02 diciembre, 2005

TODOS SOMOS NAZIS

Esta mañana no escribo, vomito.

Gracias por los mensajes de apoyo a esta página, por los comentarios, por las críticas, por las alabanzas... Pensé que sería un diario que nadie leería pues no se publicita en Crónicas Marcianas ni en los entreactos de Gran Hermano. Pero sí. Yo calculo que debemos ser ya, al menos, media docena los que nos reunimos por aquí. Hoy me cuesta escribir. No porque no haya noticias, ni anécdotas, ni locuras que me sirven de excusa para reflexionar. No. Me cuesta porque ya más de una persona me ha dicho: “me gusta tu blog pero... ten cuidado con lo que escribes. Nunca se sabe quien lo puede leer.” Se han cumplido treinta años de la muerte de Franco, tan de moda en estos días, y recuerdo que yo escuché frases parecidas a esas en mi casa en aquellos días. Había que tener cuidado con lo que se decía, con lo que se escribía, con lo que se comentaba... El poder no perdona especialmente lo que queda escrito.

¿Qué coño está pasando? ¿Por qué tenemos esa percepción de que si dices algo contra el estatuto de Cataluña, contra el Psoe, contra el PP, o contra el sumsum corda, mañana te puede pasar factura? ¿Acaso no tenemos libertad? Política sí porque así reza en nuestra Constitución pero sospecho que todavía no tenemos la libertad económica, ya que es la censura económica, la peor de las censuras... Así que, cuidado con lo que escribes, que es como decir cuidado con lo que piensas.

Es cierto que todos, absolutamente todos, alguna vez hemos sentido deseos de acallar aquel que nos jode, que nos toca las narices con sus comentarios, que ha censurado nuestra forma de actuar... El ser humano tiende a eliminar aquello que le es molesto, bien sea de su cabeza o de su vida...Nuestro malformado cerebro tiene una composición que no es químicamente pura: un tanto por ciento de tolerancia y un tanto por ciento de autoritarismo. Dependiendo de la cantidad de uno u otro, nos convertimos en fervientes demócratas o señores con esvástica. El truco consiste con controlar a ese Hitler perverso que llevamos dentro. En encerrarle en esa cárcel mental de la que no debe salir y que busca cualquier excusa, a veces muy plausible y justa, para salir. Pero no hay razón alguna para dejarle libre. Ninguna. Ningún argumento, por muy cierto que este sea, es motivo para soltarle.

Vivimos días en los que hay gente que ha decidido dejar sueltos a sus nazis interiores. Así, ante comentarios más o menos afortunados, más o menos verídicos, más o menos justificables, han decidido que los métodos utilizados por los nacionalsocialistas de la Alemania de los treinta son los más validos. Las pintadas y las amenazas para señalar a quienes se oponen a sus ideas y comportamientos.

Y no. Por ahí no paso. Si los que hacen afirmaciones que se consideran injuriosas son así consideradas por los supuestos injuriados pues a los tribunales con ellos. A los tribunales de justicia. A los jueces. Que para eso están y para eso cobran. Y lo demás está de más. Es solo iniciar una carrera que, lamentablemente, ya hemos visto como acaba y, sobre todo, terminan por olvidarse los motivos que iniciaron esa loca espiral: desde nuestros días nadie se plantea si los judíos eran culpables de los delitos de los que les acusaban los nazis porque nada justifica las barbaridades, la mayor vergüenza de la historia de la humanidad, que vino detrás.

Pero el miedo es un arma muy poderosa y aquellos que saben manejar el miedo se convierten en poderosos señores. Amedrentar ha dado excelentes resultados en la historia de la Humanidad desde que el primer troglodita esgrimió su quijada de burro ante aquel enano enclenque de la tribu se reía de él llamándole cornudo. El enano no tenia razón, o sí (vaya usted a saber la vida marital de la señora troglodita) pero en cualquier caso, alguien decidió (el primer abogado) que la quijada no era el método para solucionar el problema y acudieron al jefe de la tribu para solucionar el problema. Uno perdió, los abogados ganaron, y ese día nació la civilización.

Pero yo soy de los que todavía se amedrenta ante la quijada de burro así que no pienso hablar de política, ni molestar a nadie con este blog, ni denunciar nada porque el único perjudicado al final sería mi banco. Estoy y estaré a favor de la corriente y tacharé de intolerante a quien no tolere a los intolerantes. Os quiero a todos. Pareceré un gilipollas social... pero lucharé en la clandestinidad contra los malos, como el Zorro, como la Pimpinella Escarlata, como los héroes solitarios. Es lo único que algunos podemos ser en estos días que corren.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es terrible lo que pasa estos días y no pasa nada... por ejemplo, el encadenamiento de miembros de ERC en la emisora de la COPE.

No es que ya no me gusta lo que dice sino que trato de silenciarte y luego encima yo soy el adalid de las libertades y la tolerancia ¡Toma ya! Eso es morro y lo demás tonterías... pero no pasa nada. La Caixa y su fundación social nos ampara.

churno

1:07 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

El miedo mata a la mente

:-)

8:21 a. m.  

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