23 julio, 2006

PARTE DE GUERRA NÚMERO UNO

"Trabajar en el cine era vergonzoso, era lo más despreciable...
Gracias a Dios se inventó la televisión."


Billy Wilder


Otra vez bajo el fuego. En televisión, el directo, tiene otro sabor. Sabor de batalla, sabor de supervivencia, sabor de vértigo… Uno echa de menos esta droga, ese chutazo de adrenalina que se te inyecta en las venas cuando se enciende el pilotito rojo. Es lo que da este medio que no da ningún otro: la inmediatez. Todas tus decisiones tienen rápidamente su reflejo en el presente, en lo que está pasando en ese mismo momento. No hay apenas tiempo para pensar, ni para rectificar. Pero, su grandeza, es precisamente esa: que nada queda. Todo es efímero. Tanto en su grandeza como en sus errores.

El otro día, al término del programa, hablaba con dos de las periodistas que dan la cara (para que les alaben o para que se la partan) y me preguntaban qué diferencias encontraba con respecto al cine. “Esto es Verdad” les comentaba yo. Y es que la tele es la realidad. A veces dura, a veces estúpida, a veces superficial… pero siempre, siempre, reflejo de lo que hay en la calle. El cine es un mundo pequeño, reducido, de artistas que muchas veces andan dos palmos por encima del suelo… Por eso, muchas veces, la caída es tan dolorosa.

Aquí, al control de realización, le llaman el Enterprise (como la nave de Star Treck) porque es exactamente igual en su conformación física al puente de mando de aquella de la mítica serie de televisión. Me gusta. Todo invita a iniciar un viaje. Pero que nadie se equivoque, no será de placer. Como bien saben los "treakys", a buen seguro nos encontraremos con múltiples obstáculos. Como bien dice un amigo mío: "En este negocio, no hay movida fácil..." Problemas que uno nunca puede prever. Solo aventurar. Es la experiencia y la manera de mantener la calma la que hacen que se vayan solucionando sobre la marcha.

Cuarenta y cuatro monitores delante del sillón del realizador marcan el rumbo de esta nave. El viaje dura cuatro horas largas. Durante ese tiempo, caen bombas, los periodistas (en primera línea) dispara con precisión las balas que han ido acumulando durante la semana, algunos ríen, otros se muestran serios y, en algún momento, cae alguna que otra lágrima. Desde sus casas, el público que observa este circo moderno, manda mensajes de aliento, de apoyo, de “insultación”, de crítica, de destrucción… Y, por un momento, pienso que, efectivamente, esto es la vida real. Lo que pasa ahí fuera solo es un reflejo. Aquí les cuentan lo que son. Para bien o para mal. Y ellos así lo toman…

De repente, la guerra se detiene...

Es el momento de las ofrendas a la diosa Publicidad. Ella pide sus sacrificios. Así que hay que dárselos. Un instante en el que todo el mundo aprovecha para salir a la calle a fumar, a beber, a tomar aire, a prepararse para el siguiente asalto… Se comentan las jugadas más interesantes y se hacen planes de ataque para lo que aún queda. Parece que el tiempo se hubiera detenido. Miro a mi alrededor. Es como cuando mi abuela me contaba que en la guerra civil había momentos en que los de una y otra trinchera paraban la guerra, qué bien lo narraba Gila, salían de sus agujeros y entonces los de uno y otro bando se intercambiaban cigarrillos y preguntaban por los suyos... Al toque de corneta, vuelta otra vez a la trinchera y a disparar contra aquel con el que habías estado fumando hasta hacía unos minutos.

Algo así ocurre... Hasta creo ver a enemigos irreconciliables en pantalla dándose explicaciones… Todo quieto. Calma. Sonrisas. Pero es mentira... Llega un regidor gritando que en un minuto estamos en el aire. Se inicia una estampida ordenada. Corremos por los pasillos, como en las películas de submarinos, hacia nuestros puestos mientras se oyen gritos de última hora dando todo tipo de órdenes para lo que nos espera.

Faltan diez segundos.

Con riguroso orden cada uno ocupa su puesto en el puente de mando.

Nueve...

Ocho...

Siete...

Centro mi mirada y veo a mi amigo, el que me trajo a esta guerra, ponerse los cascos y exigir a plató algo que no escucho. Voz firme y seria. Uno ochenta de humanidad y ciento diez kilos de mala leche darían a entender, a alguien no versado en estas lides, que está cabreado… Yo sé que no es así. Bajo el fuego todo dios tiene que parecer cabreado. Es una manera de mantener la tensión. Desde fuera, las cosas se ven de otra manera.

Seis...

Cinco...

Cuatro...

Ultimas órdenes en control. Las cámaras, como francotiradores, apuntan de nuevo a sus objetivos. La ayudante de realización solicita el apoyo "aéreo" de los vídeos. Abajo, una pobre chica solitaria, termina de empolvar la cara del presentador… está dando rápidamente los últimos retoques.

Tres...

A mi alrededor las caras de nuevo en tensión.

Dos...

"¡Regidor sácame de ahí a maquillaje! ¡Vamos a entrar!"

Uno...

"¡Todo dios en silencio! ¡Sonido, ¿por qué no oigo a Jaime?!"

Cero.

"¡Carátula de salida!"

"¡Vamos con aplausos! ¡Con alegría, coño!"

Ruge el público. Abajo y en sus casas. Entra un aluvión de sms.

Se acabó la tregua.

La Patiño es la primera en disparar…

11 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Yo qué sé, tampoco tienes que vendernos la moto. Es simplemente un trabajo alimenticio. La única realidad es el dinero en el banco.

Vamos, digo yo.

4:20 p. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Por partes, querido anónimo, que veo que ni siquiera tienes el detalle de inventar un nick.

Mira, no se quien eres pero no te vendo ninguna moto, ni a ti ni a nadie. Asi que preferiria que en el futuro o no entraras o no comentaras.

Decir que es simplemente un trabajo alimenticio sería mentir. Siempre, en todo lo que hago, pongo pasión e interés. Rechazar algo por el mero hecho de que no te gusta, es de paletos. Insisto, de paletos. Uno puede dividir la vida en lo alimenticio y lo "artistico". Se equivoca. Soy de los que piensa que uno tiene que darlo todo allá donde vaya. Juegue en el Real Madrid o en el Cacereño... El sueldo que le pagan a uno merece que uno se deje la piel. Pienso así y así seguiré.

Por otra parte, la televisión y el directo especialmente , el control, tiene una carga de adrenalina que muy pocas cosas en la vida dan.

Insisto. Me gusta ver la vida desde el lado de la pasión, de la intensidad, de la entrega... No del que hace las cosas solo por dinero... Así, se hacen habitualmente muy mal las cosas.

Uno descubre cosas interesantísimas allí donde los pseudoprogres solo ven "mierda del pueblo". Todo tiene un lado bueno, un lado interesante, un lado en el que descubrir tesoros que ni imaginaban que existían. Y el que piensa que hay que hacer las cosas simplemente por el hecho de que "te pagan" habitualmente suele perderse muchas, muchas cosas...

En cualquier caso es mi blog, como dice el título: Escribo de lo que quiero, de mi vida, que puede ser caótica, pero es la mía. No intento convencer a nadie de nada. los que me conocen, los más que vienen por aquí, saben perfectamente mi vida y no tendría por qué contarla públicamente. Lo hago porque es mi diario que, por gusto, publico. Pero atención, no es público. Y, por supuesto, no justifico nada. Aquello que no me gusta de mi vida se queda para los mios y los que están cerca de mi. Punto.

Ah, y una última cosa, no seguiré con este debate. Este blog no es "democrático". Soy el administrador y solo admito los comentarios que quiero. Así que no te molestes en contestar porque tus comentarios serán borrados.

Y gracias por no volver.

Un saludo.

8:36 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

De puta madre. Muy bien contestado. Estoy de acuerdo en que en cada cosa que haces, por nimia que parezca, encuantras algo que te gusta. Y si lo que te gusta es lo que está en voga que no te tiene que gustar, ¿qué?. Siempre me han parecido ovejas los que siguen a los demás ovejas en lo que se considera moda o "éticamente correcto" (expresión muy, muy discutida).
Qué más dá lo que se haga, lo importante es que la adrenalina que te proporciona te hace sentir DE PUTA MADRE. Y, al final, eso es lo que te llevas.
Es como acostarte con personas totalmente perfectas durante toda tu vida... al final, aburre.

9:42 p. m.  
Blogger Sintagma in Blue said...

Pero, mistril, una cierta dosis de aburrimiento de ese no viene mal, eh...

11:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pues eso, que estoy de acuerdo en todo menos en lo de justificar un programa que sabes que es una basura. Lo sabes, joder, por mucha adrenalina que sueltes, sabes que tiene un fondo que apesta. Eso es un trabajo alimenticio, porque no te gusta el fondo, pero hay que comer.

Yo haría lo mismo. Suerte.

11:58 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo no aprecio que el autor esté justificando nada, ni a nadie.
Tome nota cualquier necio: desde Diógenes (o puede que antes), y a excepción de él, todos tenemos trabajos alimenticios.
El autor ha tenido hasta la decencia de no citar ni el nombre del programa.
Creo que confundimos, una vez más, el tocino con la velocidad.
Aquí parece que todo lo que sale por la caja tonta, aunque sea la de internet, tiene marchamo y por eso hay que soltar nuestro rollo, siempre a la contra.
¡Pues no! Lo primero es saber leer.
Y yo no he leído que me vendan la magnificencia de los programas rosa.
Si hubiera leído lo de Máximo Décimo...
¡Saludos al señor Spok!
Anónimo Venenciano

9:34 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cuando he leído el post no me ha parecido que el autor estuviese justificado el programa...o se estuviese justificando él por trabajar allí(porque para empezar puede trabajar donde le salga de los kinder)...simplemente nos ha contado lo que se siente cuando se trabaja en directo en la tele...y a mí me ha gustado mucho...

9:47 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Este año he aprendido algo: todos somos putas desde el momento en que cobramos por algo que hacemos. Ya lo dijo Marx, que no quiero tirarme el pisto, que todos vendemos nuestro tiempo por dinero. Yo reivindico, ya que somos putas, que elijamos a nuestros clientes y de eso es de lo que nos habla "el líder". Un saludo y a seguir bien.

12:08 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

además, nos cuenta sus sentimientos frente a esa forma de trabajar: la rapidez, los nervios, la adrenalina. No vende nada, cuenta lo que siente. El que siente, es que está vivo. Y primero vivir para después reflexionar.

12:10 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Frente a la opinión global, hago un inciso. Nunca he desacreditado al autor del blog ni a su trabajo. Sólo he hecho referencia a algo que he notado, y es que si uno se fija en algún post anterior, el autor magnifica ahora lo que antes echaba a los leones, para seguir utilizando su símil romano.

Quizá la mía no es una crítica al autor, sino a una cierta tendencia en este mundillo a "vender", sea lo que sea. Y nunca he sido muy fan de la publicidad, porque la mayoría trata al espectador como hortalizas sin cerebro. Justamente lo que hace ese programa.

Era simplemente una reflexión, y sí que creo que hay trabajos alimenticios y otros que no lo son tanto. No creo que nadie que lea este blog (ni siquiera el autor cuando posa su cabeza en la almohada) tenga una opinión positiva de ese tipo de programas. Pero si hay una cosa que tenemos los seres humanos es capacidad de adaptación. Nos gusta lo que tenemos, porque es nuestro.

Un saludo.

12:26 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Very nice site! »

8:29 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home