30 julio, 2006

EXCESO DE TESTOSTERONA

"El mundo está cambiando, la música está cambiando,
las drogas están cambiando,
hasta los tios y tias están cambiando.
Dentro de unos años no habrá ni tios ni tías, sólo gilipollas."

Jonh Hodge en TRAINSPOTTING (1996)


Muchos se habrán extrañado que gustándome en general tanto los deportes no haya dedicado todavía ni un solo post a este tema. Especialmente, el fútbol no nos ha deparado últimamente a los seguidores del Real Madrid demasiadas alegrías…pero que no saquen pecho los culés o los del Atleti. Todavía os quedan algunos años para que podáis si quiera aspirar a ser denominados “mejor club del siglo XXI”… :-)

Pero no, no ha sido ese el motivo.

En los últimos tiempos, el deporte en su totalidad ha empezado a desprender un tufillo maloliente. No sabemos a ciencia cierta de dónde procede... pero está ahí. Algo huele a podrido en Dinamarca que decía el buen Hamlet cuando la sospecha todavía no tenía la violencia de la certeza.

Y no, no ha sido por ese poético motivo que muchos aducen: “Cuando la competición se ha convertido en negocio, cuando el esfuerzo se ha convertido en espectáculo televisivo, cuando el juego se ha convertido en dinero… se ha perdido la inocencia, esa sana competitividad que debe impregnar el deporte…” Sí señor… Y que después suene música de violines…

Pues no. No opino así. Creo que si los deportistas generan mucho dinero, gracias a las audiencias millonarias, tienen derecho a reclamar su parte del “botín”. ¿Cuántas personas en el mundo han visto por televisión el pasado mundial de Alemania? Miles de millones. Ahora preguntémonos: ¿En que otra actividad humana somos capaces de ponernos de acuerdo todas las razas, religiones y creencias del planeta con semejante unanimidad…? Respuesta: NINGUNA. Bueno, pues si un montón de tíos corriendo en calzoncillos detrás de un trozo de cuero lo consiguen deben tener su parte de gloria...

Ya sé que pensado fríamente es estúpido. Deberíamos admirar un grupo de neurocirujanos, de investigadores del Sida, o de poetas… Pero el mundo no es así. Así que es de ley que los payasos (o los leones o los trapecistas) de este circo que atraen las miradas del público estén en su perfecto derecho de llevarse una gran parte de ese dinero que generan. ¿No es verdad que gracias a ellos se producen ventas millonarias de camisetas, prendas deportivas, postres, bebidas refrescantes y, en último lugar, entradas a los recintos en los que ellos desempeñan su actividad…? Es duro verlo así, pero nadie paga por ver como el mejor de los empleados de banca rellena un formulario de petición de un préstamo de alto riesgo o el más profesional de los carniceros corta unos filetes que no tendrán parangón en nuestra mesa por muy de solomillo que sean… No te digo ya a un guionista escribiendo el más divertido de los guiones delante de su ordenador… Ni Billy Wilder, vamos. Es una cabronada, ya lo sé, cada uno tiene su mérito (su enorme mérito en muchos casos) pero no veo yo a Antena 3 retransmitiendo esas dignísimas actividades profesionales en prime time aunque el empleado de banca, el carnicero o el guionista sean igualitos que Beckham… (Nota: al menos hoy en día, porque al paso que van los programas de telerealidad tipo Gran Hermano no me extrañaría verlo en breve, si no tiempo al tiempo)

Sí, queridos amigos, ya se que es injusto pero si quería haber ganado esa pasta, me debería haber hecho futbolista… Ya me decía mi padre que tenía que haber aceptado aquella oferta del Atlético de Madrid cuando era solo un cadete…

Así que si todos desean ser como esos señores, si los niños se fijan más en ellos que en sus propios padres, es justo que esos tipos se lleven una buena parte de los beneficios. Y si es mucho, pues mejor para sus bolsillos. Claro que es injusto que no todos podamos ganar ese dineral. Claro que es aún más injusto que una sola persona pueda ganar el suficiente capital como para vivir varias reencarnaciones... Pero también lo es (y para mí aún más importante) que un especimen de la raza humana como Beckham, por simple hecho de ser rubio, poseer una sonrisa angelical, o tener lo que diablos vean las féminas en él, se haya podido acostar con mujeres con las que yo sólo puedo soñar… Y a veces ni siquiera eso. Soy pobre hasta en los sueños. La vida es injusta pero claro, lo es desde el momento que algunos nacen guapos (beeeellos, que diría Boris) y otros… bueno, hacemos lo que podemos…

Dios es injusto. Es algo que aprendí hace tiempo.

Así, que no soy de esos que creen en la teoría roussoniana de que sin dinero el hombre es casto y puro. No soy de esos que llaman mercenarios a los jugadores que abandonan un equipo por irse a otro olvidándose de los colores. ¿Aquellos que insultan a los deportistas por cambiar de un club a otro no harían ellos lo mismo a su propia empresa? ¿No se irían a la competencia si les ofrecieran un contrato mejor…? Sospecho que sí… A mí me parece perfecto que X (póngase el nombre de cualquier jugador de cualquier equipo) se marche al máximo rival si allí le pagan más. Es ley de vida. Eso del amor a los colores hace mucho tiempo que dejó de existir en, no ya un deporte superprofesionalizado, sino una vida supemercantilizada... No tengo nada que objetar a esa "fuga de futbolistas" y mi cabreo no pasa más allá de ese secreto deseo (“espero que se lesione y no vuelva a jugar” o un más benévolo "así vuelva a casa el día de partido y se encuentre a su señora encamada con el portero de la finca...") Pero en la vida real, en público, no se me ocurriría insultarlo por tomar esa decisión. Yo mismo jugaría en el Barcelona (sí, sí, no estoy bajo los efectos de ninguna droga) si me asegurarán el suficiente dinero para que vivieran mis tres próximas generaciones (incluso dos)… así que no pienso echárselo en cara a nadie.

Lo único que me joroba en el deporte son los tramposos. Y últimamente han proliferado. Entiéndaseme el concepto TRAMPA. No estoy hablando de aquella famosa Mano de Dios (para los no iniciados, se denomina con tan religioso nombre a un gol que le metió Maradona a Inglaterra en el mundial de México 86. Un gol ilegal pero que el arbitro, al no advertir que Diego había marcado con el puño y no con la cabeza, subió al marcador) Las artimañas dentro del campo de juego han existido desde que el hombre es hombre. Pero los tramposos, los verdaderos tramposos, hace poco que están entre nosotros…

Ahora se le llama dopping y consiste en convertirse en quien no se es gracias a una serie de sustancias que te prometen el paraíso a corto plazo y el infierno a largo. Ellos, pactan con el diablo, y entregan su alma a cambio del aplauso de la gente, los laureles instantáneos y la fama efímera… Personalmente no me importa que mueran pasados los cuarenta por ataques al corazón sin nombre ni apellidos, por una sobredosis de vaya usted a saber que mierda en una olvidada habitación de un mugriento hotel, o por enfermedades que todavía no llegan siquiera a sospechar porque están por inventar. Y digo que no me importa porque cada cual elige la mejor forma que quiere suicidarse. Lo que me joroba es que empiezo a no creerme ya casi nada de lo que leo en los periódicos deportivos. Y eso es grave.

Lo es porque hace poco escuchaba al director de AS comentar que la prensa deportiva era mejor, más sana, que la prensa “ordinaria”. La explicación me pareció estupenda. Los periódicos normales cuentan, porque es noticia habitualmente, lo peor de la humanidad. Aquellas noticias, aquellos sucesos, en los que el hombre da lo peor de si mismo: guerras, corrupción, atentados… Sin embargo los periódicos deportivos siempre relatan lo mejor del ser humano. Las hazañas que nos hacen mejores. Los logros y esfuerzos de los ganadores. Historias de superación personal y de éxito. Nos muestran ejemplos. Lo malo, pocas veces es noticia de portada.

Sin embargo desde hace algún tiempo ya no es así.

El ciclismo estaba herido de muerte hacía tiempo gracias a lo que eufemísticamente llaman “sustancias prohibidas”. Los hombres de las gestas imposibles, aquellas que les acercaban a ser supermanes sobre dos ruedas, aquellas que seguíamos en las tardes de verano del Tour de de Perico, de Induraín, de esos héroes que corrían por amor a un deporte durísimo y no por dinero, ya que nunca estuvieron especialmente bien pagados, estaban bajo sospecha desde hace tiempo. Y es que los últimos campeones habían sido puestos entre paréntesis. Unos descubiertos por análisis imposibles, otros muertos prematuramente en la cama junto a jeringuillas manchadas de sangre y los demás del pelotón por el silencio que guardaban ante todos aquellos acontecimientos. Pero es que muchas ocasiones todos hemos mirado hacia otro lado porque a veces es mejor admirar que descubrir...

Un ejemplo. Muchos no se explicaban como un señor, Lance Amstrong, que hasta los 25 no era nadie en el concierto ciclista internacional, a raíz de un cáncer, no solo volvía a subirse en la bicicleta sino que se llevaba, prácticamente de calle, seis Tours de Francia seguidos. Y claro, todos pensamos que “las ciencias adelantan que es una barbaridad” que decía la zarzuela. Más si dicho corredor es norteamericano donde, probablemente, la experimentación con sustancias prohibidas está más avanzada que en ningún lugar del planeta. Porque, desde hace años, lo importante no es ya doparte (que según denuncian, lo hacen todos) sino conseguir la sustancia química que enmascare el “positivo” del laboratorio. Que no te pillen...

Hace unos días, un españolito estaba a punto de ganar la vuelta a Francia. Pereiro, que así se llamaba el gallego, sacaba nueve minutos a su máximo rival en la etapa reina. Dejaba prácticamente decidida la carrera gracias a un desfallecimiento ese día de su máximo rival. Floyd Landis, norteamericano, decía así prácticamente adiós a la victoria final… Sin embargo al día siguiente, el yankee que la jornada anterior llegaba muerto a la meta, se escapaba en solitario durante más de cien kilómetros y conseguía ganar el Tour. En sólo una noche se había recuperado milagrosamente. De muerto viviente a Supermán volante. Todo el mundo “arrugó la nariz” ya que, casualmente, el bueno de Floyd tiene el mismo médico que tenía el gran Lance... Pero era más peliculero, vendía más periódicos, seguir apelando a la épica del ciclismo: la de los superhombres que le echan un par.... Yo pensé que esa noche, en la habitación de su hotal, se había tomado algo más que un Marie Brizard.

Sin embargo, el escándalo saltó en menos de una semana terminada la carrera… Landis daba positivo por testosterona en la famosa etapa de la "hazaña". El, claro está, apela a su inocencia y explica que la produce su cuerpo de forma natural. Que es un pedazo de macho, vamos... El cuento se cae por su propio peso cuando los médicos descubren que, casualmente, Floyd solo la generó en cantidades así de increíbles la noche antes de la proeza. Habría que decir entonces que la verdadera hazaña tuvo lugar esa noche... ya que generó tal exceso de testosterona no la produce alguien normal ni después de una velada lujuriosa con el grupo de pechugonas vigilantas de la playa… Un castizo diría que a eso se le llama echarle cojones, sí señor…

Hoy me levanto con que el hombre más rápido del mundo, el que había parado el cronómetro de los cien metros en 9.77, Justin Gatlin ha dado positivo por la misma sustancia. Otro macho regando de testosterona el planeta. Ganó la medalla de oro de los Juegos de Atenas 2004 y en los mundiales de Helsinki de 2005… El recordman mundial de la distancia… El novio del viento…

Pienso entonces que el atletismo no se lo merece. Es el deporte más puro que hay. Aquel en el que apenas hay reglas ni árbitros. Sólo hay que ser el más rápido, el más fuerte, el más alto… (Citius, Altius, Fortius, era el lema de los primeros atletas olímpicos) Pero la realidad es más fuerte que la leyenda. El deporte que inventaron los griegos de Atenas para parecerse a los dioses también está también infectado. Es como un virus… El virus de la trampa. De la mentira. De la iniquidad… Siento que me han engañado. Que toda la tensión por el final incierto por demostrar que el hombre se acercaba siglo a siglo a la velocidad de dios, era una farsa. En la línea de salida, uno de ellos sabía que iba a ganar porque mientras que sus competidores usaban gasolina Repsol, él se metía el mejunje que le echan al Formula 1 de Fernando Alonso.

Y encima lo disfrazan llamándolo testosterona. La esencia de la masculinidad. Manda huevos, que diría el clásico. Pues no. De hombres no tenéis nada. Solo sois ratas. Ratas enyonkadas y tramposas.

Que los dioses os envíen al Hades hasta el fin de los tiempos. Y, una vez allí, corráis una y otra vez las carreras que nos hurtasteis. Que no dejéis de correr. Y que perdáis. Que os paséis perdiendo el resto de la eternidad: una y otra vez. El mayor castigo que se me ocurre para aquellos estafadores que lo único que querían en el mundo era ganar… a cualquier precio.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El problema es que el dinero, el capitalismo lo ha infectado ya todo. Desde el momento en el que alguien toma una sustancia para ser mejor que el de al lado, deja de convertirse lo que quiera que haga en un deporte. Podéis tacharme de ingenu@, sí, pero a mí no me gusta especialmente el deporte y, mucho menos, verlo por tv. Recuerdo un partido final de liga del depor. Dukitch, o algo así, tenía que meter el balón dentro de la portería: un penalti que de acertarlo les daba la victoria en la liga y de fallarlo, perderían. allí estaba el sudoroso jugador frente a la portería: él solo con el balón esperando a unos metros delante de él. Cogió carrerilla, chutó y el balón fue fuera. El jugador cayó de rodillas frente a la amargura de la grada. Lloré. Y ni soy del depor ni me gusta mucho el fútbol. Me refiero a que si hubiera metido el balón dentro y hubiera reventado la red con el impacto del balón sabiendo que estaba puestísimo, hubiese apagado la tv y hubiera pasado de todo.
Por eso digo que lo que nos emociona del deporte es la superación humana y no un montón de drogatas con camisetas de Nike deciendo que coma flanes. Hemos pasado del deporte a la publicidad, ¿no te has dado cuenta de que todos parecen sacados de un anuncio?. Beckam, al que se le puede perdonar TODO, es un puto anuncio con patas. Yo ya no le tengo ni como deportista (para lo que ha hecho este año en el Madrid...), es un modelo.
Y Pedro, entiendo lo que dices de Beckam y de que los jugadores,en general, estén de muerte, pero no seas tan modesto que tú no estás nada mal.
Un saludo.

11:40 a. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Jajajajaja Mistril... Ningún comentario a lo anterior, solo decirte que un piropo así le levanta a uno la moral un lunes por la mañana en mitad de un desierto verano.

Saludos.

2:03 p. m.  

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