“Aquí lo que tenemos es una falla de comunicación”
D. Pearce & F. Pierson en “LA LEYENDA DEL INDOMABLE” (1967)
Aviso: esta sentencia no es justa ni pretende serlo. No es vinculante ni siquiera en mi casa. No soy juez ni abogado defensor. Y, para colmo, soy parte interesada y subjetiva. Soy autor, practicante, y socio de la SGAE… Eso me haría culpable a los ojos de muchos pero, como siempre, pienso por mí mismo y no entiendo dicha sociedad de gestión como una secta, así que tengo mis propias opiniones que en ocasiones coinciden con las de su junta directiva y en otras no.
Así que, vamos a destapar un poco la caja de los truenos…
CONSIDERANDO QUE:
En este país es complicado que se pongan de acuerdo los vecinos de un bloque. Así que cuando más de un millón de personas deciden unirse en una causa común, pienso siempre que esa causa tiene al menos que ser considerada. Y no, no estoy hablando de manifestaciones. Hablo de gente que decide movilizarse, que invierte un poco de su tiempo en pensar y, después, adherirse a una lucha que lo "único" que te pide añadir tu firma en un papel. Y digo "único" porque obtener una firma cuesta mucho más de lo que podamos creer. Repartir pancartas o hacer que la gente se eche a la calle un fin de semana puede ser más o menos fácil dependiendo de los altavoces mediáticos con los que uno cuente pero... pida a cada uno de esos manifestantes que le eche una firmita aunque sea contra “el virus de la gripe”. El noventa por ciento arrugarán el morro o se harán los despistados. Admitámoslo: somos un país de sospechosos, de desconfiados, y no nos gusta firmar ni al cartero cuando nos trae un certificado.
Sólo por ese motivo, a priori, tiene mi consideración la plataforma “Todos contra el canon”. Ellos han conseguido unir a veintiséis organizaciones del sector de la electrónica y las telecomunicaciones, asociaciones profesionales, representantes de consumidores, internautas y demás fauna completamente heterogénea, y reunir un millón sesenta y nueve mil firmas. Y eso, señores, no es mucho. Es muchísimo.
ANTECEDENTES:
El gobierno junto con las principales sociedades de gestión de derechos de autor de este país (SGAE, CEDRO y no sé si DAMA) se han planteado cobrar un canon (un impuesto) sobre la compra de determinados equipos electrónicos y subir alguno ya existente. ¿El por qué? Nuestra legislación contempla el cobro de un canon sobre soportes vírgenes tales como CD’s y DVD’s como compensación a la copia privada, esto es, usted puede hacer una copia de seguridad de su disco o película favoritos y por ello se le piden unos céntimos para los autores. Muchas discusiones trajo ya este canon ya que muchos argumentan que estos soportes no siempre tienen como finalidad dicho uso y que yo puedo utilizarlos para grabar mis guiones o mi madre para guardar sus fotos… Ha generado muchos debates y podríamos seguir en ello, pero no cambiaríamos nada de lo existente, y volveríamos a enzarzarnos. Así que sigamos adelante. Hasta ahí estaba todo más o menos tranquilo hasta que hace unos meses se plantea ampliar el impuesto sobre aparatos electrónicos tan diversos como el MP3, los discos duros externos de ordenador, los teléfonos móviles, los escáneres, las impresoras, las fotocopiadoras…
FUNDAMENTOS DE MI DERECHO:
PRIMERO.- Desde mi punto de vista el canon antiguo era justo. Los autores deben cobrar una parte de esa “copia privada”. Bien es cierto que no todos los cds y dvds se destinan a ese uso pero, si miramos a nuestro alrededor, convendremos que un porcentaje mayoritario de ese material virgen se utiliza para grabar música y películas. En cualquier caso el coste es mínimo y, de igual manera que yo no cojo el bus, porque soy usuario del metro, supongo que parte del importe del “metrobus” que compro irá, sin embargo, a arreglar las cocheras de la EMT...
SEGUNDO.- Por el contrario, me parece una tomadura de pelo que me “vendan” que el canon digital servirá para lucha contra la piratería. Según un dato aparecido hoy en la prensa, la venta de cds piratas (los famosos manteros) ha bajado un 34%. Y la piratería casera, esto es, “yo grabo un disco y se lo paso a mi amiguete” no se combate en ningún caso con un canon sobre los equipos digitales. Cóbrese el canon pero dejen escudarse en la piratería, contra la que alguna entidad de gestión hace muy pero que muy poco donde sí puede hacerlo… Mala justificación.
TERCERO.- Según argumentan las entidades de gestión, la ampliación del canon digital sobre los aparatos se justifica porque “los creadores no pueden depender del precio de los soportes vírgenes, ya que éstos son cada vez más baratos”. Lo siento, pero los autores no dependen exclusivamente de la “copia privada” sino de la difusión de su obra, es más, la copia privada representa sólo una pequeña parte de lo que perciben. En cualquier caso, si el precio del material virgen baja es como si bajara el precio de la entrada del cine... ¿habría que cobrar entonces un canon por las palomitas? Como ciudadano no me parece justo. Los autores, como cualquier ciudadano, estamos sujetos a los movimientos del mercado y las subidas y bajadas de los precios de cualquier bien de consumo. Y si el material virgen baja y queremos seguir manteniendo el mismo nivel de recaudación pues habrá que cobrar más cara la entrada al cine o el disco original. Peor justificación.
CUARTO.- La argumentación de las entidades de gestión para quitarse de encima el aluvión de críticas recibidas por los usuarios y viendo el coste de imagen (mala imagen) que están sufriendo alegan que la ley obliga a pagar este canon a los fabricantes, no a los consumidores… Un razonamiento que insulta a la inteligencia cualquiera: todos sabemos que una subida de precio en cualquiera de los bienes primarios termina repercutiendo en el precio del consumidor final… Es decir, usted y yo, y nunca Sony, TDK... Pésima justificación.
QUINTO.- Los fabricantes tecnológicos, contra el canon, argumentan que no se pague indiscriminadamente por todos los equipos ya que muchos soportes objetos del gravamen no se utilizan, como función primordial, para grabar/reproducir contenidos protegidos. Y, lo siento porque son grandes multinacionales, pero tienen razón. Vale que se pague por un MP3 cuya función primeral es la reproducción de música pero… ¿que se pague por un teléfono móvil? Pues no, mire usted, porque yo con el mío (como la mayoría de gente que conozco) me dedico a hablar por teléfono y no a escuchar a Alejandro Sanz... aunque tuviera la posibilidad de hacerlo. Y se me ocurren otros muchos usos secundarios que puede tener un móvil pero me tacharían de pervertido. Pero por esa misma razón habría que aplicar ese canon a unos altavoces, o a unos cables de sonido…
¿Y por qué he de pagarlo por disco duro externo de ordenador? Es un soporte de almacenamiento genérico, esto es, back ups. ¿Que puede contener archivos de música y películas? Pues sí, pero como mi mueble del salón donde guardo los cds y dvds y no creo que, por el momento, sea objeto de dicho canon.
Más peregrino aún resulta aplicarlo sobre escáneres, fotocopiadoras o impresoras por el hecho de que estos aparatos pueden ser usados para “piratear” libros. Podría hacer un chiste fácil sobre un país que apenas compra libros, que lee menos y que fotocopia… ¿cuántos? Estoy seguro de que en una encuesta que hiciera la pregunta: ¿Qué ha hecho usted en el último año con una fotopiadora”? la opción “echar un polvete sobre ella” ganaría a “fotocopiar un libro”. No parece, pues, que el uso principal de estos aparatos sea el pirateo editorial… Con ese mismo razonamiento se podría aplicar el canon sobre folios en blanco que pueden ser utilizados para copiar manuscritamente el último Premio Planeta… o la silicona que se implanta en los labios porque con ellos se va a tararear la última de Alejandro Sanz. Estúpida justificación.
SEXTO.- Vayamos a los números que son siempre entes concretos. Según información de El Mundo digital del miércoles 14/03/2007, (http://www.elmundo.es/navegante/2007/03/12/tecnologia/1173691712.html)
el aumento de precio en esos aparatos de uso doméstico oscilará entre un 26% y un 30%. Simplemente una barbaridad. En cualquier caso, suenan más abuso impositivo de gobierno y entidades de gestión que a defensa del autor (sobre cuyo reparto habría mucho que discutir… pero como dijo Groucho Marx: Ese es otro cantar. Y muy desafinado)
FALLO QUE:
De igual forma que todos convenimos que una película es una obra de creación en la que muchos trabajadores ponen su creatividad, en mayor o menor medida, al servicio de una obra total y que, sin embargo, la ley sólo considera como AUTORES al director, el guionista y el músico.
De igual forma que pese a que la fotografía, la dirección de arte, o el sonido pueden tener en ciertas películas mucha más creatividad que las que aporta la dirección, el guión o la música, y sin embargo la ley estableció que su trabajo no generaba derechos de autor ya que si se seguía tirando del hilo podríamos llegar a inferir que hasta la sastra podía ser autora... Así todos establecimos que en algún límite hay que poner la “raya” de la autoría…
Por esas mismas razones hay que poner unos límites claros sobre qué aparatos que reproducen una obra deben dar lugar al cobro de los derechos de autor sin que dicha raya sea movida cada vez que las entidades de gestión de derechos de autor descubran un nuevo aparatito con botones...
Cuando el principal interés es el cobro, la justificación de esos nuevos límites puede en ocasiones llegar al paroxismo de la estupidez y a que por las mismas razones esgrimidas se pueda terminar aplicando el canon digital a una botella de Anis del Mono (que tan bien hacía sonar Ismael y la banda del Mirlitón) y con la que podría interpretar el Corazón Partío.
P.D.: Quizá a alguno le haya extrañado la cita de hoy. Es mi homenaje a gran Stuart Rosenberg que murió ayer. Magnífico director de cine y autor de La Leyenda del Indomable, película de uso imprescindible para todo aquel que aspire a ser un rebelde. Fue mi Biblia de juventud y aún hoy lo sigue siendo… Gracias a ella hoy, siendo autor, puedo escribir un post como éste.