05 marzo, 2006

EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS

La creación es el acto más diabólico que Dios pudo poner en nuestras manos cuando decidió hacernos a su imagen y semejanza. Él, que lo hizo todo de golpe y que cerró la tienda después del séptimo día, quiso darnos ese don, ese regalo con el que envenenó la manzana que nos tragamos hace milenios.

La necesidad de crear es una maldición. Una maldición a la que uno no puede renunciar como una de esas enfermedades que va inserta en nuestros genes, y que un día u otro da la cara. El acto creativo no se elige: una mañana se presenta y a partir de ese momento uno ha de aprender a convivir con esa dolencia crónica. No hay remedio ni tratamiento que nos libre de sus síntomas o sus consecuencias. Habitualmente se presenta siempre a edad muy temprana aunque se dan casos que desarrollan el “virus” en la madurez. Da igual. A partir del día que uno nota que “aúlla a la luna llena” el maldito siente que tiene que sacarse eso que lleva dentro y que crece día a día. Y ahí comienza lo realmente duro.

Porque quitarse el “bicho” de dentro, cuesta. Ya lo dijo Dios: "Parirás con dolor". Y es que realmente es un parto. No conozco definición más adecuada para el acto creativo: dolor. Duele. Es el mayor de los tormentos. Mientras dura, si uno se mira desde fuera, nos convertimos en seres absurdos. Tan absurdos como las embarazadas que, espatarradas delante de un montón de señores vestidos de blanco, no tienen el más mínimo pudor en protagonizar un espectáculo mezcla de cine gore y peli porno y que, en su gran mayoría, ese mismo pudor les hace incapaces meses después de enseñar las tetas en una playa. Así, cuando escribimos, pintamos, interpretamos, bailamos, o hacemos música nos volvemos locos, idiotas, huraños, trastornados, desequilibrados, lúcidos, dioses o demonios... pero todo da igual... Lo único importante es sacarse a la criatura de las entrañas. Disfrutar sufriendo. Sufrir disfrutando. La tragedia es que no sabemos si lo que saldrá será un querubín de tez aria, el bebe de Rose Mary o el hijo putativo de Alien... porque no hay ecografía creativa que nos avise de malformaciones en el feto.

Sin embargo, como las parturientas, cuando nos ponen al “bebé” en los brazos sabemos que todos los malos momentos han merecido la pena. O no... porque, como dice Serrat, a menudo los hijos se nos parecen, y muchas veces no nos gusta lo que nos devuelve el espejo. Pero da igual, nuestras obras (de carne o de papel) andarán ya solas. Tienen vida propia y escapan a nuestro control. En ese preciso momento no somos dueños de ellos aunque pongamos el posesivo delante de su nombre. Serán de quienes les amen o les odien. Porque enamorarán o serán odiados. Serán objeto de admiración o de desprecio. Crecerán o morirán de forma inesperada. Pero todos reconocerán en ellos a una parte de nosotros porque llevan nuestros genes...

A los dieciocho años entré por vez primera en la Capilla Sixtina. Estuve exactamente dos horas y media sentado en un banco de madera observando cada una de las figuras pintadas por Miguel Ángel Buonarroti. Sentí que no se había creado nunca una expresión artística humana más perfecta. Jamás. Pensé que nunca nadie podría hacer algo más increíble. Pero apenas había salido de mi Atocha natal... Después he visitado muchos museos. Formas artísticas de todas las culturas. Algunas magníficas. Muchas sobrecogedoras... Pero sigo pensando lo mismo. Nunca he vuelto a ver algo igual. En ese techo, en aquel frontal, lejos de ser una mera obra religiosa, está plasmada la esencia misma del hombre: su grandeza, su horror, su trascendencia, sus contradicciones y su infierno interior, todo con una fuerza que escapa a la propia lógica humana.

El maestro florentino es a mi entender el artista más importante que ha dado lo que hemos venido a llamar como Humanidad. El genio creativo en su expresión máxima. Apreciado y reconocido para sus coetáneos: el más grande ya en su época. Siempre a la búsqueda de la perfección y siempre con la tragedia de no encontrarla a sus ojos pese al halago de los que le rodeaban. Cuentan que cuando terminó el Moises, a los treinta y cuatro años, buscándole un defecto pasó varios días pensativo. Recorría cada centímetro del mármol de Carrara en el que lo esculpió. Finalmente le dio con el martillo en la rodilla. Esperó un instante y le dijo a su criatura: “Te falta hablar...”

Sin embargo pese a todo su genio, a ese don único que poseía, Miguel Ángel vivió torturado toda su vida por el esfuerzo que le suponía ese impulso creador. Y digo torturado no metafóricamente: cada una de sus creaciones vino acompañada de años de duro trabajo, de dolor físico, de dolor intelectual en la búsqueda de la expresión exacta de su pensamiento, del afán de superación, atormentado con que cada creación debía ser única: no existía un antes y no era capaz de ver un después... No era pintor cuando aceptó pintar la Capilla Sixtina y durante cuatro años vivió literalmente en un andamio a muchos metros del suelo en el que incluso hacia sus necesidades, apenas acudía a actos sociales al que era habitualmente invitado porque le restaba tiempo para dedicarle a sus encargos, convirtió su casa en su taller y trabajaba por la noches a la luz de las velas, el mismo día que terminaba una obra empezaba la siguiente...

Lo dicho, una maldición.

Bendita maldición.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Sólo he estado una vez en Roma, también tenía 18 años. Pero estuve tres veces en la capilla sixtina... ¡un asco! (no la capilla sino los dos mil turistas japoneses que probablemente estaban allí porque habían visto "The agony and the ecstasy" (Carol Redd, 1965), digo yo...) Por eso estuve tres veces. A la tercera había la poca gente requerida para una mejor contemplación. Así que me tumbé en el suelo (ahí si era para ponerme un poco en la situación en la que había visto a Heston-Buonarotti pintar)... un guardia no suizo, sino de los museos vaticanos, se acerc ó a los escasos cinco minutos... pero no me indicó que me levantara... sino que iban a cerrar. Fue el verano del año que se murió Franco. (¡oye qué título!: "El verano del año en que murió Franco")... A lo que vamos, después de aquello también di clases de guión de cine... ¿Sabes cómo acabé aquel "tormento"? Con una curiosa frase:“Digamos que el que decide escribir debería ahorcarse cuando descubre que escribir bien es intolerablemente difícil. Entonces alguien debería salvarlo sin misericordia y su propio yo debería obligarlo a escribir tan bien como pudiera el resto de su vida. Así, cuando menos, tendría la historia del ahorcamiento para comenzar.”
Ernest Hemingway
"Papá" Ernest era muy suyo pero sabía un Congo.
Con alegría veo que todavía no has ido a tu última cena.
Saludos
Anónimo Venenciano

3:05 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿¿¿¿¿¿Parir con dolor...qué bendición!!???????????
No he debido pillarlo...

Yo es que estoy más a favor de no sufrir por nada...ni pariendo..ni creando...ni viviendo...

"Una que no ha parido"

7:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

es la vida hay que hacer exámenes para todo: colegios, institutos, carnet de conducir, manipulador de alimentos, entrevistas de trabajo, oposiciones, pruebas de aceso... y lo más difícil que hay, a parte de vivir rutinariamente, que es ser padre, nos dejan hacerlo una y otra vez sin examen, prueba, test o entrevista. señores, será un acto natural y estaremos diseñados para eso pero, no es verdad que creamos una persona y la echamos a vivir sin tener ni idea de si es el momento ni el lugar ni el cómo lo vamos a hacer?. acabo de oír el caso de la niña maltratada en Barcelona que está en el hospital.¿Qué estamos haciendo? no todos servimos para parir ni para educar ni para criar ni para compartir. He oído miles de veces a mi madre decir: A ser padre nadie te enseña. es cierto. A crear bien nadie te enseña.

1:00 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

la peor frase que puedes oír de tu padre es: lo hice lo mejor que supe, lo hice lo mejor que pude.

1:00 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo no tengo hijos...soy jóven...y hasta ahora, por mis circunstancias personales, me ha sido imposible....ahora que podría lanzarme...me da un miedo horrible...la verdad es que yo si me planteo cómo lo haría...pero sobre todo es una cuestión de egoísmo...no quiero sufrir. Y los que son padres me diréis que compensa....ya...

10:56 a. m.  

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