03 julio, 2008

EL ASCENSOR

Espero en el andén de Bilbao a que llegue el metro a las ocho de la tarde. Con eso de que es medio verano pasan con menos frecuencia así que espero sentado sumergido en las memorias de Asimov. Es lo bueno que tiene no coger el coche para moverse por Madrid. En menos de un mes me he leído un tocho de más de setecientas páginas. Algo inimaginable hace un año.

"Por favor señor..." Levanto la vista y me encuentro ante mi una mujer con acento nórdico de unos sesenta años con un baúl, disfrazado de maleta roja, en el que deben de caber al menos tres cadáveres descuartizados. Tras ella un nomo, que debe ser su hijo, con un bulto de similares características. "¿Me podría decir el ascensor para salir de aquí". Le explico que en esta estación no hay ese invento moderno. "Tiene que salir por una de las dos escaleras que hay al final del andén..." Ella me mira con cara incrédula. Entonces caigo: "Sí, vas a tener que cargar esa maleta hasta arriba del todo" pienso... aunque, francamente, como no tenga los poderes de Harry Potter lo va a tener muy complicado. Silencio. Ella sonríe de medio lado y me espeta: "¿Y como lo hacen las personas que no pueden subir escaleras?". Confieso que su lógica me desarma. No puedo mentir. Así que sólo se me ocurre decir la verdad: "Aquí no se piensa mucho en esas personas..." Echa andar por el anden camino de la escalera con la cadencia de un cristiano que sube a la arena del circo.

Llega el metro. Subo en él. Tengo prisa. Y caigo entonces en que yo tampoco he pensado mucho en ella...

5 Comments:

Blogger Sintagma in Blue said...

A veces la inercia de la ciudad nos fagocita.

8:12 a. m.  
Blogger José Antonio de Cachavera said...

Circulamos por la ciudad con la sonrisa y la coraza puestas. Atendemos solícitos con la primera y pero después nos protegemos de las debilidades, miserias, penurias de los demás con la segunda.

Es la única forma de sobrevivir en la ciudad. En la aldea inexistente feliz, te hubieras prestado servicial para ayudar a subir la maleta por las escaleras porque todos somos buenos y tenemos tiempo, cariño, energía o dinero de sobra para los demás. Pero aquí, ahora, ¡estamos tan escasos de todo eso para dárselo a los que lo necesitan!

O no.

"Hay que dar hasta que duela", decía la Madre Teresa.

¿Qué duele más, dar o caer en la confortable vaciedad de no dar?

11:52 a. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Si se refiere a Hacienda, yo prefiero no dar...

¿o no?

Pero sí... tienes razón Cacha. Me di cuenta de ella cuando el vagón se adentraba en el túnel.

Un abrazo.

8:59 p. m.  
Blogger perdidaenlaciudad said...

Que le suba la maleta el nomo, que para eso le acompaña, no? Ni un atisbo de compasión en tus respuestas.... salu2!

3:53 p. m.  
Blogger enrique said...

La nórdica para viajar debería de llevar maletas menos enormes, no? La estación de Bilbao es de las más antiguas; de todos modos, las nuevas estaciones llevan todas su ascensor. Lo se porque yo he hecho una con mis mismas manos...

10:13 a. m.  

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