30 septiembre, 2007

VISIONES Y VISIONARIOS

“En Italia, durante treinta años bajo el dominio de los Borgia,
tuvieron guerra, terror, asesinato y matanzas,
pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento.
En Suiza tuvieron amor fraternal;
quinientos años de democracia y paz,
¿Y qué produjeron?
El reloj de cuco.”

Graham Green en EL TERCER HOMBRE (1949)


En el anterior post comentaba de pasada que la democracia se había convertido en una religión con la que los políticamente correctos bombardean incesantemente todo nuestro pensamiento. Aún a fuer de que se me tache de fascista (un insulto universal que en nuestros días es utilizado lo mismo contra un árbitro casero que contra un señor que se salta un semáforo) quiero matizar mis palabras. Soy de los que piensa que el sistema democrático en el que se haya inmerso la mayoría los regímenes occidentales, y del que tan orgullosos estamos, presenta fallas irremediables. Fallas que pueden llevar a un Hitler o a un Chavez al poder y desde allí, por ejemplo, actuar contra la propia democracia. Pero no es esta la única. Esas fallas están llevando a la putrefacción de un sistema que, personalmente, creo que lleva a la caída de este imperio, como ya cayeron otros. Y todo por una la misma razón: el sistema es tenido como el único posible, final y definitivo que nadie es capaz de discutir. Además igualamos, quizá erróneamente, democracia y libertad.

¿Es por eso que yo propugno una vuelta a antiguos sistemas más totalitarios como el fascista o el comunismo? No. Dios, o el diablo, me libren de pensar así. Pero el Hombre tiende siempre a tener una concepción teleológica de la Historia, esto es, pensar que siempre avanzamos, que siempre vamos a mejor, y estamos instalados en el pensamiento de que el sistema democrático que nos hemos dado es la cumbre, el definitivo. Es por eso que, en cuanto hay un problema en cualquier lugar de este planeta tierra, la solución inmediata es implantar una democracia. Y hecho esto, conflicto resuelto: la gente ya tiene libertad. Es la democracia como bálsamo de Fierabrás, como religión absoluta cuyos sumos sacerdotes, sino dioses, son los políticos. Bien está que ellos mismos se curan en salud diciendo que no es un sistema perfecto pero harto estoy de oír decir desde pequeñito que la democracia es el mejor de cuantos se conocen… Ahora ya soy mayorcito y hace tiempo que no me lo creo. Entre otras cosas porque sirve para poner fin a cualquier discusión y como excusa para no buscar nuevas fórmulas. Para detenernos aquí y ahora. Hasta los que se autoproclaman progresistas, son conservadores en este tema.

Siempre he creído que debemos avanzar, hacernos preguntas, buscar nuevas soluciones por muy arriesgadas que nos parezcan. ¿Acaso en el siglo XVII, repleto de monarquías absolutas bajo el poder de las distintas confesiones religiosas, podían siquiera plantearse el sufragio universal dentro de un estado laico? Imposible. Dichas monarquías se mantuvieron en el poder durante siglos sin que nadie pudiera pensar siquiera que el poder podía no emanar del rey o de Dios. Tuvieron que pasar muchos años para que algunos se decidieran a andar por otros caminos. Y gracias a aquellos que no se conformaron, nacieron las democracias occidentales y el hombre consiguió una serie de mejoras que, indudablemente, hicieron a las personas más libres. La línea no ha sido recta ni ascendente todo el tiempo, ha habido pasos hacia delante y hacia atrás. Sin embargo, en nuestros días existe la creencia generalizada de que hemos llegado a la estación termini.

Pero yo no pienso así. En las democracias occidentales, y en algunas especialmente, la clase política se ha erigido en casta más allá del bien y del mal, capaz de ponerse de acuerdo solamente cuando se sienten atacados o se votan a sí mismos para subirse el sueldo... Cuando todas las mejoras sociales se basan en la cantidad de votos que les pueda reportar su decisión en el sagrado día de las elecciones una mayoría cada vez más iletrada y burra, se hace necesario dar otro paso. ¿En qué dirección? No lo sé. Pero hay que encontrarlo. No podemos quedarnos parados y autosatisfechos mientras nos miramos la panza como ya hicieron otros... O nuestro precioso imperio en technicolor, pantallas de plasma y teléfonos móviles caerá más deprisa que las murallas de Roma.

Este pensamiento, apocalíptico para unos y totalitario para otros, me cuido mucho de expresarlo en público porque siempre he pensado que estaba sólo en esta especie de utopía paranoide. Si me escucharan, muchos pensarían que soy un nihilista descreído, un pesimista convencido o (vuelta la burra al trigo) un fascista. Por eso me he alegrado esta mañana cuando me he encontrado en el artículo de un economista y escritor norteamericano, Thomas Sowell, que aquí reproduzco.

Quizá sea una locura pero merece la pena hacernos una pregunta: ¿De veras pensamos que hemos llegado al sistema político definitivo en algo más de veinte siglos y que vale para todas las naciones del planeta?

Prometo no volver a hablar de política en una temporada.



VISIONES

“Aunque fuera lo único que se lograra con la guerra de Irak, se debería eliminar el concepto de nation-building de nuestro idioma y nuestras mentes. "El historial del nation-building y de la grandiosidad wilsoniana debería dar que pensar a todos", como dije en una columna antes de que comenzara la guerra. Ahora podemos añadir lo sucedido en Irak a la lista de desastres.

La existencia misma de Irak es el resultado de las grandiosas ideas de Woodrow Wilson sobre el "derecho de autodeterminación de los pueblos", que condujeron al desmembramiento del Imperio Otomano a manos de las victoriosas potencias aliadas tras la Primera Guerra Mundial. Algunos de los conflictos más encarnizados e insolubles de nuestros días han nacido en países esculpidos a partir del Imperio Otomano, ya sea en los Balcanes o en Oriente Medio.

No se puede convertir un territorio y su población en una nación que funcione con a golpe de bolígrafo o dibujando líneas en un mapa. Las verdaderas naciones se desarrollan a lo largo del tiempo debido a que los pueblos se acomodan a vivir juntos, no imponiendo de golpe las brillantes ideas de los teóricos.

Una parte nada despreciable de los problemas de los países africanos procede del hecho de que la mayor parte se convirtieron en naciones sólo cuando los conquistadores se repartieron en el territorio africano en función de sus intereses. No había ninguna nación de Nigeria hasta que los británicos trazaron algunas fronteras sobre un mapa y le pusieron este nombre. No hay razón para pensar que tal nación pudiera haber nacido por su cuenta, teniendo en cuenta la hostilidad entre los pueblos que residen en ese enorme territorio.

Irak es una lección de libro en otro sentido. Rara vez se oye hablar de la zona del país controlada por los kurdos porque viene siendo la región más pacífica y ordenada, y a los medios les atrae la muerte y la destrucción. En su profundo libro Asaltado por la realidad, John Agresto afirma: "No creo que ningún americano, soldado o civil, haya sido asesinado o siquiera herido en el Irak kurdo desde que comenzó la guerra, o quizá nunca". Los kurdos son un pueblo. No son sólo unas cuantas personas reunidas por otros que dibujaron fronteras en un mapa. Tenían sus propios líderes antes de que hubiera elecciones nacionales en Irak.

Como precisa Agresto, la democracia es un medio, no un fin en sí mismo. El libro de Natan Sharansky La defensa de la democracia explica muy convincentemente las ventajas tanto internacionales como domésticas de la democracia, viéndola como la clase de gobierno que reduce los riesgos de que haya guerras. El presidente Bush se convirtió en un entusiasta de esa idea y pasó horas hablando con Sharansky en la Casa Blanca.

Quizá debiera haber pasado algo de tiempo hablando con Amy Chua, cuyo libro El mundo en llamas señala que la democracia, en ciertos tipos de sociedad, es una receta para el desastre, pese a lo valiosa que haya podido ser en las naciones occidentales.

Democracia significa elecciones, no libertad. Cuando mezclamos los dos conceptos nos confundimos y confundimos a los demás. Gran Bretaña era un país libre mucho antes de ser democrático. En Alemania, Hitler salió elegido en unas elecciones. En gran parte de África, la democracia ha significado en la práctica "un hombre, un voto, una vez", ya que los líderes elegidos ponen fin tanto a las elecciones como a la libertad. Sería maravilloso tener naciones libres y democráticas por todo el mundo y probablemente eso reduciría los conflictos militares, como dicen Sharansky y otros muchos. Pero no garantizamos la libertad celebrando elecciones.

Según John Agresto, en Irak "el gobierno 'democrático' que ahora se atrinchera en Bagdad es tan sectario e incompetente como el de nuestras peores pesadillas". Siendo reacio a decir que la invasión de Irak, "como se concibió originalmente", fue un error, teme que se haya convertido en "una tragedia".

Esto no es un argumento a favor de la retirada. Cualquiera que fuera la situación cuando atacamos, terroristas de todo el mundo han elegido convertir Irak en el lugar de una batalla campal. Podemos ganar o perder esa batalla, pero no podemos poner fin unilateralmente a la guerra. Es la guerra de los terroristas, al margen de dónde se libre.”

Thomas Sowell es doctor en Economía y escritor.

Especialista del Instituto Hoover.


Me siento hoy, como un halcón llamado a las filas de la insurrección...

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27 septiembre, 2007

SURREALISTOTECA 4

“Eso de extrañar, la nostalgia y todo es eso, es un bálsamo. No se extraña un país.

Se extraña el barrio en todo caso pero también lo extrañas si te mudas a 10 cuadras.
El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país es un tarado mental.

La patria es un invento. Que tengo que ver yo con un tocumano o con un salteño. Son tan ajenos a mi como un catalán o un portugués. Estadísticas. Números sin cara.

Uno se siente parte de muy poca gente. Tu país son tus amigos y eso sí que se extraña…”

K.Saavedra y A.Aristarain en MARTIN (HACHE) (1997)



Los senadores de ERC, encuadrados en la Entesa Catalana de Progrés (grupo parlamentario que comparten con el PSC e IU-ICV) ha presentado en la Cámara alta una enmienda parcial al proyecto de Ley de la Carrera Militar para que el presidente del Gobierno sustituya al Rey como jefe supremo de las Fuerzas Armadas. Esta competencia queda asignada al monarca por el artículo 62 de la Constitución española.

Además proponen que sea el jefe del ejecutivo el que ostente la máxima graduación militar.

Me he quedado sin palabras. Sólo imaginar a ZP vestido de General de todos los ejércitos hace que me tiemblen las canillas. Ni que decir tiene que mi cerebro es absolutamente incapaz de predecir las órdenes que podría dar ni de qué color pintaría los tanques para enviarlos a esas “misiones de paz” en las que se encuentra inmerso nuestro ejército.

La invención del grupo de "ocurrentes" se justifica porque “no se puede admitir en democracia que el máximo rango militar se otorgue en función de nacimiento y no de capacidad¿Es por eso debe corresponderle líder de un partido político? ¿Acaso esa capacidad la otorgan los votos?

Leía hace tiempo a un intelectual de nuestro tiempo, que la democracia ha pasado de ser un sistema político a convertirse en una religión. Es el valor supremo con el que solucionar todo y estructurar cualquier pensamiento. Todo es, y debe ser, votable y elegible. Con el razonamiento de nuestros insignes senadores ¿por qué quedarnos sólo en el Ejército? ¿Por qué no votar también quien es cirujano, juez o presidente de El Corte Inglés? ¿Qué más da que se haya estudiado o no para ello? Parece que creen que ser general se aprende jugando al Risk. Están tan pagados de sí mismos, se han instalado en un sistema de castas más ferreo que en la India, que piensan que el voto otorga inteligencia y sapiencia. Así se ven todos los días frente al espejo. “Si me han elegido es que lo valgo… El pueblo nunca se equivoca. Además soy hasta guapo.

Quizá no han caído en la cuenta de que, una vez terminado el mandato del presidente en cuestión, habría que deponerlo (¿o habría que decir degradarlo? Perdonen mis desconocimientos del tema castrense) en cualquier caso, licenciarle, y darle los galones al nuevo que venga… Alguien que puede no saber absolutamente nada sobre el ejército. De aprobarse, no falta mucho para que el máximo comandante en jefe de todos los ejércitos de tierra, mar y aire no haya hecho ni la mili. Tendrá el mando un tipo que, como yo, no sabe distinguir los galones de las estrellas, ni un cabo de un capitán, un comandante, o un teniente general (si es que tal graduación existe). La guerra de Gila cada día más cerca...

Pero ahí no ha quedado la cosa: el BNG propone que se elimine la disposición que regula el juramento o promesa ante la bandera de España por entender que hay que "suprimir fórmulas arcaicas de ensalzamiento de valores que deberían ser superados en la actualidad". No han dicho nada de que en sus parlamentos autonómicos se jure o prometa ante la bandera de su Comunidad, que colocan hasta en las camisetas de los clubs de fútbol, ni que ello les parezca una formula arcaica de ensalzamiento de valores que debieran ser superados…

Además, han puesto sobre el tapete más enmiendas que desisto comentar porque la surrealistoteca perdería su valor por superávit de entradas…

Todo esto no dejarían de ser meras anécdotas para las hemerotecas si no fuera porque están protagonizadas por representantes del pueblo. Unos señores son, literalmente, la representación de otros muchos señores y que yo, como demócrata que soy, creo a pies juntillas. No vale escudarse en que los políticos están muy lejos de lo que piensa el pueblo y que actúan por libre. Quizá debiéramos plantearnos de una vez por qué hay tanta gente que empieza a opinar así y que apoya estas inciativas. (O quizá lo lleva haciendo hace mucho tiempo y es ahora cuando comienza a expresarlo sin tapujos).

Si vamos añadiendo piezas al puzzle descubriremos que todo desemboca en lo mismo: hay personas en esta piel de toro (península ibérica para los antitaurinos) que no quieren ser españoles. Y sus políticos, a los que han votado, así lo hacen sentir. Son gallegos, vascos, catalanes y después europeos, sin pasar por España. De la misma forma que yo soy madrileño, español y europeo sin pasar por Francia. Me parece muy bien, están en su derecho. El problema surge cuando los otros representantes, los del resto de partidos nacionales, no quieren enterarse, miran para otro lado o, simplemente, cierran los ojos.

Decía ayer la vicepresidenta que "hay que convencer y no imponer." Una frase repleta de bonhomía pero inquietante viniendo de una jueza. No sabía yo que las leyes tuvieran que convencer… Se lo consultaré a mi asesor fiscal porque a mí eso de pagar impuestos no me tiene nada convencido. Lo real es que esos señores nacionalistas no quieren ser convencidos y, coño, tienen toda la razón. ¿Por qué hay que convencerlos de que sean españoles? Si no quieren serlo están en todo su derecho, como yo no quiero ser francés y que nadie venga a convencerme de que mi capital es Paris y el franchute en el idioma en el que tengo que expresarme. Somos ya todos mayorcitos como para que tengan que venir los “padres de la patria” a convencernos para que seamos buenos españoles, europeos, atlantes o extraterrestres.

Déjense de monsergas y escúchenles ya sean vascos, catalanes, gallegos, murcianos o del cantón de Cartagena. Oigan lo que tienen que decir y no intenten convencerles de nada. Ellos están ya muy convencidos de lo que quieren. Son ustedes los que no se enteran y buscan persuadirse a sí mismos de que la realidad no es como se les impone a los ojos. Y si hay quien no quiere ser español, pues que no lo sea. ¡Déjenles ser lo que deseen pero no nos engañen al resto sobre las múltiples formas de ser y no ser al mismo tiempo! Afrontemos la realidad mirándola a la cara y tomemos una decisión ya. Y si cada uno ha de tener un rey, una bandera, una patria y unos heroes locales, por muy locales que fueran, que así sea... Cada rey, cada nación, cada patria será responsable de sus grandezas y sus miserias. Pero, por favor, no sigan haciendo el ridículo los unos y los otros.


P.D. Leo con estupor que el tipo que quemó la imagen del monarca en Cataluña ha salido libre sin fianza. No es que quisiera yo que fuera a la cárcel. Lo que me inquieta es que otro que dibujó en El Jueves a los Príncipes de Asturias en posición coital reproductiva, será procesado y probablemente tenga que pagar una fuerte multa. Moraleja: en este está mejor visto quemar a la gente que follársela. Un polvo sigue teniendo peor reputación que una hoguera…



07 septiembre, 2007

NESSUN DORMA

"Me gustaría morirme y luego vivir para siempre."

P.Handke, R.Reitinger y W.Wenders en "EL CIELO SOBRE BERLIN" (1986)




Se llamaba Luciano, nombre de niño del Neorrealismo italiano al que su madre llama desde la ventana para que suba a casa, y se apellidaba Pavarotti, nombre propio que él se ha encargado de convertir en común: un Pavarotti es ya como un Caruso, alguien que canta como los ángeles. Pero decir que Luciano Pavarotti era tenor sería menospreciarle. El no cantaba. Como Luciano decía, sólo tocaba un instrumento musical que eran sus cuerdas vocales. Que grande…

Siempre fue mi favorito. Es de esas personas que te hace sentir que somos algo más que piel y huesos. Cualquiera de sus arias me estremecen, consiguen que se me erice el pelo de la nuca, que sienta que estamos aquí para algo más que nacer, vivir y marcharnos sin hacer ruido. La voz de Pavarotti no se escuchaba con el oído sino con el alma. Y eso, como decían en doctor Zivago, es un don. Porque se puede cantar bien, como Carreras, se puede cantar muy bien, como Plácido, pero sólo unos pocos pueden tañer el alma de los que les escuchan… y eso sólo podía hacerlo él.

Por eso sonreía tanto. Porque era feliz cantando. Porque parecía no tener que hacer esfuerzo como sus compañeros. Decía la Caballé que “cantar con él no era cantar, era ir de fiesta”. Es por eso que cantó de todo, incluso eso que llaman género popular. Cantaba porque era feliz cantando. Lo que fuera. Para trasmitir esa felicidad a todos, gramo a gramo.

Cuando se popularizó gracias a un disco llamado Tutto Pavarotti, pasó a ser patrimonio de la humanidad. Fue entonces cuando el público que no le conocía, acudía a los grandes almacenes en busca de más discos de este cantante. Más de uno y de dos llegaron pidiendo otras grabaciones de Tutto Pavarotti. Normal. Es que Luciano lo era Todo.

Confieso que no soy imparcial. Hace muchos años estaba enamorado de una chica. La chica perfecta. Yo, como muchas veces, no era capaz de decírselo. Un día, al despedirnos ella me regaló una cinta de cassette. Llegué a casa. La metí en el equipo y sonó su voz. Era el “Caruso”. En ese momento supe que me ella también me quería. Es la declaración de amor más bonita que me han hecho. No era una canción, ni una voz, era un sentimiento en estado puro. Hoy, la escucho y sé que todavía sigo enamorado de esa chica…

Gracias por haber puesto color a cada uno de los sentimientos que he tenido en esta vida.

No lloreis por él.

Llorad por nosotros que ya no le tenemos...


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