15 febrero, 2007

SAN VALENTIN LLAMA A TU PUERTA...

"La opinión general da a entender que vivimos en un mundo de odio y egoísmo, pero yo no lo entiendo así. A mí me parece que el amor está en todas partes. A menudo no es especialmente decoroso ni tiene interés periodístico pero siempre está ahí. Padres e hijos, madres e hijas, maridos y esposas, novios, novias, viejos amigos... Cuando los aviones se estrellaron contra las torres gemelas, que yo sepa, ninguna de las llamadas telefónicas de los que estaban a bordo fue de odio y venganza. Todas fueron mensajes de amor. Si lo buscarais, tengo la extraña sensación de que descubriríais que el amor en realidad, está en todas partes."

Richard Curtis en LOVE ACTUALLY (2003)



Día de San Valentín. Hay que ponerse románticos. Yo lo tengo complicado. Mi mujer dice que soy el único donante de corazón que sigue vivo. Y no es cierto. Hace tiempo que estoy muerto. Es la mejor manera de defenderme de las agresiones externas de este mundo cabrón sin pensar en descerrajarme un tiro una tarde sin otra cosa que hacer. Woody Allen afirmaba que siempre que tenía un episodio suicida transitorio se metía en un cine y veía “Una noche en la ópera”. De esta forma, los hermanos Marx le habían salvado la vida en multitud de ocasiones. Viendo a unos tipos tan mayores haciendo esas absurdeces uno tenía constancia de que la vida era mejor no tomársela en serio. Y es la puñetera verdad. La vida se parece más a una película de los Marx que a una de Bergman.


Yo me considero un romántico en mi vida privada (como si alguien tan anónimo como yo tuviera otra que no fuera ésta). Mismamente, escuché violines cuando besé a mi primera novia o cuando, una hora más tarde, ésta me dejó. Gracias al cine, mis fracasos siempre los vi como triunfos. Si hasta al mismo Bogart le dejaron plantado, y era mítico, ¿cómo iba a quejarme yo por un par de reveses…? Gracias al cine, fui creyendo en el amor y haciéndome un romántico. Y es que, las películas siempre nos hacen mejores. Habitualmente recurro a alguna para crearme estados de ánimo cuando la realidad no da más de sí. Para intentar hacer mías las historias de otros e interiorizarlas para ver si me crece un nuevo corazón. Puro método Stragsberg, vamos. Las buenas comedias románticas no fallan. Nos hacen pensar que una chica estilo Meg Ryan/Julia Roberts está esperándonos a la vuelta de la esquina y que caerá rendida a nuestros pies con una sola sonrisa. Yo me lo creo. Necesito creerlo. Pero me deprimo cuando descubro no me parezco a Hugh Grant y que todavía no he dado con esa maldita esquina. Pero también sé que existe y no dejo de buscar…

En esas crisis recurro a Love Actually. Hoy volveré a verla. Es una historia de amor que contiene todas las historias de amor... y de desamor. Por eso la quiero y por eso la odio porque nos hace creer que el amor puede ser algo maravilloso aunque, en muchos casos, “nos cose a leches”... Es una película trampa. Todo un riesgo dependiendo del personaje en el que nos veamos reflejados. Me cortocircuita porque nunca se con quién me voy a identificar en esa proyección y puede ser que en vez de levantarme la moral consiga hundírmela un año más. Por eso me excita: es como jugar a la ruleta rusa con el corazón. No siempre sale bien. Mismamente, he muerto muchas veces viendo esa película...

Pero que seguiré enamorándome un par de horas al año. Es la dosis máxima que me ha permitido mi médico. Y si San Valentín llama a mi puerta... le diré que deje dos cajas.

Ah no, que ese es San Miguel...


P.D. Que no os engañen. Hoy no es el día de comprarle un regalo a la persona que queréis. Es el día de decirle, siemplemente, Te quiero.

P.P.D.: Te quiero churri. No busco ya esa famosa "esquina" porque hace tiempo que se me cayó encima. Era sólo una licencia poética...

11 febrero, 2007

ECOS DE GOYAS

Como ya ocurriera el año pasado, Enrique Villén (flamante ganador del Goya) nos cuenta sus impresiones desde dentro de la gala de entrega de premios de la Academia. Podría parecer que ahora las cosas le irán cuesta abajo. Pero no. En este país hasta las cuestas abajo son cuesta arriba.

Publico la carta que me envió el otro día que, lejos de ser triunfalista, es un SOS. O una bofetada en las conciencias.

Yo, mucho más pesimista que él, creo que los indicios de recuperación que él cree vislumbrar corresponden a motivos que poco o nada tienen que ver con el cine español.

Pero es que estoy de obras en casa y eso mina la moral de cualquiera.

Saludos.

P.D. Como veréis, opina en algunos temas de forma radicalmente al autor de este blog y aquí está: publicado. Ya he dicho en multitud de ocasiones que este es un foro de confrontación de ideas pero siempre, siempre, con educación (y descanso).


ENHORABUENA ACADEMIA por Enrique Villén

Hola, soy Enrique Villén, el año pasado mandé una carta abierta titulada “Mea Culpa” referente al artículo escrito por Pedro sobre la Gala de los Goya y terminaba diciendo: “No quiero, que mi crítica a la Gala parezca una pataleta porque no me lo han concedido. Estoy más que satisfecho con la nominación.”

Este año 2007 he titulado mi carta “Enhorabuena Academia” y no quiero que parezca peloteo; porque este año si me hayan concedido el Goya, aunque estoy más que satisfecho, pese a que algún cortometrajista nominado se dedique a injuriar, mentir y desprestigiar a un servidor.

Quiero dar mi enhorabuena a la Academia porque este año hemos hecho una gala espectáculo y hemos dejado de politizar nuestra fiesta. Ósea, que vamos, según mi humilde opinión, por el buen camino y si no, ajustémonos a la realidad de los datos: 1.000.000 de espectadores más en la audiencia de televisión. Y eso se lo debemos a la nueva junta directiva y a ese comunicador que se llama “Carpacho”, que consiguió una Gala divertida, ligera y amena. Bien es cierto que estamos a años luz de los Oscar, pero creo que siguiendo por este camino, con sentido común, más tiempo y presupuesto podamos emularlos.

Perfecta…, por supuesto, que no fue, pero conseguimos reírnos de, con, nosotros mismos y eso está… pero que muy bien.

En cuanto a ti Pedro, como siempre gracias por acordarte de mí en tu blog; Se que te alegraste de manera sincera, aunque me gustaría aclarar que este Goya que me ha sido concedido son de esas sorpresas agradables que te da muy de vez en cuando la vida. Y digo esto por la siguiente reflexión: Llevo 25 años en la interpretación. Tardé 24 para que me concedieran la nominación como actor de reparto…. Y no me lo concedieron. Ese mismo año en una comida Salvador Gómez director del cortometraje “A ciegas...” , me enseñó el guión y me dijo que le gustaría que interpretara el protagonista, que J.L.Garci le iba a producir el 50% ; lo leí, me gustó y le dije que no sólo aceptaba su oferta, si no que además, yo ponía el otro 50% de la producción…. El caso en que realizamos el corto y nos nominan al Goya…. Pero no sólo eso, si no que encima, nos lo conceden. ¿Es o no una broma del destino?

Después de esta “broma” de buen gusto, otra de mal “gusto”. Tengo el Goya como productor, ¿Y para qué sirve…? Canal Plus no lo compra, TVE no contesta, la TVG dice que no compra porque no está en gallego, la TV Catalana no compra, sin más explicación. “Agarrate esos machos”. La TV Andaluza no compra. No nos llaman de ningún festival de España, (excepto Almería en corto), pero sin embargo recibimos a los dos días de concedernos el Goya, 18 ofertas de festivales en EEUU y nos llama una distribuidora Francesa interesada en nuestro corto para distribuirlo por todo el mundo…. Surrealista ¿no? Para ser justos diré que la TV Valenciana, la Aragonesa y la vasca sí están interesadas.

Esto pasa con los cortos… y con los largos igual. Entre las subvenciones, los intereses económicos y nacionalistas y otros entes abstractos estamos jodiendo el cine español.

No os canso más pero, por favor sigamos luchando, y apoyando a nuestro cine.

Recibir un fuerte abrazo de un trabajador de la escena.

Enrique Villén.-

PD: Si estoy contento de haber recibido este Goya es por mi madre; Se llama Rosario Moya y en la residencia donde vive la llaman Rosario Goya y eso le gusta. Y a mí, ni os cuento.

08 febrero, 2007

GOYAS: AÑO DOS


"Yo creo que el único premio posible es el dinero.

Es mucho más decorativo que una estatuilla y puedes comprarte un traje de Armani..."

Pedro Almodóvar


Comprendan ustedes que me es difícil hablar de cine español. Apenas lo veo desde hace varios años. No tengo nada contra él. Simplemente me aburre las más de las veces y casi siempre no me interesa nada de lo que me cuenta, ni cómo me lo cuenta. Según el ultranacionalismo imperante en esta bendita profesión, uno (por mor de su ocupación) debería hacer proselitismo del cine patrio… pero no. Lo siento. Si las cosas me van bien en un futuro próximo, alguien me sacará algún día este artículo diciendo que soy un resentido que sólo miraba para otro lado porque no me dejaban entrar en el club. Que, como buena zorra que soy, digo hoy aquello de “Bah, las uvas están verdes…” Pero, coño, es que están verdes. Mañana no sé, pero a día de hoy están verdísimas y no son uvas sino peras…

Al igual que mi páncreas no procesa la glucosa, mi desquiciado cerebro ya no soporta las malas historias. Sean de donde sean. Soy el tipo menos nacionalista que conozco, y cuando se trata de alimentar a mis neuronas, soy más exquisito que Lecter en un Mac Donalds. Las conexiones sinápticas no se interesan por la lengua de las historias que necesitan devorar para sentirse vivas. Solo se mueven complacidas cuando el manjar está a la altura y no preguntan por la bandera de la manduca. Y yo, viviendo de lo que producen esas neuronas, sólo les alimento con lo mejor. Venga de donde venga.

Así pues no entiendo este nacionalismo “cinematografil” porque no existe el nacionalismo literario, por ejemplo. No he oído yo a ningún ministro decirnos que leamos a Cela, a Reverte o a Marías frente a Paul Auster, Crichton o Sófocles, por poner ejemplos que están en las mentes de todos.

Un amigo mío dice que el cine sólo tiene dos nacionalidades: el bueno y el malo. Yo, como bien sé lo difícil que es hacer una peli, lo rematadamente complicado que es hacerla bien, y lo casi imposible que es que tenga éxito… me cuesta mucho decir si una película es buena o mala. Me conformo con saber si funciona o no… Y eso son datos empíricos. Son hechos y no opiniones y, perdónenme ustedes, no es posible refutarlos. Luego el tiempo dirá si el metraje es una obra de arte o no quedará ni para banquete de bacterias que se llevarán los lustros.

Y un año más llega la ceremonia de los Goyas que es a lo que íbamos. Apenas he visto ninguna de las películas presentadas. Volver. Lo hice por la razón que antes exponía: la ha visto mucha gente, y algo debía de tener. De la misma forma, y pese a los comentarios, veré Alatriste. Qué se le va a hacer. Intento ser coherente…

Volver ha sido mi vuelta al cine de Almodóvar. No se por qué mi intuición me decía que me iba a gustar. No me equivoqué. Me gustó. Muy bien rodada. Un guión ágil y que engaña al espectador como ahora se lleva. Como soy muy malo incluso he pensado que es una “respuesta” a Los Otros, la peli de Amenábar. Su negativo perfecto… Como no quiero destriparla a aquellos que no la han visto no seguiré contando pero si queréis, profundizaré más en los comentarios.

Almodóvar, Pedro como dicen aquellos que quieren darse el pisto de tener confianza con él, no acudió a la ceremonia de los Goya. Personalmente creo que porque pasa bastante de los premios de cine patrio. Sabe que con lo cainitas que somos, se conceden más por filias y fobias de los votantes que por la calidad de los que acuden a concursar. Esas dos Españas que se dan en todos los campos de este país no pueden dejar de acudir a los Goya. Yo pienso, querido manchego, que esas bandas existen desde siempre. Incluso cuando te han dado los premios. Pero entiendo, y te apoyo, en que a una determinada edad y a una determinada altura uno ya no tiene que quedar bien con nadie. Además, en una estantería en el que hay Oscars (en plural), Césares y todo tipo de distinciones personales como Caballerías y Órdenes de Imperios, los Goya son poca cosa para lo que abultan.

Y más cuando, como tú sabes, la ceremonia sólo sirve para que este patio de vecinas critique si estás más gordo o más delgado, más alto o más bajo, si tu novio es lo suficientemente guapo o se nota que va a por tu dinero, y ver la cara que pones si no te lo dan (porque desean que no te lo den “porque no te lo vas a llevar todo”). Que bien está que seas un ganador pero no un arrasador. Aquí nos gusta tirarle piedras a las glorias nacionales y darles un baño de perdedor a los ganadores… para que no se suban mucho a la parra aunque todos sepamos que es un peral. Ya sabes: más papistas que el papa y menos españolistas que los americanos. Y si por ahí te dan palmaditas en el lomo cuando estás arriba aquí te damos collejas a poco que te descuidas. Son los mismos aquellos que te llamaban maricón cuando cantabas en el Rock-Ola y retratabas todo tipo de personajes marginales en tus películas, esos mismos, ahora te reconocen como “un maravilloso realizador que ha creado un mundo muy personal plagado de maravillosos personajes marginales…” Ya sabes, la diferencia entre el jodío moro o el respetable árabe.

Así que, yo te apoyo, no vayas. Que eso del glamour del cine español es una milonga. Que hasta la alfombra roja es verde, que el presidente de la Academia es presidenta (las cuatro últimas), que por etiqueta rigurosa algunos académicos entienden el vaquero y las zapatillas de tenis de los domingos y que las estrellas del cine español que presentan la gala son de la televisión española, que no de la Primera… Que no nos aclaramos, vamos. Eso sí, vender lo que se dice vender, que bien nos vendemos.

Si la Gala de los Oscars es una mierda presentada por Billy Cristal, la nuestra es cojonuda con Corbacho al frente. Si allí obligan a Penélope a gritar ¡¡¡¡Pedro!!!! perdiendo las formas, aquí llora con sentimiento al recoger el Goya, como debe ser. Si allí es una ceremonia larga, aquí aunque se haga larga, es mucho más corta. Y, la definitiva que cae por su propio peso: Hollywood está muy lejos y lleno de americanos… Y, ante todo, somos antiamericanos. Aunque luego nos encante salir en Miami Vice.

Este año tenía, como en la pasada edición, dos amigos nominados. Uno perdió… ¡¡¡por séptimo año consecutivo!!! Roque, tranquilo monstruo, así te ahorras el discurso de agradecimiento y el año que viene lo tienes mucho más ensayado.

El segundo era Enrique Villén. Si el año pasado le birlaron el Goya al mejor actor de reparto por su trabajo en Ninette, en esta edición ganó el premio al Mejor Cortometraje de ficción como productor y protagonista de la obra. El dice que es sólo un accidente pero muchas grandes carreras empezaron con un hecho inesperado...

Bien sabe Dios, el que está en el cielo no Billy Wilder, que ha sido la primera gran alegría del año. Es un buen augurio, aunque sólo sea porque por primera vez en mi vida he trabajado en una peli que se lleva un Goya (he diseñado el cartel). Y si el año pasado que perdió le dediqué este post ¿Por qué no he comentado hoy su victoria? Por una sola razón. Este es un país en el que, en los buenos momentos, todo el mundo acude siempre en ayuda del vencedor… así que este año no quise colocarme en primera fila para darle mi aplauso y mi abrazo. Tuvo mi sonrisa. La sonrisa cómplice de saber que el que persevera, el que hace bien su trabajo, el que no se rinde, el que lucha, termina ganando…

Sí. Ya sé que yo no creo en esas cosas, pero esa noche gracias a Enrique, por un momento, quise creerlo.

Felicidades hermano.