02 agosto, 2007

FUTURO IMPERFECTO

“No importa lo que hayas hecho en el pasado,
ni lo que creas que puede pasar en el futuro…
sólo importa el momento presente.”

John Amburg en “Y ENTONCES LLEGÓ ELLA” (2004)



He vuelto. Como las oscuras golondrinas, como McArthur, como Terminator, qué leche... Han sido unas muy largas vacaciones de mi mismo. Sin planearlas. Sin saber cómo comenzó todo. Al igual que ese tipo que sale a buscar tabaco y se retrasa. Y se retrasa. Y se retrasa… Y aparece un día veinte años después no sabiendo, a ciencia cierta, en qué se ha entretenido tanto tiempo.

No sabría por dónde empezar porque no llevé cuaderno de bitácora. Salí a emborracharme una noche por el puerto y una mujer, que yo pensaba puta y resultó ser musa, me golpeó en la cabeza. Desperté en uno de esos barcos que recorren el mundo como en aquellas películas de aventuras a lo largo de los siete mares que tan bien retrata R.L. Stevenson y que mejor lee en voz alta mi amigo León Arsenal. Ha sido un viaje largo en el que han pasado muchas cosas. ¿Todas buenas? Por supuesto que no. Pero no se hace una ensalada de angulas sólo con las crías de las anguilas. También lleva la humilde lechuga que ayuda a realzar el sabor de las primeras. Sin ella “sólo” serían angulas y no una ensalada. Como sin los sinsabores propios de la existencia, esto no sería Vida sino Paraíso. Y ya no está uno para esas milongas. Sin resaca no ha habido antes borrachera.

No se puede prever cuando el destino le espera a uno a la vuelta de la esquina y decide ponernos una zancadilla. Así, cuando nos hayamos perjurando y acordándonos de todos los dioses, incluidos los de los hititas, encuentra en el suelo una cartera repleta de billetes… Así de cabrona o de sabia es la vida. No te da el dinero en la mano. No. Te fastidia antes las rodillas para que descubras que tras la trompada, tu cabeza ha abierto un agujero en el suelo del que brota petróleo…

Tarde del primero de mayo. Un amigo con el que había quedado a comer llama diciendo que no podría acudir a nuestro encuentro. Reconozco que esas cosas me desconciertan. Cuando se me chafa una cita , no digamos ya de las amorosas, me quedo sin saber que hacer. Estaba “sólo en casa”, aunque no abandonado (lamentablemente) como el niño de la famosa película. Siete de la tarde: esa hora tonta porque se antoja demasiado tarde para algunos planes y, ciertamente, muy temprano para otros. Cuando el diablo no tiene que hacer, mata moscas con el rabo, decía mi abuela. Me doy cuenta de que en pocos meses estaré en la cuarentena, no preventiva, sino existencial y echo la vista atrás. Algo que odio por cierto. Pienso en los últimos diez años intensos de mi vida y me doy cuenta de que ni en sueños podía pensar en la mayoría de las cosas que me han sucedido. Como dice Steve Jobs uno puede conectar los puntos de su vida hacia atrás. Nunca hacia delante. Pero me inquieta pensar la cantidad de cosas cuyo núcleo, cuyo comienzo, tuvo lugar en la más asombrosa casualidad… Al final, pese a todo, dependemos de eso: de sucesos azarosos que no controlamos. Pese a la angustia que me causa pensarlo, intento imaginar dónde estaré y, lo que es peor, cómo estaré… Como pensar se me da mal porque lo desordeno todo rápidamente, me pongo delante del teclado para que mis pensamientos tengan una estructura minimamente coherente: uno es un profesional. Me pongo a escribir… Malo. Escribir al final es ficcionar. Siempre. Así, surge un cuento. Del cuento, por deformación profesional, paso al tratamiento (paso previo al guión) y es cuando me doy cuenta de que ahí hay una película. Una de esas películas “personales”. Española. Me preocupo. Nunca se me ha ocurrido antes una película española. Siempre comienzo “normal” pero rápidamente aparecen asesinatos, fantasmas, saltos en el tiempo, batallas, persecuciones… En fin… Pero en esta nada de todo eso: situaciones normales, conversaciones sobre la vida diaria y ¡¡¡bajo presupuesto!!! Es cuando me doy cuenta de que o me he hecho mayor o me estoy españolizando, y no se qué es lo que me da más miedo.

Como tengo tan clara la historia decido ponerme a escribir el guión a la mañana siguiente con la firme promesa de que si la cosa no avanza, no me convence o no se por dónde seguir lo abandonaré como se abandona un romance veraniego. Sin llanto, sin dolor, sin pena… Solo pensaré que me he curado, que “definitivamente” no es lo mío y que “fue bonito mientras duró”.

Del folio uno paso al diez. Del diez al veinte. Del veinte al sesenta. Y del sesenta al cien… Fin. Se acabó. Más rápidamente de lo que he escrito nunca un guión y cuyo pudor me impide decir el tiempo que he tardado en terminarlo.

Pero ahora viene lo peor. Tengo que pasárselo a mis lectores, esas personas cercanas a mí (mis conciencias) y que, como diría el genial William Goldman, son “aquellos que te pueden decir la verdad sin miedo a que puedas mandarles a la mierda”. No tienen pelos en la lengua y me dirán sin tapujos lo que les parece… Estoy acojonado. La verdad. Es muy distinto a todo lo que he escrito con anterioridad. Se que no esperan algo así de mi. Y ese salto, me consta, alguna vez nos ha aterrorizado a todos los que “creamos” algo. Uno se encuentra siempre más a gusto en aquel terreno que “domina” y para el que cree encontrarse más dotado. Además, sigo teniendo en mi cabeza que esta paja mental puede ser eso: una gran masturbación fruto de la crisis de los cuarenta. Aunque entre nosotros, estoy en crisis desde el día que mi madre decidió espaciarme los biberones.

Así que se lo paso y comienzan las críticas. Me desconciertan: todas inesperadamente favorables y, lo que es peor, dicen que es muy “yo”. No muy mío, no. Muy “yo”. Decididamente esto no había previsto. Por primera vez no está mi estilo en esos folios. ¡Estoy yo! Quizá porque, como decía el personaje de Dante en la película del maestro Adolfo Aristarain, Martín Hache, un director de cine sólo será bueno cuando deja su alma en aquello que escribe, cuando está él en las paginas de un guión… Alguien incluso dice que es lo mejor que he escrito nunca. Ya no es miedo. Es pánico…Es un streeptease mental. Un psicoanálisis público. En definitiva, un desnudo integral. Pero lo mejor de todo: no es una paja. Y eso me compensa.

Ahora, como todos los hijos, tiene que caminar por sí mismo. No sé si es el más listo ni si es el más tonto pero, a veces, las grandes aventuras comienzan así: con una cita cancelada, con un barco al que uno se sube sin saber a dónde va, con un temporal que arroja gran parte de nuestra vida por la borda… y una casualidad que es el comienzo de una nueva historia.

Su futuro es incierto. Imperfecto. Pero ¿acaso no lo es siempre?

Bienvenidos otra vez a todos.


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6 Comments:

Blogger enrique said...

Cuando Ortega y Gasset pronunció su famosa conferencia en el Ateneo de Madrid después de más de diez años de exilio y ausencia, comenzó con estas palabras del Romancero:
"Viejo que venís, el Cid, viejo venís y florido".
Pues las tomo yo en esta ocasión para deciros que, tras larga y sentida ausencia de este su foro, venís florido.
Se le echaba de menos, tanto en su blog como en sus comentarios. Parece ser que la ausencia ha dado sus frutos.
Bienvenido de nuevo.
Un abrazo.

10:50 a. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Muchas gracias Enrique. La verdad es que cuando uno está tan enfrascado le queda poco tiempo para comentar cualquier cosa ajena del "mundo exterior". Prometo ponerme al día pronto y comenzar con la realidad ya mismo.

Un saludo.

7:14 p. m.  
Blogger Sintagma in Blue said...

El destino viste alas y el azar las caza.

9:30 p. m.  
Blogger José Antonio de Cachavera said...

Bien hallado (he abierto tu blog unas doscientas veces).

Ya era hora.

Cabrón.

Tenemos unas birras pendientes que ahora no me podré tomar por culpa de ese que tú ya sabes, que es pequeño, mandón y requiere todo mi tiempo libre

Abrazos

12:29 p. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Gracias compañero. Sí, sí, ya me sé tu increible historia. Ahora empieza ¡¡¡el terror!!! Ya verás. En los próximos dias comentaré largamente ese blog que merece muy mucho la pena. Los lectores habituales de este tienen que hacer una visita obligada... Un abrazo.

6:57 p. m.  
Blogger Princesa said...

Bienvenido, Pedro!

La verdad es que en los últimos meses entro menos, pero como los buenos vinos, al final vuelvo.

Gracias por seguir.

8:25 a. m.  

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