23 abril, 2007

LOS SEÑORITOS DE LA GUERRA

“Las balas cambian más gobiernos que los votos…”

Andrew Niccol en “EL SEÑOR DE LA GUERRA(2005)



Siempre he pensado que hay películas de ficción que cuentan historias más reales que muchos documentales. El montaje, la música, los “actores” y un tiro de cámara adecuado, ayudan a manipular la realidad y muchas veces ésta resulta más falsa que aquella que recreamos en una historia de ficción. Qué narices, para eso se inventaron los cuentos…

He visto muchos documentales sobre guerras. Guerras de aquí y de allá. Buenas y malas. Reales e irreales. Y ninguna de estas cintas me pareció tan real como la historia que cuenta El señor de la guerra de Andrew Niccol. En ella se nos narra en primera persona la vida y obra de Yuri Orlov un traficante de armas que empieza de jovencito en su barrio vendiendo pistolas a pequeños mafiosillos locales y termina siendo intermediario entre gobiernos de todo el mundo que se intercambian misiles, tanques, diamantes... Negocia con los Señores de la Guerra. Esos dictadorzuelos del Tercer Mundo que se enriquecen con las matanzas de su pueblo. Yuri sólo tiene una norma: no tomar partido nunca. Lo que hagan los demás con las armas es cosa suya. El sólo se lleva su comisión. Es un hombre de negocios más, vive en un apartamento en Manhattan, con su mujer y su hijo, su chofer y la agenda de un empresario muy ocupado. No voy a destripar el final pero es aterrador… Por lo real.

La historia, sin embargo no se presenta como auténtica. Al contrario, es como un cuento pero pone los pelos de punta porque intuimos que se queda corta. Muy corta. Nos descubre que los peligrosos, realmente, no son los señores de la guerra. Esos terminan pasando. Caen abatidos por las balas del siguiente señor de la guerra. Los peores son los “señoritos” de la guerra. Políticos sonrientes de manos limpias y conciencia sucia. Mandamases de los gobiernos del primer mundo que, tras palabras de condenas a la guerra en la Asamblea de la ONU, son los que les venden las armas a los Señores. Y es que al final, y al principio, las guerras hacen ricos a los gobiernos del medio mundo civilizado que, curiosamente, dice hacer todo lo posible por pararlas. Gobiernos que gritan No a la guerra y que flotan aviones con ayuda humanitaria, mientras que desde ese mismo aeropuerto salen otros convoyes con armas, fabricadas por esos mismos países, y de las que viven muchas familias. Familias tan normales como la suya y la mía.

No caeré en el error tan común de señalar a otros: los yankees, los británicos, los israelíes o los mismos franceses en ser los agitadores y responsables de la venta de armas en el mundo. Con sólo bucear un poco en Internet descubro que en nuestro país se encuentra una de las principales fábricas de armamento.

Se llama SENER y está en Getxo. Esto no es nuevo, ya antes nuestro país ha sido puntero en la fabricación de armas cortas (Star, Astra…) y en explosivos (Expal, Explosivos Ríotinto). Pero hoy en SENER se fabrican, entre otras muchas cosas, los misiles Taurus KEPD-350 y los simuladores de punteria de carros combate M-60. También se hacen cargo de los turbopropulsores del Eurofighter, el avión de combate europeo, y el motor del helicóptero de combate “Tigre”. Los Taurus son similares a los Tomahawk que utilizaron los aviones estadounidenses en Irak, y que tantas veces hemos visto iluminar el cielo de Bagdad, y que serán empleados por los cazabombarderos F-18, las fragatas F-100 y los submarinos S-80. Unos pequeños aparatitos de cinco metros de longitud y un radio de acción de 600 kilómetros. Eso sí, cada uno cuesta un millón de euros…

Podríamos pensar que todo esto se hace de tapadillo y en silos subterráneos, con el sigilo propio del Area 51 y entre papeles de TOP SECRET. Pues no, señores. Su actividad no sólo es conocida al detalle por el gobierno de la Comunidad Autónoma pertinente, sino que es apoyada económicamente con sociedades de capital-riesgo. Así, el año pasado SENER fue una de las 14 empresas en las que el Gobierno Vasco invirtió 38 millones de euros. Todo para evitar la fuga de proyectos empresariales… O sea que cuando las armas se convierten en un negocio, dejan de ser una vergüenza y pasan a ser un proyecto empresarial. Gran razonamiento.

Este ha sido sólo un ejemplo, si rascamos un poco más, descubriremos que nuestro país (en distintas partes de su geografía) fabrica armas de todo tipo…

Qué asco, qué vergüenza, qué vómito…

¿No es una enorme hipocresía llenarnos la boca de la palabra Paz cuando seguimos manteniendo las fábricas de armas locales? ¿Por qué nuestro presidente, a la vez que traía de vuelta a casa a los soldados de Irak, no ordenó cerrar las fábricas de armas de nuestro país? O sea que estamos en contra de la guerra pero no estamos en contra de enriquecemos con ella. No a soldados Made in Spain pero sí a las armas Made in Spain. Nos traemos las personas y les devolvemos misiles... Como dice Yuri en uno de los momentos más brillantes de El señor de la guerra: “Yo vendo las armas pero deseo siempre que fallen su objetivo”. Quizá es lo que piensan nuestros gobernantes, que si las armas las disparan otros, no es nuestra responsabilidad…porque nuestros soldados no están en la guerra.

¿Lo sabe esto la gente? ¿Querrían saberlo? ¿Hasta dónde llega nuestro compromiso con la Paz? ¿Cuántos de los que fueron a las manifestaciones contra la guerra de Irak viven de esas fábricas de armas? ¿Y cuántos de los que se manifestaron contra la guerra se manifestarían a favor del cierre de esas fábricas? Quizá pocos, porque entonces mucha gente se iría al paro, y claro, es más importante un parado español que un muerto irakí. Que una cosa es estar contra los muertos de Irak y otra cosa morirnos de hambre por ellos.

Somos los Señoritos de la guerra.



P.D. Pinchad en el cartel de la película. Es una auténtica "virgada" de concepción y realización.

09 abril, 2007

INSTITUTO ZERBANTES

“Solo conozco dos idiomas: inglés con tacos e inglés sin tacos.”

L.Besson y R.M.Kamen en EL QUINTO ELEMENTO (1997)


Confieso que esta semana me había hecho el firme propósito de exiliarme mentalmente de este país. Escribir de cualquier cosa pero que no tuviera mentalmente con esta tierra llamada España. Sí, sí… No puedo hacer la maleta por motivos personales que no vienen al caso, pero nada me impide cerrar mi mente a todo aquello que está más allá de los muros de mi casa. Empiezo a estar superado por los acontecimientos diarios. Quemaría la surrealistoteca. Empiezo a parecer uno de esos viejos con síndrome de Diógenes… y en mi cabeza ya no caben más noticias surrealistas. Veo la estupidez allí donde dirijo mi mirada y, por salud intelectual, he decidido dejar de leer periódicos o escuchar radios. Quizá porque con poco más de tres décadas de edad empiezo a estar tan desencantado como un Quevedo avejentado o un Unamuno post-rectorado… No es desesperanza. Es cobardía. Es duro, pero es así. Cada día hay más idiotas, más incultos, más ineptos, más voceras, más estulticia…

Sin embargo, no puedo evitarlo, soy español. Sangre de toro que embiste cuando parece que recula hacia las tablas con tres pares de banderillas sobre el lomo. No soy facha no. Soy español como soy moreno. Ni me siento orgulloso ni lo desprecio. Lo dicen mis genes. Caí aquí y por eso reacciono así. Pero reacciono… Y al que le joda el término que busque otro. Que eso está muy de moda en nuestros días.

Leo hoy que el sinpar nacionalista vasco, Iñaki Anasagasti, asegura que el Príncipe Felipe es “un personaje protegido, alabado, mantenido y endiosado, sobre todo por el gobierno socialista”. En cambio, afirma, el Príncipe Carlos de Inglaterra es controlado desde el parlamento británico. Una actitud que alaba en los ingleses. Eso me ha devuelto la confianza en la política. Porque, amigos, quién me iba a decir a mi que alguna vez coincidiría yo con el tipo del flequillo imposible (y del que cualquier psiquiatra sacaría muchas conclusiones)

Estoy de acuerdo con él. Incluso, habría ido más lejos. Creo que los adjetivos dedicados a Don Felipe de Borbón son extensibles a la clase periodística de este país, cortesanos de pro, hasta la náusea. Yo, británico de corazón, me revuelvo en mi mismidad cuando oigo todo tipo de bromitas de mal gusto referidas a la familia real británica que se vuelven mieles cuando se habla de los Borbones. Pero es que, claro, los nuestros son mucho mejores que los otros y “no dan escándalos” quizá sin reparar que, quien saca a la luz esos escándalos, es la prensa de las islas que hace su trabajo y que no aplaude como lacayos, como hacen sus colegas españoles. Porque en todas las familias, Reales, cuecen habas. Lo que ocurre es que los británicos son capaces de cocinarlas y servirlas, y en este santo país, seguimos negando que estén en el menú y se quedan en la cocina.

Las noticias, incorrectas, son tapadas y retapadas por los periodistas cortesanos, o empresas de comunicación con miedo a represalias. Anécdotas participadas por miembros colaterales de la familia borbona, como ese Marichalar que utiliza medios aeréos del Ejército del Aire, o prebendas del Estado con las que son obsequiados por el conocido método del Dedazo. Y me dejo en el tintero aquellas que harían las delicias del Tomate… Pero ese himen aún no ha sido roto en nuestra joven democracia. Aunque, coño, la doncella ya tiene treinta tacos y empieza a ser sospechoso que aún no haya sido desflorada… ¿Quién será el “príncipe” o canalla que se atreva?

Anasagasti, en una estupenda labor como senador, ha explicado que don Jose Luis Rodríguez Zapatero se extralimita en su oscurantismo a la hora de facilitar una adecuada información para un mayor control político de los movimientos de la familia real y su utilización de, por ejemplo, los medios aéreos militares por parte de las Altas autoridades del Estado. Así ha alabado el modelo ejemplar de Carlos de Inglaterra que ha anunciado públicamente que va a utilizar, a partir de ahora, las líneas regulares de aviación para sus desplazamientos.

Anasagasti lo ha aplaudido. Y yo con él.

Pero ahí estoy yo… aplaudiendo al lado de un tipo que no me merece confianza. Ninguna confianza diría yo. Y cuando un pobre se muere comiendo jamón, o está malo el pobre o está malo el jamón. Entonces, Anasagasti está malo o el que está para pasar por el doctor, soy yo.

El nacionalista vasco se gusta y sigue atacando al Príncipe. Y ahí es donde mete la pata. Acusa al sucesor de la corona de que, además, en sus discursos en el Instituto Cervantes no hace caso al Euskera. Y eso es un delito de “lesa patria”. Su patria, claro, la de Anasagasti.

Aquí, señores, viene lo bueno, y es cuando decido dejar de lado mi exilio mental y entrar al trapo rojo que me presenta el torero peneuvista. Anasagasti propone entonces crear un Instituto Cervantes Vasco. Acusa a la institución española de no hacer caso a otros idiomas del estado y que, en los discursos que se pronuncian por todo el mundo en la inauguración de sus centros, no se hable en estas lenguas… Así pues, visto el desprecio que se hace al euskera desde dicho instituto españolazo, ha llegado a la conclusión de que es necesario dar vida a un nuevo organismo que fomente el idioma vasco.

Querría comentarlo en serio. De verdad que sí. Pero no me sale. En serio. No se enfade usted señor Anasagasti…

Si lo piensa un poco, ni siquiera dos veces con una bastará, se dará cuenta de que se llama Instituto Cervantes en memoria de un mediocre ex-soldado que escribió una cosa llamada Don Quijote de la Mancha… en castellano. Y que se promociona el castellano porque lo hablan sólo cuatrocientos millones de personas en todo el mundo y en la que han escrito “no españoles” como Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Luis Cernuda... Y que, eso que llaman por ahí español, es una de las tres lenguas más habladas en este planeta sin menosprecio por ello al resto de idiomas que utilizamos en este pequeño rincón del mundo. Fue simplemente casualidad que la lengua común a aquellos tipos que se fueron a conquistar el nuevo mundo era el castellano, de Castilla, que fue quien acoquinó para el viaje. Si el reino de Euskal Herria hubiera sido el que hubiera puesto los “jurdos” para la conquista, a estas horas los tangos se "llorarían" en euskera y en Mexico se cantarían Korridos y no corridos. Pero no fue así…

En cualquier caso, estaré de encantado, de que abran ustedes su propio instituto para la promoción del euskera en todo el mundo. La kultura ha de korrer. Eso sí, deberían ponerle un nombre algo más de la tierra, algo así como Instituto Zerbantes o Instituto Patxi. O mejor, Instituto ¡Ayvalaletxe! Porque Instituto Anasagasti iba a cantar mucho. Perdón. Kantar.

02 abril, 2007

ATLAS

A veces cuando algo sucede, pensamos que no debería haber ocurrido así.
Por eso sentimos, cuando muere un ser querido, cuando perdemos unas elecciones, cuando sufrimos cualquier derrota, que todo ha terminado.
Y no es verdad. Ése es el principio siempre. Porque la grandeza se alcanza,
no cuando todo va bien, sino cuando la vida te pone a prueba, cuando tienes un gran tropiezo, cuando te decepcionan, cuando la tristeza te invade. Porque solamente estando en lo más profundo del valle, puede saberse lo magnífico que es estar en la cima de una montaña".

Oliver Stone en “NIXON” (2000)



Madrid, 3 de abril de 2007


Los peores viajes son aquellos que no llegamos a hacer. Aquellos que planeamos sobre el mapa pero que nunca llegan a tener tres dimensiones, aquellos que esperan con la maleta preparada junto a la puerta, aquellos cuyos sueños duermen doblados bajo el pasaporte.

Viajes huérfanos. Sin fotos, sin recuerdos, sin el cansancio de kilómetros acumulados en el cuerpo…

Llevaba preparando esta expedición desde hace más de tres años largos. Sé que tengo el mapa del tesoro. Sé que el tesoro está allí. Lo enterré yo mismo. Pero, una vez más, no podrá ser. Ayer recibí la noticia del mecenas que trasmitía las funestas noticias. Los dioses cargados de cadenas habían dicho que no. El barco seguirá anclado en la dársena sin poder volar. ¡Que lástima naufragar en el puerto cuando ni siquiera hemos soltado amarras! Yo envié mis naves a luchar contra hombres y sólo me encuentro elementos. Cada vez más es este un país con más elementos…

“La primera vez que alguien te engañe, la culpa será suya. La segunda vez que lo haga, la culpa será tuya…” dice un viejo proverbio oriental. ¿Y qué pasa cuando no eres capaz de engañarte a ti mismo? Lo malo de no saber engañarse a uno mismo es que no hay manera de sorprenderse. Así que no nos deprimimos ni podemos echarle la culpa al otro.

Maldita sea la experiencia y su hija bastarda, la intuición. Es lo malo de hacerse viejo: los cinco sentidos se reducen pero aunque uno pierda vista , las ve venir de lejos; aunque oiga menos, se vuelve selectivo y es capaz de escuchar de todo entre líneas; deja de tener tacto aunque sólo con quien no lo merece, y el gusto se reserva para el vestir y el amor. Por el contrario, es el olfato el que se desarrolla hasta límites insospechados y así se huelen las situaciones antes de que lleguen. Quizá no le hagas caso a tu cabeza... pero no puedes engañar a tu nariz.

Lo peor no es perder. Ni siquiera la cara de gilipollas que dicen que se te queda. Lo peor es la sensación de fracaso sin haber fracasado, la falsa confianza en una espera que desespera, el estremecimiento de pelear en combates amañados para hacer bulto en un estadio sin público, la conmoción de defraudar a los que te quieren y el orgullo de querer a los que no se defraudan. La pena de una carretera cortada que no traerá nuevos paisajes.

Decía la canción que es el destino que se burla de mi... Pero el destino, esta vez, ha dado en hueso. Vengo de una estirpe de buscavidas sin oficio ni beneficio. Acostumbrados a los extremos, y a las duras. Así que no les costó soñar con las maduras. Y esa es la herencia que me dejaron.... Tipos que sin nada que perder, hicieron una raya en el suelo y quemaron los barcos. Y anduvieron. Y anduvieron. Y no llegaron a ninguna parte. No llegaron a islas perdidas que soñaron. Pero esas islas perdidas no dejaron de existir porque ellos no pisaran sus playas. Simplemente siguen allí. Agazapadas. Soñando con ser paraísos perdidos en mitad de un océano cada día más lleno de mierda. Pero no hay nada como fracasar: uno se siente libre de esperanza, libre de temor y libre de miedos… Es entonces cuando hay que adentrarse en la selva. Hoy ya no dejamos nada atrás y, mañana, por delante, aún está todo…

Bien lo sabía Atlas. El gigante que no dejará de subir la montaña aunque el mundo se le escape entre las manos cuando está a punto de coronar la cima. Han pasado milenios y, cada día, sigue empeñado en tan fútil intento. Pero él es así. Bajará la ladera y se volverá a echar el mundo a los hombros…

Y si los dioses quieren reírse, que lo hagan.

Reír es fácil. Luchar es lo difícil…