01 septiembre, 2006

COLECCIONES

"Yo creo que la vida es terrible,
pero hay momentos hermosos que valen la pena,
y yo los colecciono para intentar ser un poco más feliz."

Martín Casariego en
"
Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero" (2000)



Coleccionar es una afición que nunca he tenido.

No porque no me guste acumular cosas, sino porque mi afán perfeccionista hacía que siempre pensara más en lo que me faltaba que en lo que ya tenía. Además, un día comprendí que no es posible acabar las colecciones. Siempre queda algo que no podemos alcanzar. Y además, al final uno va y se muere, con lo cual la colección quedará siempre inacabada, luego vendrá un yerno mamón y la malvenderá en el rastro. Sí, ya se que es una visión woodyalleniana de la vida pero la tenía antes de ver sus películas…

Llegó septiembre, y comienza esa época en la que ir a comprar la prensa se convierte en una aventura digna de Marco Polo. Esta mañana al acercarme al kiosco a por el periódico tuve que sortear toda suerte de cartones con todo tipo de estúpidas colecciones que, personalmente, no entiendo como alguien puede querer hacer: dedales históricos, muñecas literarias, bufandas de leyenda… Algunas incluso, tienen la osadía, de regalar el mueble para acumular semejante colección de nadedades. Cada año me sorprenden con una de ellas a cuál más extraña. Eso sí, no lo negaré ¿Quién no ha comprado alguna vez el número uno de muchas de ellas? Pero la gran pregunta sería: ¿Hay alguien que alguna vez haya terminado alguna?

Yo tengo pequeñas colecciones de cosas absolutamente inservibles… todas hechas gracias a aquellos que me quieren.

Los escarabajos, volkswagen, en miniatura son una de ellas. Cada vez que alguien no sabe que regalarme, escarabajo que te crió. No se lo echo en cara porque, gracias a ellos, tengo un mueble lleno. Se ha ido haciendo sola y cada modelo tiene el cariño del amigo que quiso hacer la colección por mí. Y la verdad es que quedan bonitos.

La segunda, es una colección de tazas (mugs) que he ido creando yo sin darme cuenta. Todo comenzó de forma tonta. Soy adicto a la cafeína desde una edad muy temprana, y el hábito se fue convirtiendo en toxicomanía gracias a mi bendito oficio y a no fumar…Uno necesita llevarse algo a la boca cuando piensa delante de la hoja en blanco…así que hoy en día Juan Valdés toma menos café que yo. Siempre que voy a aventurarme en algún proyecto, compro una taza que me acompañará en ese “viaje” y en la cual consumo toda la cafeína que da de sí el guión. Cuando lo termino la “jubilo” y no vuelvo a utilizarla. La meto junto con los escarabajos en el mismo mueble. Cada una de ellas tiene una historia pegada a ella, y es por lo tanto, una colección de aventuras personales…a la que sólo yo doy valor.

La tercera es mi preciada colección de relojes de pulsera. Desde que allá por los ocho años mis padres me compraran el primero no he dejado de hacerme con uno de ellos siempre que me “encapricho” de alguno cuando lo veo. Además es así. Amor a primera vista. No tiene nada que ver con su valor, precio o material del que está fabricado…Pero además, cada uno de ellos corresponde a un sentimiento, a un estado de ánimo, a una emoción que me trasmite “mágicamente” cuando lo llevo puesto. Sí, ya sé que es pueril, que es psicopático, pero también es verdad… Entre ellos, los hay más importantes ya que tienen una historia importante pegado a ellos: bien por el momento o el lugar en el que fue comprado o bien la persona que me lo regaló… Cada vez que ha ocurrido un hecho importante en mi vida, un reloj ha llegado pegado a él: el de cada uno de los días que supe que iba a ser padre, el del día en que comencé a rodar mi primera peli, los que me han regalado cada una de las mujeres que amé, el del día de la muerte de mi padre…

¿Y yo decía que no coleccionaba nada? Maldita sea…Que poco me conozco…

Juro que cuando empecé este post estaba convencido de que no atesoraba ninguna colección y al final, sólo con hurgar un poco, han aparecido tres. Pero supongo que así deben de ser verdaderas colecciones. Aquellas que están hechas de trozos de vida, piezas que sólo tienen un sentido para nosotros, que la vida va poniendo en nuestra puerta, y que un ladrón en nuestra casa dejaría pasar de largo…

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Antes que nada, gracias por regalarnos pedazos de tus vivencias.
En cuanto a mi refiere, mi colección involuntaria a lo largo de mi vida han sido los bolsos. En ellos hay: targetas de restaurantes, billetes de autobús, avión o tren, caramelos enganchosos, fotos de amores pasados, llaves que ya no habren, etc.
Cada época de mi vida, va acompañada de un bolso distinto. Soy incapaz de tirar alguno, ni los lavo (cada mancha tiene algún significado), los cuelgo en el colgador y me busco otro, o algún conocido que sabe de mi afición me regala uno nuevo. Es así como he ido acumulando un sinfín de bolsos, bolsas y carteras que contienen todas las etapas de mi vida.
Besos a todos

5:38 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pues yo colecciono pendientes...tengo de todo tipo, aunque los que más me gustan son los que no se pegan a la oreja...
No sé estar sin ellos...todos los días los cambio...no solo tengo los que me regalan, sino que yo compro muchisimos...ayer mismo me regalé unos preciosos...
Tengo un panel de terciopelo negro donde los cuelgo...

9:13 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Psicológicamente, hay una teoría para esto del coleccionismo: son personas que tienen cierto vacío y que intentan llenar con las cosas materiales. Además. no les gustan los cambios y tienen miedo a envejecer (por eso inmortalizan los sentimientos y vivencias con un recuerdo). Sólo es una teoría.

8:24 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Esa teoría la podría haber sostenido el eminente facultativo austríaco (ahora no recuerdo el nombre), que interviene como psiquiatra forense en "Primera plana" ("The Front Page", Billy Wilder, Universal, 1974) y que acaba escribiendo un libro ("Alégrate de tu impotencia"), después de haber hecho un recorrido olímpico de San Francisco en camilla, gritando "¡Maricas, que sois todos unos maricas!".
Saludos
A. Venenciano

2:50 p. m.  
Blogger Princesa said...

Pues yo lo único que colecciono son libros.

No puedo presumir de haberlos leído todos. Algunos los compro porque simplemente me gusta la portada, o la textura de sus páginas...

Tengo una existencia caótica, así que me es imposible coleccionar cosas.

De las colecciones de los kioskos, sólo he hecho dos. Eran de películas.

¡Vaya...! Ya he encontrado dos colecciones.

12:36 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Supongo que para coleccionar algo, hay que hacerlo de manera consciente. Teniendo en cuenta este principio, no he coleccionado nada en mi vida.
Curiòsamente, tambien tengo una buena cantidad de relojes de pulsera, aunque ninguno tiene que ver con algun hecho especial de mi vida, unicamente con su diseño. Siempre me han fascinado estos pequeños objetos, responsables de cargar con nuestro tiempo.
La colecciòn en fascìculos, màs increible, que he visto en mi vida, era sobre la construcciòn de una goleta del siglo XVIII. Te echabas media vida para acabarla y su coste era casi como encargar a un astillero una copia idèntica del original.

6:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Supongo que para coleccionar algo, hay que hacerlo de manera consciente. Teniendo en cuenta este principio, no he coleccionado nada en mi vida.
Curiòsamente, tambien tengo una buena cantidad de relojes de pulsera, aunque ninguno tiene que ver con algun hecho especial de mi vida, unicamente con su diseño. Siempre me han fascinado estos pequeños objetos, responsables de cargar con nuestro tiempo.
La colecciòn en fascìculos, màs increible, que he visto en mi vida, era sobre la construcciòn de una goleta del siglo XVIII. Te echabas media vida para acabarla y su coste era casi como encargar a un astillero una copia idèntica del original.

6:00 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home