27 junio, 2006

¡OH CAPITÁN, MI CAPITÁN!

"Todos necesitamos ser aceptados, pero deben entender que sus convicciones son solo suyas, les pertenecen (...) aunque toda la manada diga: ¡no está bieeen!
Robert Prust dijo: ''Dos caminos divergen en un bosque,
y yo tomé el menos transitado de los dos, y aquello fue lo que cambió todo''.
Quiero que encuentren su propio camino..."

Tom Schulman en "EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS" (1989)



Lamento haberme retrasado tanto en esta última entrega. En serio. Pero no os he olvidado. Este blog se ha convertido en una especie de droga, de obligación contractual que hace que tenga mala conciencia cuando sé que no estoy cumpliendo. Algunos de vosotros me lo habéis recordado por email por si acaso no fuera suficiente con ese maldito Pepito Grillo (al que un día tirotearé convenientemente) y que no me deja comportarme como esa cigarra de mala fama a la que ni el cuento, ni las generaciones posteriores, supieron entender decantándose por esa stajanovista bienpensante que era la hormiga.

En cualquier caso, prometo hacer un fuerte propósito de enmienda. Además, desde este sábado cuento con un poderoso aliado… No. No es la Fuerza que diría George Lucas. Es un portátil de penúltima generación que diría Bill Gates y que me permitirá conectarme, por mor de eso llamado Wifi, desde cualquier cafetería o local modernillo en que se reúnen los frikis cosmopolitas de mi barrio.

No es una excusa pero… el motivo de mi ausencia ha sido los ya olvidados por mí, exámenes finales. He vuelto a sentir la emoción, desde el otro lado esta vez, de lo que es un final de curso. De las historias y las histerias del último momento. He tenido que preparar exámenes, corregirlos, leer más de cuarenta trabajos, guiones y proyectos de historia que, estoy seguro, alguno verá la luz.

Así he llegado hasta hoy. Un día en el que ha expirado mi contrato (moral aunque para mí tenga más valor que uno pasado por notario) con la escuela de cine que ha ocupado mi cabeza en los últimos cuatro meses. Llegué para sustituir a un desertor académico que descubrió que recibir clases es fácil pero que impartirlas es una de las responsabilidades más importantes a las que alguien puede comprometerse. Uno puede pensar que vale con contar cualquier cosa, cualquier anecdotilla simpática, pero cuando se encuentra frente al toro que son los alumnos, cuando se enfrenta a sus preguntas, a sus inquietudes, y lo que es más peligroso, a sus miradas, descubre que no se puede engañar. No valen milongas ni hacer malabares. Ahí hay que "arrimarse" y sacar el “arte” que se lleva dentro. Y si la “faena” no es buena, sus caras te gritan más cosas que el Tendido del 7 en una corrida de Jesulín.

Yo, según entré en clase, lo primero que les conté es que no era profesor. Solo era el “Señor Lobo”, ese personaje de Pulp Fiction que acude vestido de smoking para ayudar a los dos protas a deshacerse de un cadáver. No se mancha las manos. Solo les cuenta lo que tienen que hacer para salir del apuro. Ese era yo. No podía hacer el trabajo por ellos. La directora me llamó para que me ocupara de una asignatura que estaba cadáver. Mi labor era reanimarles y llegar al final… Pero era mentira. Yo no podía hacer nada... tenían que hacerselo a sí mismos a base de trabajo y esfuerzo. Ah, todo esto, en poco más de tres meses.

Funde a negro.


Abre de negro. Rótulo: Cuatro meses después…

Ha sido duro. No os aburriré narrando cada una de las anécdotas que me han ocurrido durante un trimestre y pico sin embargo os diré que ha habido momentos deliciosos. Cuesta pero cuando uno contacta con la cabeza de veinte alumnos hay algo en el ambiente que se transforma en magia… Y eso, finalmente, ocurrió.

Lo mejor es que he encontrado trabajo, su trabajo, he encontrado ambición, he encontrado talento… y sobre todo, he encontrado gente con ganas de seguir luchando. Porque eso es lo más importante en nuestra bendita profesión: la lucha. Las cosas no están ahora peor de lo que estaban hace cuarenta años. Tampoco mejor. El glamour de nuestros días ha desdibujado que sólo somos bufones que ayudamos a la gente a seguir soñando, a olvidarse de sus preocupaciones diarias y algunos, los elegidos, consiguen hacerles pensar… Pero no debemos olvidar que somos los últimos, los prescindibles, los “huevos imaginarios” de una sociedad cada vez más pragmática… aunque, como muy bien dijo Woody Allen, quizá sean esos huevos, esas historias, las que hagan que nuestra vida tenga sentido…

Por eso necesitamos gente con ganas de seguir “poniendo huevos”. Y es lo que me sigue enamorando de esta profesión: que día a día nos encontremos más personas que quieran narrar, que quieran trasmitir, que quieran ver el mundo con otros ojos… Y eso, amigos, con los tiempos que corren, es un milagro.

En cuanto a mi... Cuando empecé, allá por febrero, me planteé que clase de profesor quería ser. Escogí un modelo, siempre es bueno tener un modelo, y seguir a pies juntillas su “método”. Como hombre de cine que soy, no hace falta decir que no elegí a alguien real. He tenido estupendos profesores pero habría copiado sus virtudes y también sus defectos. Necesitaba alguien perfecto. Además tengo la maldita manía de intentar alcanzar lo inalcanzable. El maestro que yo hubiera querido tener era John Keating el estrambótico profesor de El Club de los poetas muertos, aquella maravillosa película de Peter Weir. Lo que me enamoró de aquel personaje es que su forma de enseñar nada tenía que ver con los conocimientos. El saber lo puede trasmitir casi cualquiera. Se puede adquirir de cualquier buen libro. Hay increíbles autodidactas que nunca fueron enseñados académicamente… Lo que yo pretendía copiar era su método: él conseguía que los alumnos se enamoraran de lo que hacían. Que aprendieran a pensar por sí mismos. Que descubrieran que querían amar la literatura. Cuando uno se enamora todo es más complicado… pero también se tiene más fuerza…

No seré yo el que diga si el objetivo se cumplió pero la última clase se pareció mucho al final de la película. Cuando entregué a los alumnos los trabajos que habían hecho durante mi curso, en la última página, iba una carta dedicada para cada uno de ellos. Era una carta única en cada caso, sincera, escrita a pluma (como siempre que escribo algo personal) en la que… bueno, no daré detalles de lo que les contaba. Solo diré que les animaba a seguir. A luchar por todo aquello por lo que estaban allí… Si esa era la enseñanza que habían sacado de estos cuatro meses lo demás vendría solo...

De repente, se hizo un silencio sepulcral mientras las leían y, como por arte de magia, sin motivo aparente… ¡empezaron a aplaudir! No podía creerlo. Fue espontáneo y sincero. A veces la realidad supera con mucho a lo que uno pudiera haber pedido si le hubieran dejado elegir...

Hacía mucho, mucho tiempo, que no me sentía tan bien. Y, desde luego, ese aplauso ha sido más caluroso que el que haya podido recibir cuando he ganado algún (escaso) premio y, por supuesto, el que, con mucho, me ha hecho sentir que el trabajo había sido bueno. Son esas cosas que le hacen sentir bien a uno consigo mismo, pero esta vez con mucha más satisfacción porque tienes la sensación de que además has ayudado a alguien a crecer…

Lo dicho, chicos, espero veros ahí algún día… incluso peleando en algún equipo contrario. Ganándome en el terreno de juego. No importa. Esos triunfos, en una pequeña porción, allí en el principio, los sentiré como míos y os aplaudiré con una enorme sonrisa desde el patio de butacas…

¡Oh capitán mi capitán!

06 junio, 2006

SATAN SUPERSTAR

—Yo no creo en el diablo.
—Pues debería, porque el cree en usted.

K. Brodbin y F.A. Capello en "CONSTANTINE" (2005)



Hoy nace el anticristo. Según satanistas bien informados y avispados productores de Hollywood, el 6/6/06 es la fecha. Manda huevos. Y yo que pensaba que ya estaba entre nosotros... Anda que no nos han anunciado veces el feliz alumbramiento. Se han hecho todo tipo de combinaciones y cábalas en el pasado. Todas fallaron. La fecha es hoy: el día sexto, del mes sexto, del año sexto, del milenio... ¿segundo?. ¿No debería ser del sexto milenio? ¿A qué tanta prisa?

Pero claro, puestos a vender revistas con bodas y bautizos, no se iba a quedar atrás el hijo de Belcebú. Ya es hora de ir acabando con este mundo cruel que no parece dar más de sí. Aunque si es tan cruel ¿por qué no querría Satán seguir manteniendo abierta esta pequeña tienda de los horrores? En cualquier caso, donde esté un buen Apocalipsis que se quite un mal paraíso. A partir de hoy, el demonio comienza a cerrar el chiringuito. Según San Juan, primero y patrón de los cronistas sociales, las cosas comenzarán a torcerse desde que el sol salga esta mañana... ¿Así que esto va a ir a peor? ¿Donde vamos a ir a parar...? Obviamente, la pregunta es retórica, claro está.

Bueno, hasta que el niño en cuestión cumpla los 18 todavía nos queda tiempo para divertirnos un rato porque, digo yo, el bebé de Rosemary, Damien, o como quiera que vayan a llamar al tierno infante, no será desde el día de su nacimiento un cabronazo, ojo, no lo digo como insulto sino como derivado del macho cabrío que se supone que será... Supongo que empezará primero haciendo trastadas a eso de los ocho meses, luego pasarán a ser travesuras, más tarde putaditas... y así hasta que salga en el telediario por haber ganado unas elecciones y declarar ante el mundo el cierre definitivo...

Aunque, no nos engañemos, probablemente haya gente que pida diálogo con él.

Lo que no me gusta es eso de Anti-Cristo. Nunca me han gustado los anti nada. El demonio tiene la suficiente personalidad como para que no le consideremos el negativo de El. Ya es hora de cambiarle el nombre: SuperDemon, HiperMaligno o MegaLuzbel son más vendibles y dados los tiempos que se avecinan son mucho mejores para una buena campaña de marketing, que falta le va a hacer.

Yo, por el momento, voy a ir sacándome el carné de satanista. Sabiendo ya quien va a ganar, es hora de ir apuntándose a caballo ganador. ¿Qué luego viene Buda, Yaveh, Alá o cualquiera de los buenos? Pues ya veremos. Lo de Satán es seguro. De Dios hace tiempo que no tenemos noticias...