21 agosto, 2007

¡¡¡LIBROS GRATIS!!!

" Tu tía es una mujer afortunada porque tiene dos vidas:
su vida y la del libro que escribe."

M. Cunningham y D. Hare en LAS HORAS (2002)



Traigo hoy hasta este blog un artículo de Alberto Vázquez Figueroa. Reconozco que es un autor al que envidio. No por sus novelas, del que no soy gran entusiasta, sino por su estilo de vida: reside en mi amada Lanzarote, en una casa junto al mar y, según su propia confesión, se levanta por las mañanas y, según esté el día, pesca o escribe... Se dedica a vivir, en el más amplio sentido de la palabra, y escribir es una actividad más de esa dedicación: ni la más importante ni la primordial. Estos días es noticia porque ha decidido "colgar" su nueva novela en internet, ofreciéndola gratis a todo aquel que quiera leerla. Aunque, por supuesto, se publicará en tapa dura para aquellos lectores "clásicos". Una decisión muy polémica y, desde luego, pionera... Pero, el bueno de Alberto ya nos tiene acostumbrados a su "mentalidad" visionaria: suyo fue un proyecto de desalinizadoras para potabilizar el agua del mar y que el partido socialista hizo suyo (aunque todavía no hayamos visto una). Os dejo aquí el artículo, con el que se puede estar de acuerdo o no, pero que en cualquier caso da que pensar. Y después a pelearnos... que es de lo que se trata.



Mis novelas gratis

Alberto Vázquez-Figueroa

A partir de ahora mis novelas se editarán simultáneamente en edición “cara”, de las llamadas “de tapa dura”, en edición de bolsillo a mitad de precio, podrán descargarse gratuitamente en “Internet” y todos los periódicos o revistas que lo deseen están autorizados a publicarlas al estilo de las antiguas novelas por entregas con la diferencia que en este caso no tendrán obligación de pagarme nada en concepto de derechos de autor.


Me han preguntado si es que me he vuelto loco, me sobra el dinero o pretendo arruinarme y arruinar de paso a mi editor. No es el caso.

He meditado largamente sobre el tema y he llegado a la conclusión de que hoy en día hay público para todos los niveles adquisitivos del mismo modo que quien lo desea puede almorzar en un restaurante de lujo, en una simple hamburguesería e incluso acudir a un comedor social.

También puede hacerse un traje a medida, comprárselo en unos grandes almacenes o en un rastrillo dominguero.

Igual ocurre en la mayor parte de las facetas del consumo, excepto en lo que se refiere a los lectores que tienen que resignarse a pagar el precio que marca el editor que ha adquirido los derechos en exclusiva de un determinado libro o aguardar años hasta que se edite en bolsillo.

Y desde luego nunca lo obtendrá gratis.

Y se me antoja injusto porque la cultura es tan importante como comer o vestirse, y desde luego mucho más importante que adquirir un coche donde se ofrecen cien gamas de precios donde elegir.

Mi próxima novela trata sobre Irak y las oscuras maquinaciones de las grandes compañías americanas que inventaron la existencia de armas de destrucción masiva con el fin de iniciar una guerra que ha costado casi medio millón de muertos y nunca podrá ganarse, pero que produce miles de millones de beneficios a empresas directamente ligadas a lo mas altos cargos de la administración republicana.

Y a mis lectores, cualquiera que sea su condición social o capacidad adquisitiva, ese tema les interesa conocerlo a fondo en estos momentos, no dentro de dos años, que sería cuando cualquier otra editorial considerase que ya había exprimido al máximo el limón de la “tapa dura” y tuviera a bien editarla en bolsillo para unos lectores “De Segunda Categoría”.

No deben existir lectores de segunda ni de tercera categoría, porque lo que importa es su relación directa con el autor independientemente de lo lujoso que sea el vehículo que proporcione dicha relación.

Al cumplir cincuenta años como escritor muchas personas me han asegurado que se acostumbraron a leer con mis novelas de aventuras, y aunque algunas me han sido infieles con el paso del tiempo, lo que importa es el hecho de que empezaron a leer y aficionaron de igual modos a quienes les rodeaban.

Folletines del estilo de “Los tres mosqueteros”, “Los Miserables” o “El Conde de Montecristo” consiguieron que, al poder acceder gratuitamente a tan magníficos textos, en el transcurso de una sola generación el número de lectores franceses se multiplicara por tres.

Los editores no tienen derecho a quejarse de que “se lee poco” mientras mantienen el control sobre el precio de lo que en ese momento interesa, ni las autoridades deberían promover absurdas campañas publicitarias que no conducen mas que a gastar dinero; lo que deben hacer es presionar a los editores a la hora de poner los libros al alcance de todos los bolsillos.

Personalmente prefiero que me lean dos estudiantes, obreros o secretarias en el autobús por siete euros, que un alto ejecutivo en su cómodo despacho por veinte, porque aunque gane menos si el libro es bueno esos dos lectores se convertían en cuatro y luego en ocho, y resulta evidente que existen muchos mas obreros, estudiantes y secretarias que altos ejecutivos.

Y si el libro es malo ni unos ni otros lo compraran.

En cuanto al hecho de ofrecerlo gratuitamente en “Internet” tengo claro que quien lo descargue de la red nunca hubiera comprado mi novela, o sea que prefiero que me lea gratis a que no me lea.

Tal vez la próxima vez se decida a comprar un libro aunque no sea mío.

Algo es cierto: he vendido casi veinticinco millones de libros y todo el dinero que me han pagado me lo he gastado, pero una gran parte de los lectores que he conseguido, aun los conservo.

Y de todo el dinero que gané la mitad se lo llevo Hacienda.

Sin embargo Hacienda aun no ha logrado arrebatarme un solo lector.

En Inglaterra, país culto donde los haya, los escritores no pagan impuestos por el fruto de su trabajo, pero en España, pese a pertenecer también a la Unión Europea, cada año debo entregar la mitad de mis ingresos a Hacienda o me embargan.

Eso significa que un escritor ingles cuenta con el doble de medios económicos que yo para viajar o investigar a la hora de encarar un nuevo trabajo.

Eso no evita que las autoridades españolas se lamenten de que nos esté invadiendo la cultura anglosajona, y lo único que se les ocurre para remediarlo es adquirir los más emblemáticos y costosos edificios de cada capital con el fin de instalar un nuevo Instituto Cervantes en el que dar cobijo a “intelectuales” afines al partido que se encuentre en esos momentos en el poder.

Para nuestra voraz, inculta y derrochadora administración tan solo somos europeos cuando conviene, y esa es una de las razones por la que prefiero regalarle la mitad de mis ganancias a unos lectores anónimos que tal vez me lo agradezcan, que a un gobierno que no solo no lo agradece, sino que no acepta que para escribir un una novela interesante sea necesario viajar e investigar.

Siento curiosidad por saber si las editoriales continuaran con su absurda política inmovilista o comprenderán que es hora de renovar unos hábitos que no han evolucionado un ápice en trescientos años mientras que a su alrededor el mundo se transforma a marchas forzadas.

En mi juventud una película se estrenaba en una única y enorme sala, estaba casi un año en cartel y tan solo entonces pasaba a los cines de barrio. Hoy se estrena en cuarenta multisalas, a los quince días se edita en “DVD”, al mes se compra en televisión, y se puede ver en las cadenas abiertas a los tres meses.

Si las grandes productoras cinematográficas, con sus complejos estudios de “marketing” han llegado al convencimiento de que esa es la formula que conviene en los tiempos que corren, las editoriales deberían tomar buena nota al respecto.

El mundo del libro tiene la enorme suerte de que no resulta rentable a los “piratas” del “Top-Manta” que tanto daño hace a las industrias del cine y la música, pero por eso mismo, y por la gran competencia de la televisión y todo tipo de deportes de masas, los que lo gestionan deberían plantearse un cambio radical e intentar conseguir lectores antes que beneficios.

Sin lectores no hay beneficios, y cuando haya muchos lectores ya llegaran los beneficios.

Resultará muy interesante comprobar si los Ministerio de Cultura y Hacienda seguirán opinando que es preferible que los empresarios- en este caso los editores- continúen manteniendo el privilegio de abaratar los precios únicamente cuando les convenga sin tener en cuenta los intereses de los lectores, al tiempo que no cesan de apretarle las clavijas al pobre trabajador- en este caso el autor.

Por lo visto un gobierno que se autodenomina socialista considera que es preferible proteger al que se beneficia económicamente de la cultura que al que la crea.

Existen varias editoriales multimillonarias, pero ni un solo autor español mínimamente “acomodado”.

El viejo dicho, “En España escribir es llorar” ya no tiene sentido: debería decirse “En España escribir- y leer- es pagar”.


20 agosto, 2007

PEQUEÑOS, PELUDOS, SUAVES...

“La ignorancia es poder.”

M.Radford y G.Orwell en 1984” (1984)



Me despierto con la noticia de que en el examen de selectividad de la comunidad autónoma andaluza, en la prueba de literatura, el texto para analizar que se le propuso a los alumnos era… ¡una canción de Andy y Lucas! Para los que no tienen hijas pre-púberes les informo de que son dos muchachitos, herederos de los Pecos, que cantan al desamor y los problemas derivados del acné, con acento de Cádiz. Aunque no puedo dar más datos… Desconozco el estilo musical de estos bates modernos para adolescentes, si sus rimas son en asonante o consonante, o si su métrica prefiere el verso libre al alejandrino... pero creo que una tierra que ha visto nacer a Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Luis Cernuda, Luis Rosales o Federico García Lorca, no se merece un insulto como este. Ya nos habíamos acostumbrado a la aberración que supone que en cada comunidad autónoma sólo se estudien y se analicen textos de poetas, escritores o pensadores de “la tierra”. Los gobernantes aún no se han enterado que la belleza no tiene patria. Que todos podemos disfrutar de un cuadro o de una poesía sin saber de dónde coño procede el adn del creador. Que el arte no está para que saquen pecho los politicastros de turno y se lo agencien en base a unos antepasados y unas fronteras…

Pero, como eso no es suficiente, los vendepatrias ahora bajan un poquito más el nivel, no vaya a ser que Lorca no sea lo suficientemente popular, lo suficientemente asequible, o que descubramos que La casa de Bernarda Alba es un texto peligrosamente subversivo… No vaya a ser que, indagando en la figura de Federico, los jóvenes se enteren de que el poeta granadino lo que más detestaba era la incultura en la que se veía sumido el pueblo en aquella Segunda República y que lo que quería, entre otras cosas, era educar a la gente. Que por eso sacó el teatro a la calle. Que por eso paseó su Carreta de aldea en aldea cuando podría haberla llevado, gracias a su fama entonces, de palacio en palacio. Y es que Federico pensaba que la ignoracia era la mayor de las tiranías existentes. Y de ella, precisamente, es de la que no quieren sacar al pueblo nuestros gobernantes. Es mejor que los jóvenes entretengan el coco, a través de Andy y Lucas, en por qué les ha dejado Menganita o por qué Zutanita se pasea ahora de la mano de Manolín…

En las últimas elecciones autónomicas, ZP dijo en un mitín en Andalucía que gracias a que el PSOE lleva gobernando en esa tierra desde el comienzo de la Democracia, en unos años, surgirían en sus aulas “miles de Lorcas y Picassos” (sic). No, querido Jose Luis, de lo que las estáis llenando es de millones de Plateros...

¿Qué quien es Platero?

Que más da...

Que siga el cante…


Artista: Andy y Lucas

Canción: Quiero que sepas

Quiero que sepas que tú eres para mí
mis ganas de vivir, mis ganas de sentir.
Que tú eres mi fuerza y mis ganas,
el lamento, la risa, mi motor para seguir.

Hoy yo te quiero regalar esta canción que es para mí
la más bonita de este mundo.
Hoy yo te quiero dedicar cada segundo
y cada minuto que tú has dado de tu vida para mí.
Porque tú eres vida mía la base de mi alegría,
mi pilar de cada día, cada día.

Quiero que sepas que tú eres para mí
mis ganas de vivir, mis ganas de sentir.
Que tú eres mi fuerza y mis ganas,
el lamento, la risa, mi motor para seguir.(x2)

Sé que a veces mi tozudez quema este corazón
que me tiene todo el día en vilo.
Sé que mi forma de querer
te desanima alguna vez
y yo no juego contigo.
Pero sabes vida mía
que soy un barco a la deriva
si tú no estás en mi vida, en mi vida.

Quiero que sepas que tú eres para mí
mis ganas de vivir, mis ganas de sentir.
Que tú eres mi fuerza y mis ganas,
el lamento, la risa, mi motor para seguir.(x4)

Le,le,le,le,le y un aire al alba.
Le,le,le,le,le y un aire al alba.

Y eres para mí. (x4)
Y eres para mí, para mí.

Para leer más letras de los autores: www.letrascanciones.org/andy-y-lucas/


19 agosto, 2007

PLAGIA QUE ALGO QUEDA...

"Comerciar está bien, pero robar es mucho mejor..."

J. Khon y R. Benley en SHANGAI SURPRISE (1986)







Oscar Wilde dijo que plagio es el tributo que pagan los mediocres a los genios. ¡Ojala! Porque el plagio es, simplemente, un robo. No significa ningún tipo de contraprestación al propietario del bien robado. No. El plagiador es un ladrón que se hace con lo de otro, con “diurnidad” y pleno conocimiento, y lo hace pasar por propio para hacerse con los prevendas devenidas de su posesión. Un delito que, ya los romanos, tipificaron en un código legislativo del que parte el Derecho Occidental y del que hemos heredado esta figura . Allí hacía referencia a cuando alguien vendía un esclavo que no le pertenecía. A eso le llamarón plagio y creo que, visualmente, ejemplifica vivamente este delito.

Esta sociedad nuestra, enferma, no tiene nada asumido que el plagio sea un delito. Y es que desde que estamos en el colegio, el que copia al de al lado es un listo, un vivales, un tipo inteligente que sabe como buscarse las vueltas para aprobar aunque no dé ni golpe. Y a eso se le concede mérito… La de veces que tengo yo oído yo a padres presumir de que sus hijos no estudiaban y lo sacaban todo con buenas notas. “Este es que se las sabe todas”. Yo, de pequeño, pensaba que algún día ese truco no les valdría y, antes o después, se tendrían que enfrentar con la realidad… Pero no. La realidad de este país carpetovetónico es la realidad del mínimo esfuerzo, la del que el fin justifica los medios y en la que importa más el cara que la cruz. Ilustres plagiadores se pasean tranquilamente por calles y portales, sonriendo a diestro y siniestro al tendido porque su ilustre linaje “famoseril” hace que el pueblo les de la razón o, lo que es aún peor, les importe un pijo si copian o no. Así, las únicas cadenas que les han caído son las de televisión que siguen contratándoles sin ningún recato, en las que pasean sus desvergüenzas. Si el delito hubiera sido el de ostiar a sus parejas o meterle mano a un niño rumano de la calle, hace tiempo que habrían sido desterrados del reino con un cartel colgado de su cuello que dijera: Abyecto.

Pero Aquí (como diría Forges) somos distintos y los delincuentes (porque es lo que son) siguen sus carreras tan normales después de haber sido descubiertos e incluso diría que aún han salido más fortalecidos. Todos conocemos los casos escritoras mediáticas ganadoras de infinidad de premios, denunciadas una y otra vez por ser sospechosas repetitivamente y… ahí siguen. Se llega a un acuerdo económico antes de ir a juicio con el “muerto de hambre” al que se robó y a otra cosa mariposa, esto es, a ir de tertulia en tertulia a pontificar. Aunque, siempre se puede hablar de que es un error de “intertextualidad” o un derecho de “cita”, términos inventados por los leguleyos para justificar, incluso amparar, tamaño desmán.

Más sangrante es el caso de la "presentadora del pueblo", esa que defiende todas las causas perdidas, adalid de las mujeres maltratadas, y que cuando se descubrió que su libro tenía párrafos enteros copiados de una obra de la reina de las novelas del corazón, nótese aquí también el nivel de la plagiadora, le achacó la mala acción, sin ningún recato, al ordenador. Nadie le dijo que lo de “inteligencia artificial” a día de hoy es ciencia ficción, aunque, bien es cierto, que la pobre máquina seguro tenía más de ambas cosas que ella… Pero lejos de esconderse en el último rincón de la tierra al ser descubierta, firma contratos aún más millonarios, sigue dando lecciones de deontología profesional y, cuando le recuerdan el hecho luctuoso, aún tiene la osadía de, sin negarlo, responder chulescamente “¿pero aún estáis con eso? Eso es muy antiguo, hombre…” Y se queda tan pancha. Lo peor es que tiene razón: el perseguir a los delincuentes ha quedado en este país ya muy antiguo…

Pero, en nuestros días, el denigrante tema del plagio ha dado una nueva vuelta de tuerca. Cuando el delito es amparado, incluso promovido por el Gobierno, es símbolo de enfermedad social.

Hace tan solo una semana, el ejecutivo de nuestro país hizo público el fallo del jurado encargado de elegir la idea matriz de su nueva imagen corporativa. Todos nos quedamos de una pieza cuando comprobamos que la idea ganadora es idéntica al logo del Gobierno de Alemania. Idéntica hasta en sus mínimos detalles. El veredicto de un sabio jurado compuesto por profesionales se produjo después de “estudiar” las 320 propuestas presentadas. Eso sí, el plagiante se lleva 12.000 eurazos por una propuesta que yo, con mi photoshop, tardaría en llevar a cabo unos tres minutos, literalmente. Juan Repullés, autor de la composición, señala en El Pais que su obra es “un trabajo bien hecho”. En eso coincido. Bien hecho y mejor presentado. Ya me gustaría a mí hacer trabajos tan bien hechos…

Pero para que no se me quede cara de tonto, prometo averiguar (y os animo a vosotros a hacerlo) quién es este señor porque, si hay algo que he aprendido en estos mis recién estrenados cuarenta años, es que los “fallos” de los fallos del jurado en este país no se dan nunca por casualidad.

Lo malo no es robar, lo malo es que el robo desparezca como delito en la consideración de la ciudadanía...

P.D. No, esta última frase no se la he plagiado a nuestro presidente.


P.D. Decía mi maestro de guión, don Juan Antonio Porto, que el plagiador es repetitivo. Es como esos leones que una vez probada la carne humana, y siendo una pieza más fácil de cazar, se convierten en adictos y así repiten una y otra vez. "El plagiador siempre vuelve" decía él. Por eso es fácil cogerle... Buceando por la red descubro que el señor Repullés, "autor" del famoso logo, no sólo toma prestado el diseño del gobierno alemán sino que, además, el dibujo de la corona de España del escudo nacional también tiene "inspiración".

El logo de la derecha es del logo del Quinto Centenario, obra de Cruz Novillo...

En esta entrevista (que os recomiendo que no os perdais)

http://www.adn.es/politica/20070817/NWS-1893-Juan-polemica-politico-sesgo-tiene.html

don Juan Repullés declara que: "Si te digo la verdad, no recuerdo cómo era la corona de Cruz Novillo y no sé si se parecen o no. Es posible. Pero no hemos mirado su trabajo mientras realizábamos el nuestro." Vuelve a mirar los logos... ¿se puede tener más cara?. Ah y, como alguno sospechaba, este señor ha diseñado a demás la página web de la Moncloa y la Vicepresidencia del gobierno... pero que nadie piense mal, la victoria se produjo tras ganar los dos concursos a los que concurrió... Desde luego, los hay con una suerte... (o son de un trabajador)


P.D. Eso sí, la polémica tiene un sesgo político y obedece a intereses partidistas de la derecha que no ceja en su empeño de bla bla bla...

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Creo que este tango le va al pelo.

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13 agosto, 2007

LA PELICULA DE TODAS LAS RESPUESTAS

“Yo creo en América…”

Francis Ford Coppola y Mario Puzzo en “EL PADRINO” (1972)


En una de esas estúpidas clasificaciones sobre ¿Cuál es tu película preferida? no sé en qué puesto estaría pero de lo que estoy seguro de que no faltaría nunca. Esas listas siempre dependen del momento de tu vida, de tu estado de ánimo, de cómo ande tu memoria… Sin embargo El padrino de Coppla aparecería siempre. Así que al final ganaría por la regularidad de mi recuerdo. No puedo saber la cantidad de veces que la he visto. Treinta, sesenta, cien… es posible. Hoy he vuelto a verla. Y eso que no quería. Solo una secuencia, me he dicho. Pero me he vuelto a engañar. Quedarse delante de un par de fotogramas es tener que devorarla hasta el final. Su secreto reside en que, a medida que me voy haciendo mayor descubro algo nuevo en ella. No falla. Es como esos paisajes que cambian, que se mueven, respecto a la luz que incide sobre ellos… Así me ocurre con El Padrino. En cada visionado me salta algo nuevo algo a la vista. Algo que, curiosamente, siempre ha estado ahí. Así, comprendo más intensamente a sus personajes. Aprecio más cada uno de sus matices.

Como un buen vino al que el tiempo le hace tomar nuevos aromas y sabores, con esta historia, voy descubriéndome a mi mismo. Es un clásico. Pero no sólo de la cinematografía. Es un clásico de la creación humana. De esas obras que ayudan a entender al ser humano. Creo que, no exagero nada, si digo que El Padrino de Coppola está a la altura de un Hamlet o un Quijote. Sus textos no tienen nada que envidiar a cualquiera de estos clásicos y, como ellos, explican a la perfección la profundidad del alma humana. Todos los sentimientos, las dudas, la oscuridad y la grandeza de nuestras vidas están contenidas en esta historia (divida en dos partes).

Y es que la familia Corleone es la historia de cualquiera de nuestras familias. En todas hay o ha habido un Don, un patriarca, una figura central de la que partió todo. En todas hay una hermana, Connie, que nos ha traído a unos cuñados que quisiéramos ver con los peces. Amigos que son parte de nuestra familia sin que lleven nuestra sangre… Y amigos que a veces nos han traicionado. Todos, todos, tenemos alguno de los cuatro hermanos que sostienen la historia. Y, lo que es más inquietante, somos uno de ellos.

Yo he sido muchas veces Michael, el hermano pequeño que no quiere pertenecer a la familia y que termina descubriendo que no se puede luchar contra el destino. Aquel que no quería ser como su padre y que un día se descubre idéntico a él. Porque muchas veces nos damos cuenta de que somos peores de lo que sospechábamos, que somos capaces de hacer cosas por las que no podríamos mirarnos al espejo… pero las hacemos. Y seguimos viviendo.

Me he visto como Sonny, el hermano impulsivo, pasional, que ama y odia a partes iguales. De esos que besas y aborreces según el día que tenga. Que no tiene cabeza. Sólo corazón. Que no piensa lo que hace y que es presa fácil para sus enemigos… pero al que solo puedes querer porque no tiene doblez. Siempre es sincero para bien o para mal. Y siendo así, en esta vida, sólo se puede acabar mal.

He sido Tom Hagen. El hermano adoptado. Callado y tímido. Inteligente y observador. Frío y calculador. Con la palabra justa y oportuna en la boca. Que sólo habla cuando le preguntan. Fiel y agradecido. Pero, siempre con el profundo complejo de saber que no perteneces totalmente a la familia. Sintiendo que eres adoptado y que en algún sitio está tu familia auténtica.

Y muchas veces me he sentido como Fredo, el hermano mayor. Porque creí ser listo, pero hice el tonto. Porque sólo serví para ser el chofer o el subdirector de un casino de Las Vegas. Porque no he tenido capacidad para tomar decisiones en el momento oportuno. Porque he sido la oveja negra. Porque he preferido llorar a vengarme. Porque me he visto como un inútil sentado en la acera junto al cadáver de su padre… Y es duro ser Fredo.

Si El Padrino es un tratado sobre la vida, lo es aún más sobre la muerte. Todas y cada una de los finales que podemos pensar están contenidas en sus imágenes. Violentas y tranquilas, hay finales donde elegir: en soledad como Michael, en mitad de un patio trasero. Rodeado de los suyos de un cáncer Terminal que se nos come lentamente como a Tom. Tiroteado por nuestros impulsos en la parada de un peaje como Sonny. O asesinado por nuestras traiciones a la vida, como a Fredo…

La Biblia es el libro de los libros y el Padrino la película de las películas. Por lo menos a ella recurro cuando necesito respuestas. Se que es estúpido: ¿cómo es posible que la historia de una familia de emigrantes italianos en Estados Unidos pueda contar tan bien mi vida y, sospecho, la vida de todos? Claro que ¿Cómo es posible que la historia de una familia de italo-israelita en cuyo seno nace un Don y que, más tarde, muere a manos de otra familia (italiana por más señas) haya movido la conciencia de millones de personas siglos después? Bueno, supongo que es cuestión de creencias. Y sobre creencias, a diferencia de los colores, sí que hay mucho escrito…

Estoy próximo a cumplir los cuarenta. Mi padre a esta edad tuvo que tomar una decisión crucial en su vida y en la de su familia, al igual que yo ahora. Hay una secuencia idéntica en El Padrino II: Michael en un momento determinado de la historia se encuentra con un problema similar al que tuvo que enfrentarse su padre. El se pregunta que habría hecho el Don. Las imágenes nos enseñan que hizo cuando se encontró en esa encrucijada. Yo pienso en mi padre. El no era el Don. Y yo no soy Michael. Ningún flash back me muestra qué le pasó a él ni que camino he de tomar. Así que tendré que volver a ver la película de Coppola. En ella, seguro, está la respuesta.



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02 agosto, 2007

FUTURO IMPERFECTO

“No importa lo que hayas hecho en el pasado,
ni lo que creas que puede pasar en el futuro…
sólo importa el momento presente.”

John Amburg en “Y ENTONCES LLEGÓ ELLA” (2004)



He vuelto. Como las oscuras golondrinas, como McArthur, como Terminator, qué leche... Han sido unas muy largas vacaciones de mi mismo. Sin planearlas. Sin saber cómo comenzó todo. Al igual que ese tipo que sale a buscar tabaco y se retrasa. Y se retrasa. Y se retrasa… Y aparece un día veinte años después no sabiendo, a ciencia cierta, en qué se ha entretenido tanto tiempo.

No sabría por dónde empezar porque no llevé cuaderno de bitácora. Salí a emborracharme una noche por el puerto y una mujer, que yo pensaba puta y resultó ser musa, me golpeó en la cabeza. Desperté en uno de esos barcos que recorren el mundo como en aquellas películas de aventuras a lo largo de los siete mares que tan bien retrata R.L. Stevenson y que mejor lee en voz alta mi amigo León Arsenal. Ha sido un viaje largo en el que han pasado muchas cosas. ¿Todas buenas? Por supuesto que no. Pero no se hace una ensalada de angulas sólo con las crías de las anguilas. También lleva la humilde lechuga que ayuda a realzar el sabor de las primeras. Sin ella “sólo” serían angulas y no una ensalada. Como sin los sinsabores propios de la existencia, esto no sería Vida sino Paraíso. Y ya no está uno para esas milongas. Sin resaca no ha habido antes borrachera.

No se puede prever cuando el destino le espera a uno a la vuelta de la esquina y decide ponernos una zancadilla. Así, cuando nos hayamos perjurando y acordándonos de todos los dioses, incluidos los de los hititas, encuentra en el suelo una cartera repleta de billetes… Así de cabrona o de sabia es la vida. No te da el dinero en la mano. No. Te fastidia antes las rodillas para que descubras que tras la trompada, tu cabeza ha abierto un agujero en el suelo del que brota petróleo…

Tarde del primero de mayo. Un amigo con el que había quedado a comer llama diciendo que no podría acudir a nuestro encuentro. Reconozco que esas cosas me desconciertan. Cuando se me chafa una cita , no digamos ya de las amorosas, me quedo sin saber que hacer. Estaba “sólo en casa”, aunque no abandonado (lamentablemente) como el niño de la famosa película. Siete de la tarde: esa hora tonta porque se antoja demasiado tarde para algunos planes y, ciertamente, muy temprano para otros. Cuando el diablo no tiene que hacer, mata moscas con el rabo, decía mi abuela. Me doy cuenta de que en pocos meses estaré en la cuarentena, no preventiva, sino existencial y echo la vista atrás. Algo que odio por cierto. Pienso en los últimos diez años intensos de mi vida y me doy cuenta de que ni en sueños podía pensar en la mayoría de las cosas que me han sucedido. Como dice Steve Jobs uno puede conectar los puntos de su vida hacia atrás. Nunca hacia delante. Pero me inquieta pensar la cantidad de cosas cuyo núcleo, cuyo comienzo, tuvo lugar en la más asombrosa casualidad… Al final, pese a todo, dependemos de eso: de sucesos azarosos que no controlamos. Pese a la angustia que me causa pensarlo, intento imaginar dónde estaré y, lo que es peor, cómo estaré… Como pensar se me da mal porque lo desordeno todo rápidamente, me pongo delante del teclado para que mis pensamientos tengan una estructura minimamente coherente: uno es un profesional. Me pongo a escribir… Malo. Escribir al final es ficcionar. Siempre. Así, surge un cuento. Del cuento, por deformación profesional, paso al tratamiento (paso previo al guión) y es cuando me doy cuenta de que ahí hay una película. Una de esas películas “personales”. Española. Me preocupo. Nunca se me ha ocurrido antes una película española. Siempre comienzo “normal” pero rápidamente aparecen asesinatos, fantasmas, saltos en el tiempo, batallas, persecuciones… En fin… Pero en esta nada de todo eso: situaciones normales, conversaciones sobre la vida diaria y ¡¡¡bajo presupuesto!!! Es cuando me doy cuenta de que o me he hecho mayor o me estoy españolizando, y no se qué es lo que me da más miedo.

Como tengo tan clara la historia decido ponerme a escribir el guión a la mañana siguiente con la firme promesa de que si la cosa no avanza, no me convence o no se por dónde seguir lo abandonaré como se abandona un romance veraniego. Sin llanto, sin dolor, sin pena… Solo pensaré que me he curado, que “definitivamente” no es lo mío y que “fue bonito mientras duró”.

Del folio uno paso al diez. Del diez al veinte. Del veinte al sesenta. Y del sesenta al cien… Fin. Se acabó. Más rápidamente de lo que he escrito nunca un guión y cuyo pudor me impide decir el tiempo que he tardado en terminarlo.

Pero ahora viene lo peor. Tengo que pasárselo a mis lectores, esas personas cercanas a mí (mis conciencias) y que, como diría el genial William Goldman, son “aquellos que te pueden decir la verdad sin miedo a que puedas mandarles a la mierda”. No tienen pelos en la lengua y me dirán sin tapujos lo que les parece… Estoy acojonado. La verdad. Es muy distinto a todo lo que he escrito con anterioridad. Se que no esperan algo así de mi. Y ese salto, me consta, alguna vez nos ha aterrorizado a todos los que “creamos” algo. Uno se encuentra siempre más a gusto en aquel terreno que “domina” y para el que cree encontrarse más dotado. Además, sigo teniendo en mi cabeza que esta paja mental puede ser eso: una gran masturbación fruto de la crisis de los cuarenta. Aunque entre nosotros, estoy en crisis desde el día que mi madre decidió espaciarme los biberones.

Así que se lo paso y comienzan las críticas. Me desconciertan: todas inesperadamente favorables y, lo que es peor, dicen que es muy “yo”. No muy mío, no. Muy “yo”. Decididamente esto no había previsto. Por primera vez no está mi estilo en esos folios. ¡Estoy yo! Quizá porque, como decía el personaje de Dante en la película del maestro Adolfo Aristarain, Martín Hache, un director de cine sólo será bueno cuando deja su alma en aquello que escribe, cuando está él en las paginas de un guión… Alguien incluso dice que es lo mejor que he escrito nunca. Ya no es miedo. Es pánico…Es un streeptease mental. Un psicoanálisis público. En definitiva, un desnudo integral. Pero lo mejor de todo: no es una paja. Y eso me compensa.

Ahora, como todos los hijos, tiene que caminar por sí mismo. No sé si es el más listo ni si es el más tonto pero, a veces, las grandes aventuras comienzan así: con una cita cancelada, con un barco al que uno se sube sin saber a dónde va, con un temporal que arroja gran parte de nuestra vida por la borda… y una casualidad que es el comienzo de una nueva historia.

Su futuro es incierto. Imperfecto. Pero ¿acaso no lo es siempre?

Bienvenidos otra vez a todos.


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