30 noviembre, 2005

HOSTIGADO

Voy paseando por la Gran Vía. Hace frío. Estamos prácticamente en navidad así que a ambos lados de la acera, manteros de todo tipo. De repente todo el mundo echa a correr y me quedo súbitamente sólo. Dos policías municipales se me acercan:

- Documentación por favor...

Busco y no la encuentro. Al salir de casa la llevaba.

- Pues mire, no la llevo encima. Un carterista, de los muchos que hay sueltos por esta calle me la ha debido de quitar. Bueno, quien dice carterista dice esas bandas de críos de menos de diez años que meten la mano en todo tipo de bolsos pero que, como no tienen edad penal, no se considera delito claro. Si se fijan los verán por todo el centro de Madrid, pero claro, ustedes prefieren interrogar a honrados ciudadanos.

- Vaya, o sea que no llevamos papeles... ¿No habrás saltado la valla en Melilla hace dos días, eh moreno?
- Oiga, mi moreno es de rayos uva, ¿por quién me ha tomado?

El poli mayor se vuelve hacia la poli joven que va con él.

- Martínez, tenemos un listillo. A ver, tú, manos contra la pared...

Comienza el registro. En uno de mis bolsillos aparecen un par de papelinas de coca.

- ¿Y esto?
- Son para consumo personal. Esta noche tengo una fiesta y ya sabe... ¿Quién no necesita un par de rayajos para aguantar la noche?
- Vale, vale, no hace falta que dé detalles. Conocemos la ley. Consumo personal.

Martínez abre una de mis bolsas. De ellas saca tres botellas de whisky, dos de ginebra y una de ron.

- ¿Y todo este alcohol? No serán para hacer botellón, no?
- ¿Qué diiiiice? A mi edad no tiene uno el cuerpo para sentarse en el suelo con los colegas durante horas una noche de invierno. Lo que pasa es que al llegar a casa después de una dura jornada de trabajo me gusta pegarme un pelotazo.
- Claro, ¿y a quien no? suelta naturalmente la poli joven. El más veterano, García, le echa una mirada fulminadora.

- Martínez, no confraternice usted con el detenido.
- ¿Detenido? ¿Estoy detenido?
- No, de momento solo retenido.
- Ah, menos mal, contesto, aunque no me gusta nada sentirme retenido...

- Bueno, ya conoce la ley, no pasa nada por llevar por la vía pública seis litros de alcohol de baja graduación, como si se las va bebiendo a morro por la calle de Alcalá... pero recuerde nada de botellón ni se le ocurra dárselo a sus hijos menores de edad.
- ¿Cree que estoy tonto? Al precio que tienen esas botellas, ya les vale con una Fanta.

Sigue el registro. De la bolsa salen un par de cartones de Marlboro

- También fuma...
- Sí, no puedo quitarme ese vicio.
- ¿Y esta caja?

Tiene en sus manos una caja de Cohíbas que me ha regalado mi hermano.

- Puros cubanos, pasados reglamentariamente por la frontera. En fechas felices siempre termino con alguno en la mano.
- Pues con esta caja es usted un tío afortunado. Tiene para 48 días felices. A mi me durarían toda la vida...
- Pues yo espero gastarlos todos estas navidades. Coja uno Martínez, le digo.
- No gracias, estoy de servicio.

A García no le hace ninguna gracia ese especie de pseudocoqueteo que he iniciado con la mujer policía.

- Agente Martínez. Venga aquí y continúe usted el registro.

Ella comienza concienzuda su labor. Al fondo de la bolsa aparece lo que he estado temiendo desde el principio...

- ¿Y esto?
- Soy lector habitual de Playboy. Me entusiasman sus artículos.
- Ya, claro. ¿Quién no ha leído alguna vez una de las espléndidas columnas de Playboy? ironiza Martínez.

García asiente con complicidad. Noto que él también lo ha consultado alguna vez las páginas de opinión de este clásico.

- Claro... y también lee las de Penthouse, dice Martínez mientras saca el extra de Navidad.
- No... pero este mes trae un espléndido reportaje sobre relojes de pulsera...

... la única prenda que lucen las modelos.

- ¿Y qué me dice de Calientes y Cachondas? ¿Y de Culos de Colegiala?

Estas dos ultimas regalan en sus números mensuales un dvd con todo tipo de contactos sexuales y la portada haría sonrojar al mismísimo Larry Flint.

- Ya... bueno. Son para un vecino que me los ha encargado porque...

- Por favor, no se explique.

Me doy cuenta de que sí, es mejor dejarlo así.

- ¿Y este perfume de marca?
- Es para mi mujer... una pasta me ha costado en la Oriental.
- Desde cuando el Kenzo femenino huele a pachuli de la china? dice Martínez.

Martínez se ha cabreado conmigo. Es mujer y si hay algo que una mujer no soporta es que un marido engañe a su esposa... con regalos falsos. Siento que ya no tengo aliada. Se levanta y me mira de arriba abajo.

- ¿Y este polo que lleva puesto de Tony Gilfiguer?

Comienzo a perder mi confianza...

- Estaban a buen precio en el Corte Inglés.

García me mira con esa mirada de Asco-pena que nos hace sentir tan mal...

- ¿No sabe que estos polos baratos son manufacturados por niños en países del tercer mundo? Es usted un desalmado. La gente como usted me da ganas de vomitar...

Bajo la mirada. Jamás me había sentido tan sucio. Me apoyo en la pared y algo cae de uno de mis bolsillos.

García esboza una sonrisa...

- Vaya, vaya... ¿pero qué es esto?

Recoge del suelo una copia pirata de mi última película.

- ¿No sabe que comprar a los manteros está prohibido?

Trato de explicarle que soy director de cine, que esa es mi película, que cuando han aparecido estaba echándole la bronca al senegalés de turno por traficar con mis derechos de autor, de robarme, de quitarle el pan a mis hijos. El subsahariano no entendía nada. Solo decía: diez euros. Los dos polis, claro, no creen una palabra.

- Ya claro, eres Almodóvar disfrazado.

Para la copia pirata del último de El último de la fila no tengo explicación.

- Sí, vale, se lo he comprado. No peor. Lo he cogido del suelo cuando se le ha caído al negrito al huir de la policía. Se lo he robado, como él se lo había robado antes a Manolo García. Por supuesto, me derroto, no pensaba pagarselo.

- Has caido en lo más bajo... No ya comprarle a los manteros sino robarle a los manteros...
- Pues la has cagado. Martínez, esposa al sujeto que nos lo llevamos a comisaría.
- ¿También cojo la bolsa?
- No, lo de la bolsa es legal, pero el material pirata... Se te va a caer el pelo, chaval.

En comisaría me hacen esas fotos tan chulas con los dos numeritos. Ya estoy fichado, como lo estuvo mi padre en tiempos de Franco. Vuelvo a casa orgulloso. Mis hijos podrán presumir de mi el día de mañana. Me han dicho que el juicio no tardará en salir. Ahora tengo que esperar la llamada del juez. Suena el teléfono de casa.

No... Era el despertador... comienza un día más. Lástima de sueño... Parecía tan real. Me doy cuenta que soy un pringao, un acomodado, un perfecto ciudadano integrado que cumple escrupulosamente con sus obligaciones. Pero esto se ha acabado. A partir de hoy seré un fuera de la ley.

Me levanto y meto en una bolsa... nada. Tendré que salir de compras a por drogas, licores, perfumes de contrabando, pornografía... y dos cedés piratas.


La noticia: La Policía Municipal hostigará y fichará a los compradores de top manta y el juez podrá citarlos a declarar.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

JUA JUA JUA JUA

Q BUENO, CHAVAL :-D

8:42 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Feliz año 2006 , Pedro

1:34 p. m.  

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