07 julio, 2008

LA ÚLTIMA SESIÓN

"Necesitarás un barco más grande..."
P.Benchley y C.Gotlieb en TIBURÓN (1975)



Eran las doce de la noche. Sentado en un banco observé como la gente salía de un cine. Es una sensación especial acudir a la última sesión. El sueño de la pantalla y el que pronto cogeremos en la cama se mezclan de una forma especial. Cuando todavía están impresas en nuestra retina las imágenes de la historia, caemos en brazos de Morfeo y nuestro cerebro continúa la película.

No se por qué vino a mi cabeza la primera vez que tuve esa sensación. Debía de correr el año 1975. Fui con mi padre a ver una película de la que todo el mundo hablaba: Tiburón. Era el cine Capitol, uno de los últimos tres que quedan actualmente en la Gran Vía, y para un niño de ocho años suponía todo un acontecimiento: era la primera vez que iba al cine por la noche. Ni que decir tiene lo que me impactó la película de un tal Spielberg. Mi padre vestía un abrigo marrón claro, largo y amplio, como el que lleva Michael Corleone en la primera parte del Padrino cuando pasea con su novia, Kate, haciendo compras de Navidad. Al salir a la calle, recuerdo que estaba como sonado, sin hablar... Aunque eran las doce y pico de la noche (algo absolutamente inusual para mí en aquella época) no tenía nada de sueño. Quizá porque aún estaba soñando o porque había estado en ese estado durante más de dos horas. Pero recuerdo perfectamente esa sensación. La misma que tenía anoche al ver salir a la gente de la sala... Sólo le dije a mi padre que no volvería a bañarme en el mar. Todavía hoy nunca, nunca, aún sabiendo nadar perfectamente, nunca me baño en agua salada en una profundidad mayor de la que no hago pie. Vale, sí, tengo miedo a que aparezca un monstruo de las profundidades (que los hay aunque no los hayamos descubierto aún) y me engulla sin dejar rastro. Me acojona mirar abajo y ver el agua oscura...

Este año no tengo vacaciones. No podré ir al mar con mi familia. Pero mi hijo de cinco años ya me ha advertido. No piensa bañarse en el mar: no quiere que se le coman los tiburones.

Definitivamente, nuestros fantasmas también los trasmitimos en los genes.

12 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡Bueeenooo! ¡Por fin en casa Pedro!
Siento haber descubierto tan tarde que has vuelto... (Me disculparé diciendo que he estado buscando un escáner nuevo que digitalice, "como Dios Manda y nuestra Santa Madre Iglesia nos enseña", negativos y diapostivas, lo que así en conjunto es bastante difícil de encontrar (o será que no he buscado bien). Menos mal que una niña, como de "nuef años", que diría el poerta anónimo, me alegró la vida, dedicándose a toquetear todos los "playesteison", los playgames..., haciendo lo que yo a mi edad ya no me atrevo... en fin... El blog es tutyo, bienvenido.
Clásico Wilson

1:48 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡Ah! Y tranquilo, yo, antes de ver "Tiburón" también me "acongojaba" al no ver más que "azuladura" bajo mis pies. No te digo nada el día que, en una emergencia de un buceo deportivo, me quedé solo a unos veinte metros y el idiota que me vino a recoger no se le ocurrió otra cosa que entrarme por debajo, tirándome de las aletas (entonces sí que había visto "Tiburón"), pasado el instante del susto tendría usted que haberme visto... ¡Ni el capitán Haddock dijo jamás tales juramentos! Cuando quiera le llevo a veinte metros y le enseño cómo conjurar el miedo, aunque por el camino le recomiendo lea al famoso Dr. Cousteau (y a su ayudante Falcó), cuando vieron "literalmente" como un escualo de apariencia pérfida se les "cagó" antes de tomar las de Villaldiego. (Le aseguro que, a veces, los que damos miedo somos nosotros). Y sobre todo, "no se cargue la afición".
Abrazos de nuevo,
Clásico Wilson

1:56 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Se puede saber qué peli viste?

Simple curiosidad.

Beso

9:27 p. m.  
Blogger José Antonio de Cachavera said...

Yo vi Tiburón con mi madre en un cine de la calle Fuencarral que ahora ya no existe; salí acojonado, pero sobre todo, decepcionado. Ma había leído el libro, previamente y a hurtadillas, y en las primeras escenas salía un polvo bestial (que no aparece en la peli) entre la mujer del policía y un desconocido.

Con Tiburón me pasa como a Serrat con su magnífica canción de "Los fantasmas del Roxy", que me encuentro con los espectros de las películas que ví.

Así me paso en Australia, buceando en la Barrera de Coral. Yo tan felicín haciendo fotos con mi cámara y de pronto, aparece una mancha gris muy grande en mi campo de visión. Señal a mi mujer y recreación del milagro de Nuestro Señor caminando por las aguas, de lo deprisa que nadábamos hacia el barco.

Subimos asfixiados a contárselo al capitán quien, entre curioso y divertido, no nos hizo ningún caso y nos felicitó por haber tenido tanta suerte (de ver un tiburón, no de haber sobrevivido).

PS: A mi me costó años poder bañarme en aguas profundas. Te sientes como un canapé una tarde de conferencia al alcance de una horda de viudas con afilada dentadura postiza.

8:15 a. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Nota del escribidor:

1. Ahhhhh, que tiempos aquellos de Custó y Falcó... Y aquella voz en off de la versión española que se convirtió en un personaje más... (¡Qué decepción al después verle pluriemplearse en El precio justo)

2. He dicho que estaba a la puerta de un cine. No que saliera yo, querida Uma.

3. Si a mi me ocurre algo así, Cacha, se me para el corazón. Literalmente. Aunque la imagen de dos buceadores "corriendo" sobre las aguas tiene su coña. ¿No te dió tiempo a hacer ninguna foto de la mancha gris?

Un saludo a todos.

7:06 p. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Por cierto, Cacha, el cine en el que la visteis fue el Cine Bilbao (de infausto recuerdo) y en el que ahora hay un Opecor.

7:08 p. m.  
Blogger José Antonio de Cachavera said...

Si, tengo una foto en la que aparece, exactamente, una mancha gris, que no hace en absoluto justicia al monstruoso escualo que buscaba nuesta sangre.

Bueno, en realidad lugo el capitán nos enseñó un libro de tiburones (hay como 50 especies sólo en la Barrera) y señalamos al que habíamos visto. Nos dijo que no era peligroso, pero luego ojeé el libro a solas y vi ejemplos de mordeduras del tiburón "no peligroso" y eso no lo hace un caniche.

Si, fué en el Bilbao. ¿Por qué infausto?

7:46 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

La "voz"/personaje del doblaje español del "mundo submarino" del Comandante Cousteau (y su ayudante Falcó), emitido por TVE, la puso Rafael Taibo. ¿Estás seguro, Pedro, que también era el de "El precio justo"? Se le puede ver también en dos películas de Álvaro Sáenz de Heredia: "Aquí huele a muerto..." y "El robobo de la jojoya". Y por supuesto en un montón de grabaciones de narrador.
Yo sí tengo una foto de un tiburoncillo, entre unos 20/30 metros (de profundidad, no de longitud) que es más que una mancha grisilla. No quiero contar cómo la tomé porque perdería todo su misterio. ¿Te la mando y la cuelgas? La peligrosidad del tiburón, parece ser, viene dada por su dieta (y porque tiene dientes). En general nuestra carne, parece ser, le desagrada, pero si no tiene otra cosa que comer... El animalico no suele tener la culpa de tener hambre. Pero con cualquier tiburón, lo mejor, es no perderlo de vista. Luego hay media docena de especies que son de no te menees (o mejor de no bucees con ellos).
Recomiendo un libro de Juan Antonio Moreno García: "Guía de los tiburones de aguas ibéricas" (Pirámide, 1995; Omega, 2004).
Cacha, ¿podemos ver también la mancha gris que tomaste?
El cine Bilbao tuevo un accidente (¿a principio de los 90?). La marquesina cedió y hubo muertos (creo que unos 8 o diez) y heridos. El edificio fue remodelado, en la parte de abajo se instaló el opencor y en la de arriba el cine Brístol, que ahora es sala de ensayos del teatro de la zarzuela.
Clásico Wilson.

11:06 a. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

Mándenme vuesas mercedes las fotos y serán colgadas como testimonio gráficos de sus (y nuestros por derivación) desvelos. Ansiosos estamos de verlas.

Completamente de acuerdo: Tiburón y "no hace nada" son términos incompatibles.

Vale que no les guste nuestra carne pero, menos me gustan a mi algunos de los filetes que me sirven en el restaurante de menú al que acudo diariamente, y termino híncándoles el diente por necesidad...

Como ha aclarado Wilson, el cine Bilbao fue cerrado porque el día 27 de enero de 1993 cedió su marquesina y mató a seis personas que hacían cola para entrar en la sesión de la tarde para ver "Una monja de cuidado". Fue especialmente doloroso para una familia de cuatro miembros que perdió al padre y a su hijo de diez años. Los "infaustos" detalles los podéis leer en:

http://www.elpais.com/articulo/madrid/MADRID/MADRID_/MUNICIPIO/cine/Bilbao/prepara/reapertura/anos/despues/tragedia/elpepuespmad/19950128elpmad_2/Tes

Saludos.

6:58 p. m.  
Blogger José Antonio de Cachavera said...

Buff, tengo que buscar en el cajón de "fotos sin clasificar" de nuestra luna de miel; tengan Uds. en cuenta que mi mujer hizo un álbum, bueno dos, con las fotos que ELLA consideró que eran enseñables del viaje: úsease, aquellas en las que ella está supermonadelamuerte.

El resto (esas de los ojos entrecerrados, dientes sobresalientes, etc) fueron desterradas al cajón de las fotos sin clasificar.

Curiosamente, es al que más tiempo dedico cuando me toca buscar algo en el armario donde tenemos estas cosas; me gusta eso de hojear fotos "libres" (no atrapadas en un álbum), desordenadas, donde aparecemos feos (auténticos) en situaciones comprometidas, en escorzos imposibles.... Esa es la realidad, no la de las fotos de pastel.

Bueno, que en cuanto me de una vuelta por el susodicho cajón la busco, la escaneo (es de hace 10 años) y se la envío a sus señorías.

Abrazos

7:43 a. m.  
Blogger Pedro Luis Barbero said...

A la espera quedamos, señor Brody...

7:52 p. m.  
Blogger enrique said...

Yo voy en breves días a una playa mediterránea...
Pero no me meteré mucho en el mar, me impone mucho...

10:15 a. m.  

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