Escribiré esa maldita novela (o libro) que tanta gente me ha pedido y con la que siempre coqueteo pero que nunca empiezo.

9. No seré tan sincero con la gente que no quiere que lo sea, y con otros muchos que no necesitan que lo sea. Así que sonreiré más...

10. No haré esos chistes hirientes y de colmillo retorcido que me caractericen aunque me los dejen a huevo... Muérdete un poco la lengua a veces Barbero.

11. Querré más a la gente que me quiere.

12. Demostraré más que les quiero a la gente que quiero y que me quieren.

13. Recuperaré al menos en este año un antiguo amigo...

Y ya no más. Sí, ya sé que son trece, pero otra resolución es dejar de ser supersticioso.

Ya está. Escrito queda... Podría decir que me conformo con llegar a final de año con la mitad de ellos cumplidos pero no, soy como el R.Madrid, quiero todos los títulos...

Y perdón por el paréntesis, mañana mismo vuelvo a mis artículos que podreis seguir leyendo con la periodicidad habitual. O sea, la que me permita el cuerpo. Por cierto, no cortaros a la hora de escribir los comentarios. Eso me hará saber que estáis ahí. Y una última cosa, a partir de mañana colgaré cosas de todo tipo (no solo mis escritos) sino todo aquello que me llame la atención o “se cruce por mi vida” por cualquier motivo...

Afectuosamente vuestro...

05 enero, 2006

EL DEFENSOR DEL MAYOR

El tiempo me debe estar haciendo más viejo. O quizá más crío porque las cosas que antes me eran invisibles ahora me afectan de sobremanera. Estoy aprendiendo, como los niños, a ver donde muchas veces los adultos solo encontramos vacío...

Como es día de Reyes estoy más infantilizado que nunca. Es curioso que con la cantidad de leyes, de normas, de mundología inspirada en los más pequeños, éstos estén más desprotegidos que nunca. Se hace una ley contra la violencia de las mujeres, las asociaciones de señoras golpeadas por sus malqueridos han decidido pasar a la acción, todos los días en los telediarios nos dan cuenta de que algún salvaje psicópata ha matado a su pareja femenina... sin embargo casi no se cuenta nada del maltrato infantil cuyas cifras son espeluznantes. Puedo ver con horror las fotos de una mujer cuya cara ha sido el puching ball de algún malnacido al que me gustaría que Tyson hiciera lo mismo con él. Compraría incluso las entradas en la reventa... Sin embargo no puedo contemplar siquiera un segundo imágenes en la que una hija de Satanás, haciéndose pasar por canguro, se ensaña con un bebé de meses. A veces el horror supera la barrera de lo permitido por mi cerebro y la mujer es una señora que llevó dentro de su cuerpo al crío, y a la que la ley denomina como madre... que perversión del lenguaje.

Sin embargo ellos, no tienen ninguna Asociación de Niños maltratados, vejados o muertos. A ellos, los adultos, les hemos creado un señor con cara de preocupación llamado Defensor del menor... y yo pienso que el menor es él porque menor es su visión... Se preocupa en estas fechas de que si los juguetes no tienen que ser sexistas, que si los videojuegos les vuelven violentos, que si la discriminación de bla, bla, bla... ¿Cuál es tu moral? ¿Dónde estabas anteayer a la hora de comer? Seguro que no viendo Tele 5. O quizá sí...

Esa infecta salsa de entrañas que se autodenomina Tomate emite en “horario infantil” así que se cuida muy mucho de que cuando aparecen imágenes de una señora de buen ver, y mejor cobrar las más de las veces, en una playa tomando el sol en tetas, unos tomatitos tapen sus pezones para proteger la moral de nuestros hijos. No entiendo yo esa moral (fachísima por cierto, ellos que van de progres) por la cual unas tetas corrompen a nuestros menores. Mi hija las verá pronto nada más bajar la vista y mi hijo, si la vida le lleva por el camino de la heterosexualidad, las perseguirá en poco tiempo y ambos llevan viendo las de su madre desde que nacieron... Así que no veo motivo del “tapamiento”. Sin embargo, segundos después nos vomitan unas imágenes que me ponen los pelos de punta. Peleas clandestinas de señoras en tanga, las más de las veces en una casa o local particular, que se ostian sin guantes, sin pudor, sin piedad... Lo unen a imágenes de boxeo femenino. Que barbaridad. Es como mezclar el programa de Arguiñano con documentales de caníbales y hablar de gastronomía... Lo peor no es la perversión, la manipulación, de una voz en off que une un deporte olímpico a una degradación del ser humano. Lo peor son las imágenes descarnadas de dos personas comportándose como fieras, la animalidad de los contendientes, la sinrazón de la violencia por la violencia... Pero ahí se olvidaron de poner los tomatitos. Las tetas traumatizan, el horror no...

Y para colmo, un charlatán con gesto apesadumbrado se pregunta quién se enriquece con estas peleas clandestinas. Yo le contesto: ellos en primer lugar, emitiéndolas, recreándose en la violencia gratuita durante minutos para rellenar un programa que es convenientemente vendido por más de treinta monedas de oro a la cadena... Que no insulten a mi inteligencia disfrazándolo de información. El telediario no informó de nada.

Mientras, mis hijos esperaban al Defensor del Menor. A día de hoy no ha dicho nada de que se emitieran esas imágenes en horario infantil. Que gran mentira la del “horario infantil”. Los infantes no tienen horario. Hay escenas que hacen daño a cualquier horario. Y a cualquier edad. ¿Qué falsa moral dice que el sexo (¿unas tetas en la playa son sexo?) les perjudica en su desarrollo y la brutalidad disfrazada de información no...

En mi casa, ellos podrán encontrar un PlayBoy en la mesa del salón, El Imperio de los sentidos en el mueble de los DVD, y el Amante de Lady Chaterley en la biblioteca pero nunca, nunca, a su madre y a mi protagonizar semejante espectáculo de degradación humana. Y apuesto a que su moral será más recta que la de los cabrones que se dedican a velar por ellos...

02 enero, 2006

¡¡¡PEPE, UN PURITO!!!


Nostalgia del año que pasó... No volveré a escuchar este grito de guerra ya clásico en el Carrusel deportivo de la Cadena Ser... ¡¡¡Pepe, un purito!!! Un grito que no era publicitario sino de identidad. Hasta mi hija cuando tenía poco más de un año, lo repetía cuando lo escuchaba por la radio... Mi hijo ya no podrá hacerlo. En fin, es el cambio de los tiempos. No soy fumador, pero empecé el año deleitándome con el tanga de la Igartiburu (¿para cuando un club de fans de esta chica?) y encendiendo un buen Cohíbas. Si fumar es de derechas, como dijo ZP, agarrarse a un purazo de esta marca símbolo del capital, supongo que es de extrema derecha... Vaya manera de empezar el 2006. Veremos como lo acabamos.

De momento se acabó el fumeque y empezó la cruzada contra los fumequeadores. Persigámoslos. Ellos nos quieren quitar nuestra salud. A por ellos. Al ataqueerrrrr, que gritaría Chiquito. Como decía Woody Allen, que escuchaba a Wagner y le daba ganas de invadir Polonia, este país a la que nos dejan un poquito, sacamos rápido esa Inquisición que llevamos dentro. No la inventamos pero, coño, que bien que la asumimos. Dije hace años, me apunto el tanto, que los ceniceros dentro de unos siglos se convertirían en lo que para nosotros hoy son las escupideras. Estoy camino de acertar. Otros con menos montan un 906 o un 803 de esos.

Yo seguiré fumando puros, en la intimidad eso sí, porque uno siempre pertenecerá a la resistencia contra cualquier tipo de autoridad. Mi anterior reencarnación debió de ser de la Francia de los primeros cuarenta o es que, como decía Berlanga en Todos a la Cárcel, cuando se pasa de una determinada edad a uno solo le apetece hacer la puñeta...

Una de las cosas que más me gusta de esta ley es que no se puede incitar a los jovenes a fumar. Así, se prohíbe la venta de cigarrillos de chocolate a los menores, o cualquier tipo de dulce o artículo que pueda inducir a los pequeños a fumar. Bien hecho. Una acotación, el lenguaje es importante así que deberían empezar a suprimirse en los colegios (o perseguirse, si nos ponemos severos) expresiones como Te voy a meter un buen puro o Vamos a fumarnos la clase.

Solo tengo una pregunta para esta ley: como guionista de cine ¿puedo hacer que uno de mis personajes fume? Y si es una película para menores ¿no es eso incitación al fumeque? ¿Es entonces ilegal? ¿Me obligarán entonces a quitar el personaje o modificarlo? ¿Será motivo de que en la calificación del Ministerio de Cultura la película no sea considerada como tolerada? Y como director ¿puedo obligar a un actor que en aras de lo que dicta su personaje se encienda un cigarro? No te digo ya si el actor en cuestión no fuma y piensa que dicha actitud va contra su salud... Y si, finalmente, lo hace ¿puede el operador o el de sonido denunciar a la productora ya que se está fumando en su lugar de trabajo?

Pues aquí no acaba la cosa... Anuncian ahora medidas contra el alcohol. Bieeeeeeeeeeen. Ahí si que no me pillan. No bebo nada. Casi ni agua. Pero surgen entonces más preguntas... ¿Habrá en los bares, como se han acotado ahora lugares para fumadores y no fumadores, zonas de bebidas alcohólicas y zonas de refrescos? ¿Se podrá beber en la oficina? ¿Habrá salas de bebedores? ¿Volveremos a las petacas escondidas? Ays que nostalgia me dan estas cosas...

Lo que me preocupa, en serio, es que como para la bebida no hay la excusa de “el bebedor pasivo” (como si existe la del “fumador pasivo”) ya que mis grados de borrachera no influyen en el hígado del tipo que tengo al lado bebiendo una Coca Cola, empieza a extenderse la razón para el "perseguimiento" de que los que beben cuestan mucho a la Seguridad Social. Es la nueva consigna: usted cuesta a la sociedad así que le vamos a apartar del sistema, o lo que es peor, se paga usted su adicción. Bieeeeeeeen. Apoyo la moción. Así ahorraremos dinero...

Pero... Si lo hacemos con los que beben ¿por qué no con los que comen? Lo de los gordos es indignante. Es intolerable la cantidad de calorías y colesterol que se mete la basca en el cuerpo sin tener en cuenta su salud y claro, luego los regímenes, los especialistas, las operaciones de reducción de estómago y demás ¿quién las paga? La Seguridad Social, o sea, usted y yo. A mí también me gustaría meterme entre pecho y espalda un doble Wooper con doble mayonesa, doble queso y doble patatas fritas todos los días y, sin embargo, resisto a la tentación. ¿Y saben por qué? Porque pienso en los demás, en el sistema sanitario y en que la sociedad no tienen por qué pagarme mis vicios... ¿No habría que iniciar ya mismo una campaña contra estos establecimientos dispensadores de colesterol a granel? ¿Por qué tienen bula entre nuestra infancia y juventud el Burger King o el McDonalds? De momento habría que empezar a prohibir sus anuncios dirigidos especialmente a los menores, al payaso ese más peligroso de John Gacy. Les hacen adictos a las grasas y a los conservantes. Pues eso... a acosarles, que ya están tardando.